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Holanda cierra 140 explotaciones ganaderas tras el hallazgo de dioxinas

El Ministerio de Agricultura localiza en Cataluña dos reses importadas de las granjas selladas

Isabel Ferrer

El ministerio holandés de Agricultura ordenó ayer el cierre de 140 granjas de cría de ganado vacuno y de cerdos, ovejas y cabras al haber descubierto dioxina, una sustancia cancerígena tras consumos prolongados, en la leche producida en una de ellas. Todos los establecimientos sellados utilizaban un pienso elaborado con peladuras de patata importado de Alemania y que estaba contaminado con esas sustancias. El Ministerio de Agricultura español sólo tiene constancia de la importación de dos vacas procedentes de esas granjas, que ya están siendo analizadas.

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La medida holandesa, considerada precautoria, ha sido comunicada a la UE y se mantendrá vigente hasta que los investigadores averigüen si la carne de los animales está contaminada. Entretanto, las autoridades belgas cerraron ayer mismo otras ocho granjas que utilizaban el mismo pienso alemán.

"El cierre es preventivo hasta que sepamos si la leche de otras granjas está contaminada y si alguno de sus productos ha entrado en la cadena alimentaria", señalaron ayer fuentes ministeriales holandesas.

El Servicio de Higiene Alimentaria considera que no existe de momento riesgo para la salud. Las concentraciones de dioxina de la leche o la carne tienen que ser muy elevadas, o su consumo muy prolongado y abundante, para crear problemas. Pero una exposición prolongada del ganado al pienso contaminado sí puede resultar peligrosa, porque la dioxina se va acumulando en la grasa de los animales.

Las peladuras de patata que han provocado la contaminación procedían de empresas alemanas fabricantes de patatas fritas. Estas últimas son aptas para el consumo humano dado que la dioxina sólo estaba en el exterior del tubérculo, según el ministerio holandés.

La dioxina apareció primero en la leche producida por una granja de Lelystad, en el centro del país. Tanto dicha empresa como las otras 139 han sido selladas y sus animales no pueden ser vendidos ni sacrificados. La leche tampoco se comercializa. La investigación oficial, que estará lista la próxima semana, debe esclarecer asimismo el destino final de dos terneras procedentes de una de las firmas clausuradas. En cuanto al pienso, la partida elaborada con los restos de patata contaminados fue exportada a Alemania y Bélgica.

Esta alerta alimentaria recuerda otros dos casos similares ocurridos en Bélgica y Holanda entre 1999 y 2002. En el primero, la dioxina contaminó varios centenares de granjas avícolas que producían gallinas y huevos. La UE ordenó la destrucción de todas las aves sospechosas de haber consumido piensos con la toxina y el Gobierno belga tuvo que retirar de los comercios las mayonesas y pasteles elaborados con los huevos vendidos. El escándalo provocó la dimisión del entonces ministro de Agricultura, Karel Pinxten, cuando se supo que habían pasado tres meses entre el anuncio de la contaminación y la destrucción de los alimentos. Holanda, Francia y Alemania fueron los países que habían importado más productos belgas.

En el caso holandés de hace dos años, lo que se encontró fue una hormona ilegal de crecimiento en los cerdos criados en granjas porcinas. Al menos 50.000 animales fueron sacrificados y cerradas todas las explotaciones porcinas nacionales.La Agencia Española de Seguridad Alimentaria aseguró ayer que no hay razón para la alarma. El Ministerio de Agricultura español ha localizado en Cataluña dos vacas importadas de las granjas holandesas, que ya están inmovilizadas y en proceso de análisis.

La dioxina es una sustancia química formada en procesos de combustión, por ejemplo en las incineradoras de basuras, y en las industrias que queman productos clorados. Las erupciones volcánicas y los incendios forestales también la producen. Presente en la atmósfera, la tierra, el agua y la cadena alimentaria misma, está considerada cancerígena por la OMS, pero sólo tras exposiciones o consumos prolongados y persistentes.

Piezas de vacuno en un almacén de Bruselas, durante la crisis de las dioxinas en 1999.
Piezas de vacuno en un almacén de Bruselas, durante la crisis de las dioxinas en 1999.REUTERS

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