El caviar del Guadalquivir
Científicos granadinos aseguran que es posible la repoblación de esturiones, extinguidos en los setenta
Como el mar Caspio, las riberas del Guadalquivir fueron hasta la década de los setenta una fuente inagotable de excelente caviar. Pero la abusiva pesca del esturión, del que se extrae el delicado manjar, y la construcción de la presa de Alcalá del Río (Sevilla) en 1931, que impedía su recorrido reproductivo río arriba, acabaron poco a poco con esta especie de la que, entre 1932 y 1966 se capturaron 160 toneladas, que producían un caviar "de calidad similar al ruso", según Teodoro Classen, un especialista de ese país contratado en aquella época por la factoría que lo elaboraba en Coria del Río (Sevilla).
El sueño de este otro oro negro podría renacer a tenor del estudio presentado ayer por el forense José Antonio Lorente y el grupo de Genética Molecular de la Universidad de Granada. Analizando el ADN de tres de los últimos peces capturados en ese río, conservados en la Estación Biológica de Doñaña, los científicos han descubierto que parte de los esturiones andaluces pertenecían a la especie Acipenser naccarii que, desde 1984, se cría con éxito en una piscifactoría de Riofrío (Granada). "Bastaría aclimatar esos peces al río para poder repoblarlo", dijo ayer Manuel Ruiz, del departamento de Genética.
Hasta ahora, se pensaba que los esturiones del Guadalquivir pertenecieron a la variedad Acipenser sturio, de la que sólo queda un macho en un vivero del río Garona (Francia), en el que se desarrolla a duras penas el programa europeo de recuperación de esta especie, cuyas hembras no se reproducen hasta que cumplen los 15 años.
Boris Goncharov, de la Academia de Ciencias de Rusia, y Alexander Nikolaiev, vicepresidente científico de la Convención sobre el Comercio con Especies Amenazadas de la ONU (CITES) de ese país, tomaron nota de las explicaciones de Lorente y Ruiz para su posible aplicación en el Caspio, donde la población de esturiones se ha reducido en un 80% desde la caída de la URSS, por la pesca ilegal. Goncharov quiere proponer soluciones similares a los piscicultores rusos porque la posible desaparición del esturión es un problema "que no tiene fronteras".
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