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Reportaje:

Una peculiar 'canasta'

Los expertos resaltan el valor artístico del menhir de Baztán, que fue usado como soporte para jugar al baloncesto

Es una de las piezas megalíticas más destacables de la Península Ibérica, la única del norte de España con grafías asimilables a las estatuas-menhir del Duero, pero hasta hace poco tiempo fue el soporte para una canasta de baloncesto en una finca particular. Se trata del menhir de Soalar, la figura de un poderoso guerrero armado tallada hace 5.000 años en uno de los bloques de piedra de la Edad de Bronce más grandes y altos jamás hallado en el País Vasco y Navarra.

Los expertos en arte prehistórico de la Universidad de Alcalá de Henares lo han confirmado. Es una joya arqueológica perdida y que por fortuna descansa desde agosto de 2004 y para siempre en el museo etnográfico Jorge Oteiza de Elizondo.

El monolito es la imagen de un guerrero armado tallado hace 5.000 años

La primera mención al megalito de Soalar, descubierto por el padre capuchino Francisco Ondarra en 1973, data de cuatro años más tarde. Fue hallado en Arizkun, en el collado baztanés del mismo nombre, una zona de notoria presencia megalítica. En 1983 X. Peñalver lo registró en un catálogo de piezas megalíticas sin reparar en los grabados que aparecían en una de las caras, que no eran visibles en la posición en la que se encontraba el menhir. La enorme piedra, de 4,5 metros de altura y 3.000 kilos de peso, fue trasladada a diversos lugares sin darle mayor importancia y en algún momento recaló en una finca particular del municipio de Gartzain, donde hacia el año 2000 era utilizado como sólido soporte para una canasta de baloncesto.

En esas circunstancias, el menhir antropomorfo fue descubierto por el grupo Hilarriak, que advirtió también los grabados existentes en la piedra. Inmediatamente, el Servicio de Patrimonio del Gobierno de Navarra se hizo cargo de la pieza y encomendó a un grupo de expertos de la universidad de Alcalá de Henares su estudio. El resultado de las investigaciones realizadas por Primitiva Bueno Ramírez, Rodrigo de Balbín Behrman y Rosa Barroso Bermejo ha sorprendido a todos, comenzando por ellos mismos.

La apariencia antropomorfa del menhir, que originalmente tuvo una altura de cinco metros, escondía un personaje de la simbología paleolítica perfectamente reconocible: un guerrero armado. Sin ninguna duda, la piedra de Soalar es un valiosísimo referente de la ascensión social de los guerreros, que llegaron a constituir la clase dominante de la Edad del Bronce. La figura representada en la piedra está vestida con un manto de formas rectangulares y su cabeza tocada por un casco o gorro de perfil triangular.

El monolito baztanés está directamente relacionado con los módulos gráficos y simbólicos de las figuras megalíticas del oeste peninsular, y concretamente con el encontrado en Serra Boulhosa, conservada en el Museo de Belem (Portugal).

Dos grabados semicirculares, que pueden ser pectorales de una armadura de cuero, jalonan el pecho del guerrero, pero el elemento más destacado de la pieza es el grabado del arma, que ocupa la parte central izquierda del soporte. Se trata de un arma de mango largo y hoja que se estrecha hacia la punta. Quizá una alabarda, sugieren los profesores de la Alcalá de Henares, con líneas grabadas que quizá representan adornos de dientes de lobo o cuerdas para reforzarlo. El cinturón acompaña a una cazoleta circular excavada junto a la alabarda, que apunta a una representación esquemática del escudo o bien a un símbolo solar, extremo por el que se decantan los investigadores, al apreciarse líneas radiales en el interior.

"Ni marginales ni cerrados, los habitantes calcolíticos y del Bronce del valle de Baztán demostraban con la erección de estas espectaculares estatuas su capacidad económica y de cohesión social en torno a personajes que detentaban un poder respetado", señalan los expertos. El menhir está relacionado en su grafía con piezas halladas en el entorno del Duero y el Alentejo portugués.

Los investigadores recuerdan que Soalar fue una zona habitada. Al oeste del punto donde se halló la estatua, muy cerca del pico Auza, la montaña más alta del valle de Baztán, se acumulan diversos monumentos funerarios, como dos túmulos y otro menhir; y en dirección norte-sur está en menhir de Burga. Ambas piezas tenían una función de intervisibilidad, opinan los investigadores, y creaban un entramado de marcadores gráficos asociados a las actividades cotidianas de los habitantes del valle, que poseían una cultura metalúrgica propia.

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