El primer ministro iraquí anuncia el asalto inminente contra la ciudad de Faluya
El Gobierno de Tokio confirma que el cadáver decapitado es del ciudadano japonés secuestrado
El primer ministro interino iraquí, Ayad Alaui, subió ayer el tono de sus amenazas a los rebeldes de la ciudad asediada de Faluya. Alaui dijo que la posibilidad de encontrar una salida pacífica se alejaba y anunció un asalto inminente. El jefe del Gobierno afirmó que en las últimas semanas 167 supuestos militantes islamistas, en su mayoría extranjeros, han sido detenidos, además de miles de seguidores del antiguo vicepresidente de Sadam Husein, Izzat Ibrahim. El Gobierno japonés, tras confirmar la muerte decapitado de uno de sus ciudadanos, anunció que iba a mantener sus tropas en Irak.
"Nuestra paciencia se está acabando", dijo el primer ministro ayer en referencia a la ciudad rebelde suní de Faluya, situada a unos 60 kilómetros al oeste de la capital. Alaui aseguró que su Gobierno mantiene su oferta de paz a los habitantes de la ciudad, rodeada por los marines estadounidenses, que ultiman los preparativos para el asalto final. Una delegación de la Asamblea Nacional interina está todavía negociando en la ciudad una solución pacífica a la crisis, que pasaría por la salida de los combatientes extranjeros y la entrega de las armas pesadas. "Si no se puede arreglar de forma pacífica, lo haremos por la fuerza", advirtió Alaui. "El tiempo se acaba, nos acercamos al final", añadió.
Según el jefe del Gobierno interino, Faluya y Ramadi, otro importante feudo de la insurgencia suní, se han convertido en los santuarios de los seguidores del jordano Abu Musab al Zarqaui, considerado por Estados Unidos como el hombre de Al Qaeda en Irak. "No puede haber una salida pacífica con la gente de Zarqaui, ni con la gente de Sadam ni con la gente de Bin Laden", declaró Alaui.
En Ramadi, a unos 100 kilómetros al oeste de Bagdad, 10 iraquíes murieron ayer en nuevos enfrentamientos entre los rebeldes y las tropas estadounidenses, según fuentes hospitalarias. Un marine falleció y tres fueron heridos cuando un artefacto estalló al paso de su convoy en la ciudad, según pudo observar un periodista de la agencia France Presse que acompañaba a los soldados.
No fueron los únicos asesinatos ayer en Irak. En Tikrit, la ciudad natal de Sadam Hussein, el impacto de un misil en un hotel acabó con la vida de, al menos, 15 iraquíes.
Horas antes de que se produjera esa explosión, el primer ministro iraquí había anunciado que en las últimas semanas las autoridades han detenido a 167 supuestos combatientes islamistas, entre ellos, sólo 11 iraquíes. Cuatro lugartenientes de Al Zarqaui -Abu Anas al Shami, un palestino; Abu Mohamed al Lubnani, un libanés; Abu Ahmed al Tabuki, un saudí, y Abu Omar al Masri, un egipcio- fueron abatidos, aseguró. Alaui dijo que "unos millares de seguidores" del ex vicepresidente en la era de Sadam Husein Izzat Ibrahim también han sido detenidos en las últimas semanas, entre ellos dos de los principales ayudantes de Ibrahim.
En el frente de los secuestros, el Gobierno japonés confirmó ayer que el cuerpo decapitado encontrado el sábado en Bagdad era, efectivamente, de Shosei Koda, un joven de 24 años que aparentemente había sido secuestrado la semana pasada cuando viajaba en autobús entre Ammán, la capital de Jordania, y Bagdad. Se trata del quinto japonés que muere en Irak desde el inicio de la guerra, informa Mónica Chapuli.
El primer ministro nipón, Junichiro Koizumi, expresó su "ira por este acto cruel e inhumano", pero rechazó la posibilidad de retirar sus tropas de Irak. El grupo islamista de Al Zarqaui había amenazado en un vídeo difundido en Internet con decapitar a Shosei Koda en un plazo de 48 horas si su país no retiraba sus soldados. La policía iraquí encontró el cuerpo el sábado en Bagdad cerca de la calle Haifa, una zona donde la insurgencia es muy activa. Japón tiene desplegados en Irak a unos 550 soldados cerca de Samawa, a unos 270 kilómetros al sur de la capital. El contingente efectúa oficialmente labores humanitarias y de reconstrucción, pero su actividad ha sido muy limitada por la falta de seguridad.
El embajador de Polonia en Irak pidió ayer la clemencia de los secuestradores de una ciudadana polaca, después de reunirse en Bagdad con el presidente del Comité de los Ulemas, una importante autoridad suní.
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