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El consumo de naranjas en Europa sigue bajando pese al esfuerzo del sector

Intercitrus empezó hace seis años a impulsar acciones de promoción exterior

España es el principal vendedor de naranjas y mandarinas al resto de la Europa no productora. Hace seis años, sin embargo, y ante el descenso detectado en los países desarrollados de éstas y otras frutas frescas tradicionales, el sector citrícola, representado en Intercitrus, empezó a impulsar acciones de promoción. Pese a este esfuerzo, el consumo de naranjas en Europa mantiene una tendencia a la baja, que no se logra compensar con una mayor estabilidad en el grupo mandarinas.

El estancamiento del consumo de cítricos hizo que, a finales de los años 90 (concretamente en el periodo 1998-1999), el sector empezara a orquestar campañas de promoción en Europa (incluida España) y ahora también en Estados Unidos, con aportaciones no sólo sectoriales sino de las administraciones autonómica, central y europea. La tendencia a la baja en el consumo, en cualquier caso, se detectaba en los países desarrollados desde los años 80 y afecta a las frutas más tradicionales. Es en esos años en los que también se observa un incremento de los productos considerados sustitutivos, como zumos o derivados lácteos.

Con todo, y pese al esfuerzo realizado por el sector, seis años después el consumo de naranjas en los países no productores de Europa no remonta. Es más, su tendencia es a la baja, según un informe elaborado este año por la interprofesional citrícola española Intercitrus y en el que pulsa la evolución del consumo en Europa de fruta fresca en general y el de naranjas y mandarinas en particular.

Los datos que maneja Intercitrus muestran que la situación no se ha invertido. El consumo de naranjas en los países no productores de Europa (los datos van de 1995 a 2002) marca una tendencia decreciente. En los últimos ocho años, sólo Suecia y Dinamarca han incrementado su consumo de naranjas. El nivel de consumo, por su parte, se ha mantenido estable en Bélgica, Francia, Finlandia y Reino Unido y muestra una tendencia a la baja en Alemania, Austria y Holanda. Los últimos datos disponibles indican que el consumo en estos países oscila entre los 12,5 kilos por persona y año registrados en Bélgica y los 4,9 kilos de Irlanda. Estos datos, por otro lado, evolucionan de forma muy diferente a los que se registran en España, país del que proceden el 60% del grupo de naranjas y mandarinas que llegan a estos países europeos, y donde crece el consumo de naranjas. En 2002 (último año disponible) cada español consumió 23,8 kilos de naranjas de media, un kilo y medio más que un año antes. Los envíos españoles, a pesar de lo descrito, ganan terreno en Europa en detrimento de otros países competidores.Este particular mapa de consumo se completa con los datos de las mandarinas, menor en cifras absolutas en cada uno de los países europeos no productores (el informe no incluye aún los datos de los nuevos socios europeos), pero cuya tendencia es más favorable y apunta hacia un crecimiento. Únicamente en Alemania y en Austria, el consumo de mandarinas también ha bajado de forma clara en los ocho años analizados. En números redondos, los daneses son los europeos que más mandarinas consumen, con una media de 6,8 kilos por persona y año. La otra cara de la moneda la presenta Holanda, el segundo país en demanda de naranjas pero que apenas consume 3,2 kilos de mandarinas por habitante.

Los cítricos, por lo tanto, siguen sufriendo el retroceso en la demanda que sufren las frutas frescas más convencionales. El informe apunta, entre otras cuestiones, los cambios sociales, que conllevan menos tiempo para adquirir y preparar alimentos. Y explica que el mayor consumo lo registran las personas mayores y los adultos independientes, mientras que el menor está entre las parejas jóvenes con hijos.

El informe de Intercitrus defiende que el objetivo principal de la promoción citrícola es habituar a los niños a comer naranjas y clementinas desde la infancia, ya que es en este periodo en el que se adquieren principalmente los hábitos de alimentación. La promoción es vista como un trabajo de fondo a largo plazo.

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La interprofesional también menciona que en estos seis años se han invertido 45 millones de euros en campañas de promoción y considera los resultados positivos en comparación con campañas de publicidad de otros productos dirigidas a un público similar. Más positivas, añade el informe, teniendo en cuenta que las inversiones en estas campañas son "muy inferiores" comparativamente a las realizadas para promocionar los productos sustitutivos.

En un momento en el que se vive un profundo desencuentro en el seno de Intercitrus (en el que están representados productores, industria, comercio y cooperativas) sobre la financiación de las campañas de publicidad, el informe esgrime una batería de razones para realizar este tipo de promoción.

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