La semilla del Grupo Islámico Armado en Levante
La semilla del Grupo Islámico Armado (GIA), el sanguinario grupo terrorista que asesinó en Argelia a centenares de personas, prendió en España a finales de los años ochenta y se extendió como una mala hierba por algunas localidades de la costa levantina. Una década después, aquellas raíces han dado un fruto venenoso. Allekema Lamari, el presunto jefe del 11-M, y Mohamed Achraf, el dirigente de la célula que proyectaba volar la Audiencia Nacional y el estadio Santiago Bernabéu, militaron en este grupo escindido y reconvertido en el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).
Casi nadie imaginó entonces que aquellos miembros del GIA argelino que llegaron a España camuflados entre el pasaje de los barcos que cubren la línea Orán-Alicante serían el caldo de cultivo del mayor ataque terrorista sufrido por la Unión Europea.
La exportación terrorista del GIA a Francia la inició en 1994 el emir Jamal Zitouni, un firme defensor de la teoría panislamista, y culminó un año después con una campaña de atentados en Francia. Entonces el GIA era una organización piramidal y estructurada. Un informe de la policía italiana lo explica así: "Los autores de los atentados eran elementos internos de la estructura directamente manipulados desde Argel por el propio Zitouni, gracias al cual áreas y grupos que en un principio eran sólo de apoyo político, se convirtieron en grupos de apoyo operativo en territorio francés". Allí intentaron varios atentados.
División interna
La eliminación de Zitouni en 1996 provocó la división interna del grupo que se separó en tres ramas distintas: el AIS, dirigida a atacar al Estado apóstata y que aceptó en 1998 la tregua propuesta por el Gobierno argelino; la corriente de Antar Zouabri, sucesor de Zitouni, que siguió la estrategia de extender el terror tanto en Argelia como en Europa; y los desidentes que crearon el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) de Hasan Hattab, ex colaborador de Zitouni.
Los salafistas de Hasan Hattab lograron el mayor predominio en Europa y a su grupo se unieron el resto de las escisiones del GIA, según asegura el referido informe policial. Esta red y la que lideraba Abu Doha, un antiguo emir en campos de adiestramiento afganos, fueron los que introdujeron comandos terroristas en Europa.
Abu Doha fue detenido en Londres y varios de los comandos de Hattab en Europa han sido desarticulados en los últimos años, pero la semilla que sembraron aquellos primeros militantes ha dado su fruto y las detenciones de salafistas en Italia, Alemania, Bélgica, Reino Unido y España son cada vez más habituales. El salafismo está en Europa.
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