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El conflictivo pasado español vuelve con las vidas de Largo Caballero y Lerroux

Las biografías de los dos grandes políticos responden al interés del lector por la historia reciente

José Andrés Rojo

Hubo un tiempo en que los hombres no contaban en la historia. Cuanto sucedía era el resultado del silencioso trabajo de las fuerzas materiales y la economía era la llave para explicarlo todo. Ahora el trato con el pasado no responde a esquemas tan rígidos, y la trayectoria de determinadas figuras es una buena manera de acercarse a las contradicciones de una época. Es lo que proponen las dos biografías que inician la colección Nuestro Ayer, de Síntesis: Francisco Largo Caballero. El Lenin español, de Juan Francisco Fuentes, y Alejandro Lerroux. El emperador del Paralelo, de José Álvarez Junco.

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Alejandro Lerroux (Córdoba, 1864-Madrid, 1949) era una fuerza de la naturaleza cuando tomaba la palabra. Sus largas peroratas anticlericales, españolistas y republicanas irrumpieron en Barcelona con una energía tal que, a principios del siglo XX, terminaron con el control tradicional que sobre el voto tenían hasta entonces allí los partidos de la Restauración. Las masas se agitaron, lo aclamaron, lo veneraron. Sabía tocar sus resortes profundos y no tenía empacho, al hacerlo, en utilizar los recursos menos ortodoxos, como presumir de su imponente virilidad frente a la nadería de sus adversarios.

Francisco Largo Caballero (Madrid, 1869- París, 1946), en cambio, era un mal orador. Tenía buenas dotes de organizador, un talante pragmático, acomodaticio, echaba muchas horas a su tarea incansable de pelear por los derechos de los trabajadores. La furia que podría asociarse al calificativo de "Lenin español" nada tenía que ver con su personalidad, más bien insegura, la de alguien que ha tenido que trabajar mucho para llegar donde llegó, a ser el primer presidente socialista de un Gobierno español en septiembre de 1936.

Con las biografías de estas dos grandes figuras, que tienen un peso decisivo en la historia española de la primera mitad de la pasada centuria, la editorial Síntesis inicia la colección Nuestro Ayer, que pretende llegar desde hoy al gran público con diferentes títulos que aborden de manera rigurosa -pero no académica- los vaivenes de la vida política y social a lo largo de los siglos XIX y XX. José Álvarez Junco publica una versión corregida y abreviada de El emperador del Paralelo. Alejandro Lerroux y la demagogia populista, que editó en Alianza en 1990, y Juan Francisco Fuentes ha escrito Francisco Largo Caballero. El Lenin español.

Prototipo

"El Lerroux del que se ocupa mi libro es el caudillo que reina en Barcelona hasta 1910. Es una figura que representa el prototipo del político: el del gran seductor que imanta a las masas y que es, al mismo tiempo, un hombre corrupto e inmoral, que se aprovecha de su verborrea para colocar a los suyos", explica José Álvarez Junco, director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionalistas, que ha transmitido al personaje que pulula por sus páginas la impronta literaria del pícaro español de todos los tiempos.

"El gran giro que da Largo Caballero en su trayectoria política se produce en torno a 1933", explica Juan Francisco Fuentes, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid. "Es entonces cuando considera que la estrategia moderada del socialismo, la de arrebatar al capitalismo mayores derechos para los trabajadores dentro de una democracia burguesa, nada tiene que hacer ante la llegada del nazismo en Alemania. Es cuando da el giro bolchevique y se convierte en el líder de la facción más radical del socialismo".

Del populismo izquierdista de principios de siglo, Lerroux pasó a convertirse, con el Partido Radical, en una de las figuras del centro-derecha durante la República, siempre con sus asuntos de corrupción a cuestas. Largo, que había sido el gran maestro de la política sindical, fue luego un entusiasta defensor de la línea revolucionaria. Cuando llegó a la cima del poder, en plena guerra, los acontecimientos lo desbordaron. Cambios, reveses, transformaciones, mientras detrás se levanta la dura historia de España.

Alejandro Lerroux.
Alejandro Lerroux.
Manifestación del 1 de mayo de 1931 en Madrid. Francisco Largo Caballero, entre Miguel de Unamuno (derecha) y el entonces alcalde de Madrid, Pedro Rico.
Manifestación del 1 de mayo de 1931 en Madrid. Francisco Largo Caballero, entre Miguel de Unamuno (derecha) y el entonces alcalde de Madrid, Pedro Rico.

Amargos finales

Los dos nacieron en la segunda mitad de la década de los sesenta del siglo XIX y murieron en los años cuarenta del XX. Fueron muy diferentes, pero en sus vidas pasaron por tragos amargos que los emparentan de alguna manera. Cuando la furia populista de Lerroux se amansó y el sistema lo integró, siguió haciendo política como la había hecho siempre: con corruptelas. El escándalo del estraperlo lo dejó fuera de juego en 1935. Toda su fuerza se desinfló, y él, que había sido un gran luchador, perdió entonces sin librar batalla alguna.

Largo Caballero fue más bien hombre de despachos. Durante la dictadura de Primo de Rivera puso más énfasis en la continuación de una discreta lucha sindical, que permitía que los obreros mantuvieran sus conquistas, que en el cuestionamiento de un régimen militar. El hombre pragmático se convirtió en ministro de Trabajo cuando llegó la República. En plena crisis de mayo de 1936, la minoría socialista que lideraba en las Cortes se opuso a que Azaña encargara a Indalecio Prieto formar Gobierno. Algunos creen que fue entonces cuando los socialistas perdieron la oportunidad de realizar, a través de una de sus figuras más moderadas, una política más prudente que acaso hubiera evitado la guerra. Largo fue presidente porque encarnaba los deseos revolucionarios de las masas que luchaban contra Franco. Luego cayó por una conspiración comunista.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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