"El arte no es socio de la taquilla, es socio del tiempo"
Ensayista literario, crítico y guionista de cine, articulista cultural, novelista. Alan Pauls dice que si hay algo que no perdona a una primera película es el exceso de "corrección". "Lo que más valoro es el riesgo, el potencial, la invención, la audacia para internarse en zonas desconocidas". Sobre lo que ha visto estos días en el Festival de San Sebastián -una media de cuatro películas por jornada- responde con un educado silencio. "Soy jurado, no debo hablar".
Premio Anagrama con su última novela, El pasado, y uno de los escritores más talentosos de su generación, Pauls fue un crítico de cine "sistemático, no puede ser de otra manera". Cree en la crítica enmarcada en una tradición ("que para mí, en el campo del cine, es la de los críticos franceses de Cahiers du cinema de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, la crítica de unos hombres embarcados en escribir de cine y hacer cine"), y defiende el papel ingrato de un oficio arrinconado: "En el reino de cualquier cosa, cada vez es más difícil saber ver cine. Por eso la crítica, cada vez más aliada de la publicidad, de la promoción o el chisme, es hoy más importante que nunca. Sin duda pasó la era dorada del crítico y hoy su trabajo es más solitario que nunca. Pero es también más necesario".
"La gente está harta de ficciones; hay un claro agotamiento del simulacro"
Editor de Radar, el suplemento dominical de cultura del diario Página 12, afirma que sólo desde algunas revistas minoritarias se ejerce hoy un papel crítico interesante y creativo.
Pauls ha sido guionista por encargo para el cine y la televisión. Asegura que no se le ocurre de otra manera. "Los guiones tiene que responder a la demanda de otro". En su novela El pasado hay un bar que se llama Adela H y Pauls también cita La mujer de al lado como referentes cinematográficos en su libro. Dos películas de Truffaut terriblemente románticas y terriblemente dramáticas para una novela de amor y de horror protagonizada por dos enamorados condenados a enloquecerse uno a otro. "Hay referencias cinematográficas pero no diría que el cine influye en mi literatura"
"El cine y la literatura son dos pasiones paralelas. Igualmente importantes para mí", continúa el escritor, que reconoce que el humor de una serie de televisión -Seinfield- sí se coló en su literatura: "Las series como Seinfield están extraordinariamente escritas. De Seinfield me interesó la antropología de las personas y de los sentimientos, su visión de la neurosis actual, cómo disecciona el estado sentimental de las cosas".
Del cine que hoy se hace, Pauls se detiene en el retorno de "lo real", en el auge del documental. "La gente está harta de ficciones, hay un claro agotamiento del simulacro. Esa vuelta a lo real, que no está sólo en el cine sino también en el teatro, me parece el fenómeno cinematográfico más interesante de los últimos años".
Sobre el actual camino del cine argentino, el autor de Wasabi se manifiesta con firmeza. "Por supuesto que existe un nuevo cine argentino, independientemente de la repercusión que tenga en el exterior. Existe una mutación dentro de nuestro cine, una renovación generacional. Lo más importante es que se ha desmoronado la ilusión falaz de querer ser una gran industria. Hemos dejado de ser una cinematografía acomplejada".
Dos nombres, Lucrecia Martel y Martín Rejtman, destacan por encima de todos. Dos cineastas argentinos jóvenes con una estética "absolutamente personal". "Hacen películas casi antropológicas sobre mundos que a primera vista nos parecen desconocidos pero que al salir del cine permanecen de tal manera que empezamos a ver lo que nos rodea a través de sus ojos. Ése es el cine que me interesa. El arte no es socio de la taquilla, es socio del tiempo".
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