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PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2004

Los oncólogos esperan la segunda revolución

Los investigadores han entendido ya cómo y por qué se produce el cáncer, y ésa ha sido la primera revolución de la oncología, pero falta la segunda y más importante: aprender a utilizar el conocimiento adquirido en los últimos 20 años para prevenir y tratar la enfermedad, y curar a los pacientes. Tres de los cinco oncólogos -no llegaron a tiempo Tony Hunter y Robert Weinberg- que han obtenido el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, Joan Massagué, Judah Folkman y Bert Vogelstein, animaron ayer a los jóvenes científicos, durante un encuentro con estudiantes organizado por el Instituto Oncológico de la Universidad de Oviedo, a emprender ese camino que, según calculó Vogelstein, puede durar todavía 10 o 15 años. "Estamos satisfechos con lo hecho hasta ahora", resumió Massagué, "pero lo más importante no es el éxito de ayer sino el experimento de hoy".

Barcelonés residente en Estados Unidos desde 1982 y actual director del programa de Biología y Genética del Cáncer del Memorial de Nueva York, Massagué explicó primero sus hallazgos sobre la cadena de información que manejan las células antes de empezar a transformarse y dividirse, y luego reconoció que ahora falta por averiguar lo más importante: cómo y por qué se produce la metástasis, la palabra letal para cerca del 90% de los pacientes: "Ése es nuestro actual reto y el de muchos otros grupos de investigadores: saber cómo desarrollan las células las capacidades que las permiten viajar a corromper los órganos vitales desde órganos que no son vitales".

Anticipación

Vogelstein, de la Universidad Johns Hopkins y autor de la identificación de los genes cuya mutación causa el cáncer de colon, subrayó la idea: una vez terminada la revolución que ha permitido "entender esta enfermedad básicamente genética en la que intervienen no uno sino varios genes", la próxima generación deberá "encargarse de aplicar ese conocimiento a la práctica preventiva y terapéutica". El profesor de Harvard Judah Folkman, que en los años sesenta descubrió cómo se produce la angiogénesis tumoral (la capacidad de los tumores para crear vasos sanguíneos propios que les permiten nutrirse y crecer) y después sintetizó diversas proteínas que ayudan a bloquear ese proceso, apuntó algunas vías para el futuro: "Necesitamos terapias menos tóxicas y ser capaces de diagnosticar precozmente a partir de biomarcadores. El objetivo es llegar a tratar el cáncer como se tratan los problemas cardiacos: anticipándonos".

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