Viñedos de pie franco

La renovación de las cooperativas sigue imparable, pese a lo arduo de la tarea. No es fácil convencer a los viticultores asociados de que la calidad tiene un precio. Una gestión de corte empresarial y la discriminación de la uva son los pilares del progreso. Y si alguien puede hacer un vino de calidad sin mayores problemas, son las cooperativas con cientos de hectáreas de viñedo donde escoger. Eso es lo que hace la cooperativa de Nuestra Señora del Rosario, que si bien es capaz de elaborar más de 20 millones de litros a partir de sus 3.500 hectáreas, lo es también de crear este tinto portentoso.

Han escogido unos viñedos de pie franco, es decir, plantados directamente en la tierra, con una vejez media de 60 años y una producción bajísima. El vino ofrece así una concentración poderosa, llena de fruta madura (moras, frambuesas, cerezas) que se funde con las especias y los tostados en un paisaje umbrío y cálido. Casi masticable, el paladar se llena de fresca golosina frutal, de entrañable sabor a regaliz, de telúrica vaporosidad mineral.