Irak pondrá en libertad a la Doctora Germen, como exigen los secuestradores
EE UU desmiente que la liberación sea inminente para no plegarse al chantaje de Al Zarqaui
Rihab Rashid Taha, conocida como Doctora Germen, la química que trabajó en el programa de armas biológicas de Sadam Husein, se ha convertido en la prueba del margen de soberanía efectiva de que dispone realmente el Gobierno iraquí. El portavoz del Ministerio de Justicia anunció ayer su liberación en uno o dos días, lo que se interpreta como un intento por salvar la vida del tercer rehén, el británico Kenneth Bigley. Sin embargo, desde la Embajada de EE UU en Bagdad (la mayor del mundo) se puntualizó que la liberación no es inminente.
Monoteísmo y Guerra Santa, el grupo que esta semana decapitó a dos rehenes estadounidenses y amenaza con matar a Bigley, exige la excarcelación de todas las mujeres árabes que se encuentran en las cárceles de Abu Gharib y Um Qasar. EE UU sostiene que sólo mantiene detenidas a dos: a la doctora Taha y a Huda Salih Mahdi Ammash (Doctora Ántrax), que también podría salir de la cárcel en breve, según confirmó el propio ministro de Justicia, Malik al Hari. Ninguna está en las prisiones citadas por los secuestradores.
Se trata de detenidas de alto valor (Huda estaba en la célebre lista de la baraja de póquer) y que comparten destino con 11 altos cargos del régimen anterior en las instalaciones militares del aeropuerto de Bagdad. Aunque la custodia legal de los detenidos depende de las autoridades iraquíes, la física pertenece en exclusiva a los norteamericanos.
La razón dada ayer por el Ministerio de Justicia es que la Doctora Germen ya no constituye una amenaza para Irak y que ha cooperado en los interrogatorios. El ministro insistió en que el caso no tiene nada que ver con la exigencia del grupo Monoteísmo y Guerra Santa, dirigido por el jordano Abu Musab al Zarqaui, al que Washington vincula con Al Qaeda. La decisión de excarcelar a la doctora Taha fue aprobada el domingo por una especie de comisión de evaluación compuesta por norteamericanos e iraquíes. El conflicto no es tanto de fondo como de forma: los estadounidenses no querían que se hiciera pública ahora, para no dar la impresión de que se cedía al chantaje terrorista, y están furiosos con el Ministerio de Justicia.
Tanto Bigley como los estadounidenses Eugene Amstrong -de 52 años- y Jack Hensely -que ayer habría cumplido 49- fueron secuestrados el jueves pasado en su casa del barrio de Al Mansur, en Bagdad. Trabajaban para una empresa constructora con sede en Qatar. El lunes, los secuestradores degollaron a Amstrong y colgaron las imágenes de su asesinato en una web islamista. En un segundo comunicado daban otras 24 horas para liberar a las mujeres encarceladas. El martes por la noche informaron de la decapitación de Hensley, cuyo cuerpo mutilado apareció ayer en un barrio del oeste de Bagdad.
"El británico correrá la misma suerte si el Gobierno no hace lo que tiene que hacer", decían los secuestradores en un comunicado.Por otra parte, un coche bomba estalló en la mañana de ayer al oeste de Bagdad, no muy lejos de la mezquita del Consejo de los Ulemas. El objetivo era un centro de reclutamiento de la Guardia Nacional, institución a la que la insurgencia acusa de colaborar con la ocupación. Al menos 11 personas perdieron la vida y más de 40 resultaron heridas. La explosión se produjo poco después de que los responsables de ese centro invitaran a los aspirantes a alejarse del lugar y evitar concentraciones por temor a un atentado. Muchos se trasladaron a una heladería próxima creyendo que allí estarían más seguros. Fue su trampa: la onda explosiva los destrozó.
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