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Close analiza los episodios asombrosos y la derrota del Quijote en Barcelona

El congreso sobre la relación de la ciudad y Cervantes rinde mañana homenaje a Martín de Riquer

Barcelona es el escenario donde se funden el esplendor y el ocaso de Don Quijote. La ciudad aparece casi al final de la novela de Cervantes y es la única que visitan los protagonistas. Son famosas las palabras que la definen como "archivo de la cortesía", pero es aquí donde el hidalgo es burlado por las gentes y donde, finalmente, es derrotado. Un congreso dirigido por la profesora Carme Riera aborda desde ayer en La Pedrera el episodio barcelonés del Quijote con estudiosos como Anthony J. Close, Jean Canavaggio y Francisco Rico. Mañana se rendirá un homenaje a Martín de Riquer.

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Lirismo, emoción, realismo, contraste entre el aliento épico y la comicidad dramática... El cervantista de la Universidad de Cambridge Anthony J. Close afirmó ayer que en los capítulos barceloneses del Quijote, el hidalgo manchego y Sancho Panza "afrontan episodios de la vida real más asombrosos que las quimeras de los libros de caballerías".

Pero al profesor Close le tocaba "el difícil encargo" de hablar, en la conferencia inaugural del congreso Cervantes, el Quijote y Barcelona, de la comicidad de esos capítulos. Empezó con una secuencia que hizo sonreír a los asistentes: las burlas de Antonio Moreno a Don Quijote y Sancho "no tienen gracia alguna"; la aventura de la hermosa morisca "es más bien patética y ni siquiera pretende ser cómica", y la derrota en la playa frente al Caballero de la Blanca Luna "hace derramar lágrimas más que soltar la carcajada". Pese a esta "apariencia poco prometedora", aunque es en Barcelona donde el hidalgo manchego es burlado tanto por ese Antonio Moreno como por el común de los ciudadanos y donde es finalmente derrotado, el profesor Close defendió que los capítulos barceloneses "sí tienen una dimensión cómica".

Cuando llegan a Barcelona, Don Quijote y Sancho son individuos muy populares, con fama de loco el uno y de tonto el otro. A partir de cierto momento de la segunda parte cervantina, todos los personajes que se cruzan con ellos han leído la primera parte y los reconocen. Esta "poca modestia" de Cervantes, que convirtió la continuación de 1615 en una especie de "autohomenaje", recordó Close, hace inevitable la "aclamación pública de Quijote y Sancho" y que ésta se mezcle con una buena dosis de burlas. Barcelona se halla en fiestas, circunstancia que da a sus primeros momentos en la ciudad "un sentimiento universal de alegría".

El profesor Close recordó que el modelo utilizado por Cervantes en la llegada de Quijote y Sancho a Barcelona es el de las crónicas que describen las entradas de monarcas a una ciudad: "Lo que es cómico en estos episodios es que Don Quijote piensa que sólo por él y el mérito de sus hazañas se han celebrado esas alegrías y no por ser festivo y por su popularidad como loco gracioso".

La burla alcanza, claro está, al estilo de los libros de caballerías. Close explicó que Cervantes la concibe "desde el punto de vista de un escritor que ha cultivado géneros idealizantes y que en su obra maestra aspira a la reforma de lo caballeresco más que a su aniquilación". La dimensión cómica de la obra viene determinada, en definitiva, por su "naturaleza híbrida", por "el choque entre los ojos ilusionados de Don Quijote y la realidad", por la "objetividad alegre e impasible del humor cervantino" y por la "actitud" del autor ante las burlas al hidalgo. Cervantes no deja de reflexionar sobre la legitimidad moral de las bromas gracias a la intervención de personajes como el capellán de la aventura previa en casa de los duques aragoneses, el castellano anónimo que se cruza con Quijote en las calles de Barcelona y el mismo Sansón Carrasco.

Si la llegada a la ciudad representa "lo mejor" de Cervantes, el capítulo de la casa de Antonio Moreno "es todo lo contrario". El "escarnio" de Don Quijote "deja en el lector moderno mal sabor de boca por su ironía burda, más propia de Avellaneda que de Cervantes". La burla de la cabeza encantada -una figura que responde a preguntas como si fuera un oráculo- "es un frío e ingenioso juego de salón". ¿Por qué? Close, especialista en la recepción del Quijote a lo largo de la historia, explicó que el lector actual "ya no siente el asombro y la curiosidad de los hombres del siglo XVII frente a tal fenómeno".

Habló Close, para acabar, de la derrota de Don Quijote por no renunciar a Dulcinea. La de la justa en la playa es "una escena de alto valor dramático que mezcla el patetismo y la jocosidad y evita el didactismo moralizante". El profesor la comparó con la historia "mucho más seria" de Renato en el Persiles. Y recordó que lo cómico estalla en la "frivolidad del casus belli" entre Don Quijote y el Caballero de la Blanca Luna, "la belleza de dos mujeres inexistentes".

Anthony J. Close, ayer en La Pedrera.
Anthony J. Close, ayer en La Pedrera.CARLES RIBAS

De la burla a la ruina

El profesor de la Sorbona Jean-Pierre Étienvre, que participó por la tarde en el congreso, retomó el discurso de Close y destacó que Cervantes es capaz de hacer reír y hacer llorar a intervalos breves. La comicidad de los capítulos finales del Quijote "no es constante ni se impone en todas las páginas, hay matices y momentos de duda", algo que no sucede en la primera parte. La "genialidad" del escritor, añadió Étienvre, estriba en que no opone lo trágico y lo cómico, sino en su fusión. Y señaló también que Don Quijote cree que es acogido con gran boato en la ciudad cuando en realidad se están celebrando las fiestas de San Juan.

El profesor subrayó la dimensión simbólica del desafío del Caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcelona, uno de los "horizontes" de Don Quijote en el tramo final de sus aventuras.

En el prólogo del libro Don Quijote en Barcelona, José M. Micó escribe que una de las razones de Cervantes para llevar a Don Quijote a la ciudad se puede encontrar en Boiardo y Ariosto, quienes hablan de un duelo singular -nunca realizado- entre Rinaldo y Gradaso. Ariosto especifica en el Orlando: "sul lito molle di Barcellona" (en la playa blanda de Barcelona).

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