El Ejército indonesio respondió mal y tarde a las necesidades de las víctimas de Aceh
Muchos vehículos militares quedaron inutilizados porque los conductores huyeron del caos
El Ejército indonesio, que ha gobernado esta inestable provincia durante 30 años, debería haber podido movilizar fácilmente una operación de socorro después del 26 de diciembre, día de la catástrofe que barrió del mapa la capital provincial. Pero hubo un problema: casi todos los conductores militares abandonaron su puesto en busca de un lugar más seguro, y algunos escaparon a cientos de kilómetros de distancia. La deserción masiva de esos conductores significó que los vehículos militares de transporte y otro material pesado necesario para salvar vidas no tenían quien los manejase.
Éste es un ejemplo de cómo Indonesia, el país que más vidas ha perdido a causa del tsunami, aparece como el más lento en evaluar la magnitud de lo que ocurría. La gente normal y corriente en Indonesia entendió mucho antes que su Gobierno la necesidad de la ayuda. Con los muertos aún en las calles, el director del diario The Jakarta Post criticó al Gobierno en un artículo en primera página pidiendo coordinación.
La semana pasada, cuando dos médicos de la Armada estadounidense llegaron a Meulaboh para prestar ayuda fueron recibidos por los escépticos mandos militares indonesios en la zona. "Qué hacen ustedes aquí?", fue el saludo con que les recibieron. Al final la hostilidad desapareció, pero el incidente es un ejemplo del fracaso en las comunicaciones y coordinación en los primeros días del desastre, y un obstáculo importante fue que la calamidad se centrase en Aceh, la provincia más reservada de Indonesia, en la cual se ha desarrollado una guerra civil intermitente durante tres décadas.
Los militares indonesios temen que los separatistas de Aceh puedan explotar el caos, en contraste con Sri Lanka, donde el Gobierno y los rebeldes tamiles parecen haber acordado una tregua para facilitar la ayuda a la población y poder sepultar a los muertos.
Los extranjeros tenían prácticamente prohibida la entrada en la provincia antes del desastre, y los periodistas necesitaban permiso especial para viajar a Aceh, cosa que raramente era concedido, así es que cuando los gobiernos y organizaciones extranjeras pidieron que sus aviones con ayuda pudiesen tomar tierra en Banda Aceh, el primer impulso del Gobierno indonesio fue insistir en que aterrizaran en Meda, ciudad situada a unos 400 kilómetros de distancia y a 12 horas por carretera. De de esta forma, los equipos de emergencia estuvieron retenidos durante días por falta de autorización oficial.
El sábado, casi una semana después del tsunami, esa política cambió tras la visita del presidente indonesio, Susilo Bambang, y ahora los aviones con ayuda ya pueden aterrizar en el aeropuerto militar de Aceh.
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