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EL DEBATE SOBRE EL TRATADO EUROPEO

Zapatero solemniza el rechazo del Gobierno al 'plan Ibarretxe' en el debate sobre el referéndum europeo

Rajoy utiliza el pleno sobre el Tratado de la UE para arremeter contra el proyecto de Estatuto vasco

El Congreso de los Diputados aprobó ayer por unanimidad la convocatoria del referéndum sobre la Constitución europea para el próximo 20 de febrero: 300 votos a favor y una abstención, con toda probabilidad un error de un diputado popular. Pero el líder del PP, Mariano Rajoy, intentó cambiar el rumbo del debate para convertirlo en una discusión sobre el plan Ibarretxe, y con ello dio la oportunidad al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de solemnizar en sede parlamentaria un "no, claro, firme y rotundo" al proyecto. Al PNV le advirtió de que es muy importante la mayoría del Parlamento vasco, pero "bastante más importante" la del Congreso. El presidente también dejó claro que el proyecto de Estatuto vasco se debatirá en la Cámara baja.

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La unanimidad sobre la autorización del referéndum era absoluta. La sesión extraordinaria del Congreso estaba convocada para otorgarla y la lógica decía que la sesión podría ser poco más que de trámite. Pero la realidad política tiene lógicas distintas y hace saltar las costuras de los vestidos institucionales.

Zapatero defendió con ardor la Constitución europea para abrir el debate, pidió que se autorizase el referéndum, algo que era poco más que un formalismo con respuesta positiva asegurada y no hizo la más leve mención, directa o indirecta, a cualquier otra cuestión como no fuese la afirmación de que "una Europa fuerte y unida es lo mejor para una España unida y fuerte".

Y en esto llegó Rajoy a la tribuna, anunció su apoyo al referéndum, se declaró, como su partido, partidario del a la Constitución europea, reiteró que pedirán el voto favorable, lanzó los primeros puyazos al Gobierno ya que, de haber gobernado el PP, hubiese intentado que la Ley Fundamental de la UE fuese otra y se lanzó en tromba hacia el plan Ibarretxe.

Empezó sin citarlo, contraponiendo lo que la Constitución europea significa de intento unificador con que hoy "se cuestiona la España constitucional" y "se trata de desmantelar a las bravas la obra de convivencia cívica".

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Después se aproximó más al recordar que la Ley Fundamental define a Europa como "una unidad plural asentada exclusivamente sobre Estados" y que eso supone "respetar la identidad soberana de los Estados miembro".

"Con alfombra roja"

Por fin citó expresamente al plan Ibarretxe, para reprochar el anuncio del Gobierno de aceptarlo y debatir su admisión a trámite, diciendo que a la pretensión del lehendakari, Juan José Ibarretxe, "le vamos a conceder el honor de recibirla en esta casa con alfombra roja y debatirla como si fuera una proposición seria y democrática. Esta Cámara se propone tomar en consideración algo que es notoriamente inconstitucional".

Para Rajoy, resulta paradójico que vaya a tomarse en consideración "un proyecto que ofende a los españoles, que es anticonstitucional, que es antidemocrático, que fractura la sociedad vasca y que insulta a las víctimas del terrorismo" Anunció que defenderá con toda la fuerza "el derecho de los ciudadanos vascos a no ser nacionalistas a la fuerza".

Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz del PSOE, ya advirtió a Rajoy de la incongruencia de haber introducido el problema vasco en el debate sobre la autorización del referéndum europeo, pero fue Zapatero el que en su réplica retomó el asunto para mostrarle su sorpresa porque "después de pasarse la mitad de su intervención hablando del plan Ibarretxe diga que lo que no quiere es que se discuta" en el Congreso.

A partir de ahí hiló su discurso: el proyecto llegará desde un Parlamento autónomo que tiene una legitimidad clara "para enviarlo al Congreso" y, además, el Gobierno quiere que "la Cámara de la representación de la soberanía popular o nacional" se pronuncie como sobre todas las cuestiones "de gran importancia o de gran interés". Si no se hace así, el presidente está convencido de que "se debilita el debate" y, acto seguido confirmó que el Grupo Socialista responderá al plan con "un no claro, firme y rotundo", pero garantizando que "la soberanía popular se pronuncie (...) en nombre de todos los ciudadanos de este país".

La mayor sorpresa del debate la dio el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, que dedicó una buena parte de su intervención a defender la fórmula del referéndum, la consulta directa a la ciudadanía, y a criticar con dureza lo que él entiende como reticencia de la clase política española hacia cualquier forma de democracia directa. Adujo que, en 26 años de vigencia de la Constitución, ésta será la segunda vez que se active el mecanismo de la consulta popular -la primera fue en 1986, para la integración de España en la OTAN- y siguió insistiendo en que al ciudadano se le convierte "en un personaje extraño e incómodo: una especie de enemigo" al que sólo se le da voz cada cuatro años "para emitir su voto en las elecciones y punto".

Para entonces estaba ya muy claro que Erkoreka estaba haciendo una defensa del referéndum anunciado por el lehendakari sobre su plan, aunque sin mencionarlo en ningún momento. Pero el portavoz del PNV se mostró mucho más explícito cuando explicó que "todo el mundo, diarios, radios, gabinetes de investigación, consultoras, universidades, pueden llevar a cabo encuestas de opinión sobre cualquier tema de interés público". "Pero, ¡ojo!", añadió, "un gobernante democráticamente elegido no puede recabar la opinión de sus ciudadanos sobre un tema de incuestionable relevancia política sin superar previamente un calvario de permisos y autorizaciones que, además, no se conceden automáticamente, sino que se otorgan o se deniegan con total discrecionalidad".

La sorpresa de la intervención de Erkoreka la completó Zapatero, que entró a fondo en la cuestión para replicarle que no tenía inconveniente "en darle toda la razón y en decir que el referéndum, como instrumento de democracia directa", le parece "un mecanismo perfectamente lógico".

Pero de inmediato le lanzó un reproche irónico: a Erkoreka se le había olvidado -suponía que "no intencionadamente"- el que "se pueden convocar todos los referendos que se quiera siempre que se convoquen y que respondan a lo que el ordenamiento jurídico permite y facilita".

Nadie rechaza un referéndum, argumentó el presidente del Gobierno, pero apuntaló el reproche con esta advertencia: "A lo que sí hay un rechazo amplio, razonable y lógico (...) es a que alguien pretenda convocar un referéndum si no puede hacerlo".

En medio introdujo un aviso político: "En un grupo de profunda tradición democrática como es el Partido Nacionalista Vasco debería ser comprensible e incluso deberían de estar en esta posición", de no admitir convocatorias de consultas populares sin estar capacitados para ello.

El portavoz del PNV no pudo disimular su enfado en su segunda intervención -al concluir la sesión llegó hasta el escaño de Zapatero, en clara actitud de proseguir la discusión-, en la que calificó las expresiones del presidente como "reproche preventivo" para contestarle de la misma forma al recordarle que el pacto del Gobierno tripartito en Cataluña, entre PSC, ERC e ICV, contempla la consulta popular si el Congreso rechaza la reforma del Estatuto de aquella comunidad.

La intervención final de Zapatero fue aún más dura. Aquí fue cuando aprovechó para hacer explícito que había contestado a las intervenciones sobre el plan Ibarretxe para evitar que puedan reprocharle "inexistencia de respuesta" o "mirar para otro lado" pero, sobre todo, se dirigió personalmente a Erkoreka, al que empezó por calificar de "gran demócrata y progresista", para decirle de inmediato que "lo progresista es respetar la legalidad" y que las rupturas de la legalidad en asuntos "serios, graves", se ha hecho siempre "por fuerzas reaccionarias, conservadoras e integristas". Zapatero concluyó con una afirmación lapidaria: admitió que era muy importante "la voluntad de una mayoría de un Parlamento autonómico", pero "señor Erkoreka", dijo, "le falta un argumento para completar una reflexión consistente: que la mayoría de esta Cámara es también muy importante; si me permite, bastante más importante".

A Rajoy le reprochó que insista en reclamar ahora un recurso ante el Tribunal Constitucional ya que, dijo, eso no es posible porque no estamos ante una norma en vigor y que el Constitucional ya se pronunció rechazando un recurso del Gobierno del PP. Hacerlo otra vez supondría "una nueva segunda derrota y alentar más a los que defienden ese estatuto político". Por ahora, sólo la vía política en un "debate abierto, cara a cara, mirando a los ojos a quienes se les tiene y tenemos como demócratas en esta Cámara y diciéndoles no con todas las consecuencias".

Silencio ante ERC

El líder popular, Mariano Rajoy, intentó en varios momentos destacar la contradicción de que los socios parlamentarios del Gobierno, Izquierda Verde y los republicanos catalanes, sean quienes se oponen a la Constitución europea.

Ayer no estuvo presente el portavoz de ERC, Joan Puigcercós, al parecer de viaje en el extranjero, y subió a la tribuna su compañero Joan Tardà, que no dejó títere con cabeza al mostrar su indignación contra la Constitución europea y anunciar una activa campaña de su partido a favor del no para ver si logran, dijo, que Europa se entere de que existe la lengua catalana.

Ni Tardà ni Rajoy consiguieron romper el silencio de Zapatero hacia ERC, salvo para decir que las posiciones contrarias le merecen "todo el respeto".

El resto de los grupos también manifestó su apoyo al referéndum y Joan Herrera (IV), Francisco Rodríguez (BNG) y Begoña Lasagabaster (EA) hicieron saber su rechazo al texto constitucional.

Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de CiU, que tuvo que abandonar el pleno tras conocer el fallecimiento de un pariente, además de apoyar la convocatoria de referéndum en su intervención inicial, anunció que hará todo lo posible para que CiU anuncie el sábado una "posición positiva" hacia la Constitución.

El jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, a la izquierda, conversa con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, al final del debate en el Congreso.
El jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, a la izquierda, conversa con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, al final del debate en el Congreso.RICARDO GUTIÉRREZ

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