_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La última estatua

Ayer, de madrugada, fue retirada la última estatua de Franco que quedaba en un espacio público de Madrid. La decisión ha sido tomada por el Ministerio de Fomento, en cumplimiento de una moción aprobada en noviembre pasado en el Parlamento, por la que se instaba a retirar de edificios y otros lugares públicos todos los símbolos franquistas. La estatua ha permanecido frente al complejo llamado Nuevos Ministerios durante 49 años. Iniciativas anteriores para retirarla no prosperaron por divergencias respecto a qué organismo debía asumir, como propietario, la responsabilidad de hacerlo. La oposición criticó la iniciativa por considerar que abría sin necesidad heridas históricas ya cerradas.

Más información
FOMENTO APROVECHÓ una licencia de obras de reforma para desmontar la estatua de Franco en Madrid
Fomento aprovechó una confusa licencia de obras de reforma para desmontar la estatua de Franco

Que los episodios históricos sean interpretables de distinta manera no permite ignorar o relativizar hechos como que Franco fue un general golpista que provocó una cruenta guerra civil y, tras su victoria, un gobernante dictatorial de extraordinaria crueldad. En Francia hubo unas 800 ejecuciones de colaboracionistas después de la victoria aliada. Tras la suya, Franco fusiló a no menos de 50.000 compatriotas. Cientos de miles de españoles emprendieron el camino del exilio o sufrieron prisión, o fueron depurados de sus empleos. La Ley de Responsabilidades Políticas, aprobada en 1939, podía aplicarse retroactivamente a todos los que habían apoyado a la República a partir de octubre de 1934. Franco es, sin duda, una figura histórica, como lo es Mussolini, por ejemplo, o Stalin, pero no es imaginable ver en un país democrático una estatua que recuerde y glorifique a éstos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En noviembre de 2002 el Congreso aprobó por unanimidad una declaración en la que se condenaba la represión de la dictadura. Se trataba de una iniciativa de la izquierda que asumió también el PP, partido entonces gobernante. Ese reconocimiento fue necesario: con independencia de la interpretación que cada cual tenga de la guerra, de la política de la República, de la revolución de Asturias, cientos de miles de españoles fueron asesinados, encarcelados o perseguidos injustamente a causa de sus ideas por el régimen fundado por Franco. El consenso entonces logrado en el Parlamento es un bien a preservar. No el olvido, sino la memoria compartida al menos en ese aspecto esencial. Pero quitar estatuas (o cambiar de nombre las calles y plazas que aún conservan el del dictador) es menos importante que saber quién fue y qué hizo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_