_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dictadores

Me sorprende que te escandalices a estas alturas del temor y del solapado respeto que aún inspiran los viejos dictadores, a determinados togados. Disfrutan de cuantos privilegios y miramientos les concede la ley, y eso te parece bien, si se administraran con la misma equidad a quienes están bajo sospecha de cometer actos de terrorismo que crímenes contra la humanidad. El principio de inocencia es responsable y respetable, en una democracia, en tanto no se demuestre lo contrario. Se requieren pruebas. Pero, ¿no dependerá la validez de esas pruebas de ciertos conceptos vinculados a la antropología hermenéutica, de determinadas condiciones sociales y económicas del presunto culpable, de la subjetividad que emerge involuntariamente, de las influencias de su poder, aunque haya caducado? Estás quemado, amigo, y andas ahora tratando de poner algún argumento balsámico a tus dudas. Dudas razonables, porque te preguntas qué sucedería si un tipo acusado de dejar un artefacto letal, en una plaza pública, le dijera al magistrado: "Mire usted, no podía andarme con contemplaciones, tenía prisa, llegaba tarde a la empresa que dirijo y dejé aquel explosivo donde me pilló más a mano. He de dar ejemplo de puntualidad a mis trabajadores y conozco mis obligaciones". Tanto sarcasmo te hubiera sonado a descaro, a confesión entreverada de cinismo y desafío, lo mismo que al magistrado, quien lo hubiera trincado preventivamente, y más tratándose de un supuesto terrorista. Sin embargo, a Pinochet, no. Según la edición electrónica del diario El Mercurio, Pinochet se ha proclamado inocente respecto al secuestro y asesinato de 19 personas en el marco de la siniestra Operación Cóndor y ha dicho que "no podía preocuparse de cosas chicas porque era el presidente de la República". Una respuesta que ya es en sí un delito y una condena. No se pueden despreciar los derechos y la vida de 19 ciudadanos como si fueran "cosas chicas". Criminal de hecho y de palabra, que se ha retirado impunemente, al lujo de su residencia, relamiéndose su hocico de carroñero. Cuánto teatro le echan y qué de sin coraje.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_