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Reportaje:Universidad

De las aulas a los fondos abisales

El biólogo de la UPV Iñaki Saiz ha estudiado la biodiversidad del Atlántico y la Antártida

La imagen tipo del profesor universitario no encaja mucho con temporales en medio del océano y buceo en las costas antárticas. Sin embargo, Iñaki Saiz se mueve con igual soltura entre las aulas y los laboratorios del Departamento de Zoología de la UPV que sobre la cubierta de un buque que draga los fondos abisales del Atlántico. Su pasión por la biología y la calidad de sus investigaciones sobre invertebrados marinos le han permitido participar en campañas oceanográficas que analizan in situ la biodiversidad de los mares y que, por su elevado costo, no están al alcance de cualquiera.

En el caso de Saiz, el logro de un hueco en barcos oceanográficos, laboratorios flotantes de ochenta a cien metros de eslora, ha requerido paciencia, investigaciones de calidad, colaboración y contacto con grupos internacionales de científicos y una procelosa búsqueda de financiación. "Fletar una investigación así cuesta mucho dinero. En una campaña en la que he participado, y que ha durado cinco semanas, el gasto ha sido de 40.000 euros diarios. Por eso no es fácil entrar y es fundamental participar en grupos de investigación fuertes, multidisciplinares e internacionales", explica.

Saiz acaba de llegar de su última experiencia oceánica. Ha realizado durante más de un mes una travesía que comenzó en Ciudad del Cabo y concluyó en Cabo Verde. En este tiempo ha trabajado a bordo del Meteor, un buque oceanográfico alemán, junto con una treintena de científicos de distintos países en el análisis de las cuencas abisales de El Cabo, Angola y Guinea, en la parte africana del Atlántico. Por medio de una sofisticada draga con 10.000 metros de cable, y en una operación que requería nueve horas, se recogían muestras del fondo marino a 5.000 metros de profundidad. Después, se procedía a una primera selección, análisis preliminar, etiquetado y conservación de las muestras para enviarlas en un contenedor a Alemania, donde se procederá a un estudio más exhaustivo.

Pequeños invertebrados

La especialidad de Iñaki Saiz son los invertebrados muy pequeños. "Su tamaño oscila entre los pocos centímetros y las micras. Y se sabe muy poco de ellos porque el hombre se ha preocupado más de las especies que tienen una aplicación", comenta. No obstante, considera que su estudio también puede ser de utilidad para el ser humano. "Se están desarrollando investigaciones sobre sustancias bioactivas para obtener complejos en la lucha contra enfermedades como el cáncer", indica.

Su campo de estudio es amplísimo y poco explorado, algo que se hace extensivo a toda la biodiversidad que albergan los mares. "Se da la gran paradoja de que el hombre destruye más diversidad de la que es capaz de descubrir. Se ha descubierto cerca de un millón de especies, pero se estima que existen varias decenas de millones sin descubrir, la mayoría en el mar", detalla.

Por ello, ya está pensando en una nueva expedición que se realizará a principios de 2006 en la Antártida, una zona del planeta en la que ya ha investigado en tres ocasiones en el Hespérides, el buque oceanográfico español más importante. De allí guarda también los recuerdos menos agradables de estos viajes. "Lo peor son los temporales y el miedo que pasas. Recuerdo uno en el mar de Bellingshausen, en la Antártida, que duró una semana. A pesar de las pésimas condiciones, queríamos trabajar, así que, entre grandes olas y la inclinación de hasta 30 grados del barco, lanzamos una draga pendular de una tonelada, por lo que nos arriesgamos un poquito", recuerda.

Pese a ello, Saiz no quiere renunciar a seguir viviendo una experiencia que, confiesa, "cala muy hondo". "Para un biólogo marino, es lo máximo. Trabajas directamente con muestras vivas. Es una bicoca. Es como si fueras a un safari y descubrieras especies nuevas", subraya.

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