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La narrativa argentina hace inventario del horror y enseña su rica diversidad

Una docena de escritores de tres generaciones se reúnen desde hoy en la Casa de América

La violencia como sustrato literario, consciente o no. El exilio como destino y forma de mirar la realidad. El ajuste de cuentas con la dictadura a través del testimonio más crudo. La descripción más o menos explícita de la miseria urbana de hoy mismo, generada por las salvajadas ultraliberales de los años noventa. Y junto a ese espectro de compromiso y realismo, las ensoñaciones y digresiones de individualidades tan peculiares y fascinantes como Alan Pauls, Fresán o César Aira. Esa riqueza de temas, voces y géneros, del cuento a la novela o el teatro, describe a la literatura argentina de ahora mismo. Y será el eje de la semana Mirada al Sur, que reúne hasta el viernes en la Casa de América de Madrid a una docena de autores.

El más joven, Gonzalo Garcés (Buenos Aires, 1974), vive en Girona desde hace unos meses
'Mirada al Sur' trata de ser una puerta para los lectores a esa literatura más o menos oculta
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La presentación de estas jornadas que se dividen en cuatro debates -sobre la escritura en el nuevo milenio (hoy), la literatura urbana (mañana), el exilio (el jueves) y el cuento (el viernes)-, juntó ayer a una docena de novelistas, periodistas, cuentistas y dramaturgos argentinos de tres generaciones diferentes.

Autores consagrados y jóvenes por descubrir, represaliados de la dictadura y exiliados de todas las edades van a convivir esta semana con autores que tuvieron la suerte de no vivir el horror de los desaparecidos en directo y con varios miembros de la generación puente, esa que sufrió y sobrevivió a la violencia cuando apenas tenía 20 años y que hoy resiste, contándolo o no, un presente terrible, hecho de pobreza, violencia y, como dijo Osvaldo Bayer, "gente que hace cola para el pan viejo del día anterior".

Allí estaban, representando a los más curtidos, el citado Osvaldo Bayer (Santa Fe, 1927), historiador, guionista, ensayista y periodista, autor de la prohibida La Patagonia rebelde, exiliado largamente en Alemania.

Mempo Giardinelli, otro exiliado de la época dura, nacido en Resistencia, premio Rómulo Gallegos 1993, ensayista, viajero, novelista, articulista y crítico que hoy dirige una fundación de apoyo a la lectura.

Roberto Fontanarrosa, El Negro (Rosario, 1944), dibujante, humorista, escritor, futboladicto y creador de los célebres personajes Inodoro Pereyra y Boogie el Aceitoso, de quien Alfaguara edita ahora sus Cuentos reunidos 2.

Y también Liliana Heker (Buenos Aires, 1943), directora con Abelardo Castillo de revistas de agitación y literatura, y maestra, ella sola, del relato breve (Punto de Lectura acaba de reeditar su ficción en bolsillo).

Entre los escritores posteriores al auge figuran el hiperprolífico (y ayer, como suele, casi mudo) César Aira (Coronel Pringles, 1949), gigantesco novelista y autor de cuentos, ensayos, traducciones y dramas teatrales, de quien Mondadori ha publicado en España este año Las noches de Flores.

Ana María Shúa (Buenos Aires, 1951), poetisa, novelista, escritora infantil y juvenil y microcuentista de sólido prestigio que ha editado este mismo año Temporada de fantasmas con Páginas de Espuma (y que departirá el viernes con Fontanarrosa y Giardinelli sobre el arte de escribir relatos).

Por allí andaban también Alan Pauls, periodista, escritor, ensayista y guionista de cine, editor del suplemento literario de Página/12, premio Herralde de Novela por su celebrada El pasado, que se está traduciendo ya al inglés, francés y holandés.

Y el periodista, crítico y novelista Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955), residente en Montevideo, autor de La casa de papel (reciente lanzamiento en Mondadori), que próximamente editará en Alfaguara El árbol de las garzas y Sombras.

La representación de la nueva narrativa argentina, de la más reciente, recae estos días en tres nombres de distinto renombre. Uno, el arquitecto Gustavo Nielsen (Buenos Aires, 1962), que ha publicado desde 1997 dos novelas para adultos (La flor azteca y El amor enfermo, finalista de los premios Planeta y el Alfaguara); una para niños (a medias con Shúa) y un par de libros de cuentos, y que este mes verá publicada en Alfaguara su polémica Auschwitz, rescatada por el olfato de Aira en un concurso semidesconocido. Dos, el más joven de todos los convocados, Gonzalo Garcés (Buenos Aires, 1974), ganador del premio Biblioteca Breve en 2000 con Los impacientes, residente en Girona desde hace unos meses y que ha editado su última novela, El futuro, también en Seix Barral. Y finalmente (aunque ayer no estuvo), Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963), el más conocido de los tres, que también vive en Cataluña (Barcelona) y que el año pasado deslumbró con Jardines de Kensington (Mondadori).

También participará el autor español José Ovejero, "como infiltrado", y el editor Eduardo Hojman, periodista literario y antólogo de los Cuentos argentinos que acaba de editar Siruela, un volumen en el que están Heker, Fontanarrosa, Nielsen y Fresán y una quincena de nombres más que dan idea de un panorama literario muy variado, múltiple y muy rico, en plena expansión, un verdadero tesoro aún por explorar a este lado de las editoriales (siempre tan alérgicas al cuento), que incluye firmas como Jorge Accame, Elvio Gandolfo, María Fernanda Cano, Hugo Correa Luna, Ana Basualdo, Lázaro Covadlo, Eduardo Berti, María Martoccia, Osvaldo Aguirre, Paola Kaufman, Carlos Chernov, Pedro B. Rey, Samanta Schewblin y Patricio Pron.

Mirada al Sur trata de ser una puerta de entrada para los lectores españoles a toda esa literatura más o menos oculta, "mucho más vasta que los tres o cuatro nombres que son símbolos", según dijo Giardinelli, "que aún no cruzó el Atlántico, pero que existe", añadió Heker, aunque a la vez será una oportunidad única, como señaló Alan Pauls, para pensar sobre Argentina, "ese país tan exigente, tan complicado, tan hipercontemporáneo", con un poco de distancia, desde "este simulacro de desarraigo", y para tratar de "despedazar en átomos", según afirmó Garcés, "esa imagen tan homogénea que tenemos de Argentina". La idea es que los autores, que están viviendo y conviviendo en la Residencia de Estudiantes, donde Juan Gelman pronunció ayer una conferencia, puedan verse y entenderse mejor.

En primera fila, de izquierda a derecha, Roberto Fontanarrosa, Liliana Heker, José Ovejero y Osvaldo Bayer; detrás, Gustavo Nielsen, Gonzalo Garcés, Ana María Shúa y Carlos María Domínguez, y , al fondo, Alan Pauls y César Aira (arriba a la izquierda).
En primera fila, de izquierda a derecha, Roberto Fontanarrosa, Liliana Heker, José Ovejero y Osvaldo Bayer; detrás, Gustavo Nielsen, Gonzalo Garcés, Ana María Shúa y Carlos María Domínguez, y , al fondo, Alan Pauls y César Aira (arriba a la izquierda).LUIS MAGÁN

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