"La adopción internacional debe ser una solución temporal"
La situación de pobreza de millones de niños se puede solucionar con decisiones políticas y económicas. Este es el mensaje que defiende la presidenta de Unicef en el País Vasco, Consuelo Crespo (Barcelona, 1953), que ejerce este cargo sin remuneración desde 1995. Reclama una mayor preocupación en valores como la generosidad y la solidaridad, y considera que las adopciones de niños de terceros países deben ser asumidas sólo "como una solución temporal".
Pregunta. ¿Qué papel juega la delegación vasca de Unicef?
Respuesta. Nuestra labor es sensibilizar, informar y transmitir toda la experiencia de Unicef en el mundo. Además, pretende ser un referente en el País Vasco en la aplicación de los derechos de la infancia y en la recaudación de fondos para llevar a cabo proyectos en lugares empobrecidos del planeta.
"Los niños no se están formando en valores como la generosidad y la solidaridad"
"Hay conocimientos, personas, estrategias y dinero suficientes para acabar con la pobreza"
P. ¿Qué respuesta recibe por parte de la sociedad vasca?
R. Es realmente buena. En el conjunto de España somos el comité que cuenta con una cantidad más alta de recaudación por habitante. El año pasado logramos cerca de tres millones de euros a través de la venta de tarjetas de Navidad, de las cuotas de los 10.800 socios, de los donativos en emergencias o de las recaudaciones obtenidas en los actos sociales y culturales que organizamos. Evidentemente, con una mayor cantidad de fondos, el impacto de nuestra labor en las zonas más pobres de distintos países del mundo se multiplica. Y por ello trabajamos.
P. ¿Cuál es la situación de la infancia vasca?
R. En lo que se conoce como países desarrollados es evidente que las demandas y necesidades básicas están cubiertas. Disponemos de unos sistemas educativos y sanitarios gratuitos y universales. Ésta, desde luego, es una base fundamental. A partir de ahí, uno se puede cuestionar si damos a nuestros hijos los referentes adecuados para desarrollarse como personas. En las sociedades de la abundancia también existen carencias, pero son de otro tipo.
P. ¿Por ejemplo?
R. Las drogas, la violencia, el consumismo desaforado, la competitividad a cualquier precio... La convención de los derechos del niño recoge el derecho a un desarrollo pleno, que incluye el intelectual y el cultural.
P. Por tanto, ¿esos modelos y referentes de los que habla no se dan?
R. No, no los damos. Los referentes con los que cuentan los niños son la competitividad, la agresividad, el individualismo exacerbado..., que no permiten ver otros valores como la generosidad o la solidaridad.
P. ¿Esto puede explicar los últimos sucesos de violencia en la escuela o entre adolescentes?
R. Para mí es un resultado de todo esto. Insisto: es, y hablo desde una visión personal, un problema de valores, y no hay que olvidar que los derechos humanos se asientan en unos valores que no son utópicos, que hay que cultivarlos.
P. Las estadísticas que, en fechas recientes, recogía el informe anual de Unicef y el de la FAO sobre pobreza y situación de la infancia no invitaban precisamente al optimismo. ¿Qué se puede hacer desde aquí para erradicar esa situación?
R. La sociedad debe asumir que hoy es posible terminar con estas situaciones de pobreza y exclusión porque existen los conocimientos, las estrategias, las personas y el dinero para poder hacerlo. Lo que falta es la voluntad política de llevarlo a cabo. Con decisiones políticas y económicas se podrían cambiar las situaciones de pobreza en un plazo no demasiado largo.
P. ¿No cree que instrumentos como la Convención de Derechos del Niño, de la que se cumple su 15º aniversario, quedan en papel mojado?
R. En absoluto. Es una herramienta útil y muy necesaria para cambiar el concepto de la cooperación. Ha convertido una ayuda voluntaria y altruista en un principio de justicia. Todos los países tienen derecho al desarrollo, no es una utopía, y es realizable.
P. Cada vez son más las parejas vascas que adoptan niños de terceros países. ¿Se puede considerar como una vía de ayuda a los más desfavorecidos?
R. Bien... En primer lugar, en estos casos siempre hay que dar prioridad al bien del niño. En segundo lugar, Unicef cree que el trabajo hay que enfocarlo hacia el desarrollo de los países y de las comunidades. La renuncia a tus raíces para poder sobrevivir debería ser un mal menor, la última solución. Está muy bien que se adopte, pero el objetivo no es ése, sino resolver el problema en el lugar de origen. Debemos ver la adopción como una solución temporal.
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