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CONFERENCIA MUNDIAL DEL SIDA

La Conferencia del Sida concluye "avergonzada" por la falta de avances

La ONU pide más fondos y alerta de la expansión del sida entre mujeres y jóvenes

"Estamos avergonzados de que en 2004 alrededor de 38 millones de personas estén viviendo con VIH/sida y luchando las mismas batallas después de dos décadas", señala la declaración oficial de la Conferencia Internacional de Bangkok que leyó ayer Graça Machel, esposa del ex presidente surafricano Nelson Mandela. El texto recoge el ambiente de pesimismo de la reunión ante la expansión incontrolada del sida, que el año pasado batió su récord de nuevos casos (4,8 millones). Los líderes pidieron más fondos y alertaron sobre la expansión de la epidemia entre las mujeres y los jóvenes.

La XV Conferencia Internacional del Sida, convocada bajo el lema Acceso para todos, cerró ayer sus puertas con un claro dominio de la política sobre la ciencia. Los líderes pidieron más fondos para luchar contra la epidemia, lanzaron una seria advertencia sobre la propagación de la enfermedad entre las mujeres y en Asia y exigieron a los políticos que asuman más responsabilidad para frenar una enfermedad que el año pasado provocó 2,9 millones de muertos en todo el mundo y 4,8 millones de infectados.

El cónclave, al que asistieron más de 19.000 delegados de 160 países, ha estado presidido por las críticas a EE UU por su unilateralismo en la financiación y su defensa de la abstención como primera vía para prevenir la expansión de la epidemia. El coordinador de la ayuda de EE UU contra el sida, Randall Tobias, que fue abucheado, dijo que la conferencia había empezado en 1985 como reunión científica, ha sido "secuestrada por grupos activistas en detrimento de un debate abierto y productivo".

"Reconocemos que no hemos hecho suficiente para proteger a la gente de nuevas infecciones. No hemos hecho suficiente para proporcionar acceso a tratamientos y cuidados asequibles a todos aquellos que los necesitan. No hemos hecho suficiente para combatir el estigma, la criminalización y la discriminación", afirma la declaración.

El premio Nobel de la Paz Nelson Mandela redobló sus petición de fondos para financiar la lucha contra el virus y unió su voz a del secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien ha solicitado también más compromiso a los líderes políticos.

"La lucha contra el sida es uno de los desafíos más grandes a los que se enfrenta el mundo en el principio del siglo XXI (...) Nuestra atención sobre este asunto no puede ser desviada por problemas que son aparentemente más urgentes", lanzó Mandela durante una colorida ceremonia en la que participaron jóvenes seropositivos. "Sabemos lo que es necesario hacer. Lo que falta es el deseo de hacerlo", añadió.

Peter Piot, director de Onusida, quiso enviar un mensaje de optimismo en la que hasta ahora ha sido la mayor conferencia internacional sobre el sida de la historia: "Creo de verdad que, por primera vez, hay una verdadera oportunidad de superar a esta epidemia". Pero pese a este intento por ser positivo, Piot reconoció que el sida "ha tomado la delantera y marca la agenda" en vez de ser los agentes sociales y sanitarios los que lo hagan. "Ahora en el tratamiento debemos movernos de los miles a los millones". "No he oído mucho en esta conferencia sobre cómo combinar las inversiones a largo plazo con el manejo diario de la crisis", reconoció. El director de Onusida tuvo una mención especial para África. "Su asfixiante deuda externa debe terminar. Su pago cada año retira 15.000 millones de dólares del continente, cuatro veces lo que los mismos países gastan en salud y educación, los dos pilares de la respuesta contra el sida", añadió.

Como otros dirigentes, Piot insistió en la necesidad de obtener más dinero. "Hago un llamamiento a todos los países desarrollados a que hagan efectivas sus ofertas, incluidas las destinadas al Fondo Mundial, y a los países en desarrollo a que den prioridad al sida en sus presupuestos", indicó.

La cuestión económica ha sido una de las que han marcado la semana. En el punto de mira ha estado la estrategia de Estados Unidos, que destina la mayor parte de la ayuda contra el sida a su propio programa (15.000 millones de dólares en cinco años). A ella se ha unido la controversia suscitada por la política de fomento de la abstinencia sexual impulsada por Bush, ya que va ligada a sus programas de ayuda. Expertos y ONG la han calificado de ideológica.

El acceso a los genéricos, lema de la Conferencia, también ha estado rodeado de discusión. Desde la pasada edición en Barcelona el número de tratados con antirretrovirales en los países en vías de desarrollo sólo se ha duplicado hasta 440.000, cuando se estiman que seis millones los necesitan de forma urgente. Si no morirán antes de año y medio.

Niños tailandeses infectados de sida, en una actuación ayer en la clausura de la Conferencia Mundial del Sida, en Bangkok.
Niños tailandeses infectados de sida, en una actuación ayer en la clausura de la Conferencia Mundial del Sida, en Bangkok.ASSOCIATED PRESS

Ayuda y detenciones

China, uno de los países en los que el control de la epidemia presenta mayores desafíos, continúa enviando mensajes contradictorios sobre su actitud ante la enfermedad.

En Bangkok, el viceministro de Sanidad, Wang Longde, ha pedido ayuda exterior para hacer frente al virus. Casi a la vez, Amnistía Internacional ha denunciado el arresto de cuatro enfermos cuando reivindicaban tratamientos.

"Nos gustaría reforzar la colaboración y la cooperación con todos los países y las organizaciones internacionales. Damos la bienvenida a la ayuda y el apoyo tanto multilateral como bilateral", dijo Longde, porque el país carece de recursos suficientes (fuentes oficiales calculan que en China hay unos 840.000 infectados; algunas ONG hablan de más de tres millones).

Las cuatro personas infectadas han sido detenidas en las últimas dos semanas en Henan por protestar contra la inadecuada atención sanitaria que están recibiendo los afectados y porque un orfanato ha sido cerrado.

Amnistía, que cita a activistas chinos, asegura que dos de los enfermos fueron arrestados el 12 de julio cuando iban a viajar a Pekín para quejarse a las autoridades sanitarias centrales. Los otros dos fueron encarceladas tres días antes tras acudir a un hospital que iba a visitar el presidente, Hu Jintao.

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