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TENSIÓN EMPRESARIAL EN RUSIA

El Estado ruso 'arropa' a las empresas en crisis

El Parlamento trata de calmar las turbulencias en la banca, que se unen a la incertidumbre en la petrolera Yukos

Pilar Bonet

El Banco Central de Rusia se constituirá en garante de los depósitos de los ahorradores y podrá también limitar las tasas máximas de interés de los bancos, según los dos documentos votados de forma casi unánime por la Duma Estatal (la cámara baja del parlamento) con objeto de calmar el pánico que cundió esta semana en el país a resultas de la suspensión de pagos del Guta Bank y los rumores sobre las dificultades de otros.

Putin debatió con el jefe del Gobierno, Mijaíl Fradkov, el ministro de Finanzas y el gobernador del Banco Central las medidas tomadas, que son de carácter temporal y prevén que la entidad emisora rusa garantice los depósitos de las personas físicas hasta 100.000 rublos (algo más de 2.750 euros) y, en diversos porcentajes, las cantidades que excedan de esa suma. En la práctica, las medidas aprobadas ayer suponen la extensión de las garantías estatales a los clientes (personas físicas) de las instituciones bancarias que aún no se han integrado en el sistema de seguro obligatorio de los depósitos. Este sistema, producto de una discusión de varios años, comenzó a ser implantado en enero, pero está aún en fase de rodaje.

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Mientras tanto, y hasta fines de diciembre del 2006, el Banco Central podrá limitar las tasas de interés a un mínimo de dos tercios de la tasa de refinanciación de los depósitos en rublos (hoy del 12%) y no inferior al libor para los depósitos en divisas.

"No hay motivos para la crisis bancaria, pero el sistema bancario depende mucho del estado de ánimo de la gente", manifestó ayer Vladislav Réznik, presidente del comité de bancos de la Duma. Las instituciones bancarias no trabajaban ayer en Rusia, pero en los puntos de cambio de divisas de Moscú la situación era tranquila y la cotización del dólar y el euro con respecto al rublo había bajado ligeramente respecto al día anterior. El sistema bancario ruso, que tiene unas 1.200 entidades, es todavía frágil y poco transparente y en el sector es previsible un proceso de concentración y de desaparición de pequeñas entidades. Por de pronto, el Vnezhtorgbank (gubernamental en un 99%) se hizo esta semana con el control del Guta Bank a resultas de la crisis.

En el sector de la banca privada, mientras tanto, existe cierta suspicacia sobre las transaciones que realiza el Estado antes de privatizar los grandes bancos que posee. Piotr Aven, presidente del Alfa Bank, que también ha experimentado dificultades de liquidez, ha calificado los sucesos de la semana de "ataque al sector bancario privado". Algunos especialistas, como el ex ministro de Economía, Alexandr Livshits, consideran que la fiebre en el sector bancario ha sido causada por la incompetencia del Banco Central, que se ha negado a hacer pública la lista de los bancos solventes.

"Incluso si la crisis no se produce, se ha quebrantado seriamente la frágil confianza en el sector bancario", señalaba el analista Alexéi Shapoválov en el periódico Kommersant. Muchos rusos han vuelto a revivir estos días la angustia que experimentaron durante la bancarrota del Estado en 1998, al margen de que los representantes oficiales se hayan esforzado en explicarles que la situación ahora es otra, porque hoy, a diferencia de entonces, hay reservas abundantes gracias a los ingresos del petróleo y el Gobierno ruso paga sus deudas. Con todo, un sondeo realizado por el programa televisivo Libertad de Palabra revelaba el viernes que un 73,5% de los encuestados preferían tener sus ahorros en casa y sólo un 23,5 % en los bancos. A resultas de la agitación de la semana, Livshits pronosticaba un reforzamiento del Banco Central y un aumento de la inflación debido a los 130.000 millones de rublos que, según sus cálculos, se liberan para la economía a resultas de la reducción de las reservas obligatorias de los bancos del 7% al 3,5%.

La escalada de acciones judiciales contra la petrolera Yukos fue, junto con las turbulencias bancarias, la segunda gran fuente de tensión económica de la semana. El desenlace definitivo no se produjo en ninguno de estos dos casos que, pese a su diversidad, están unidos por una característica común, a saber, que los representantes del Estado, que a veces se muestran paternalistas y a veces implacables, actúan en un clima de opacidad.

Gracias a la exportación de petróleo y materias primas, la economía rusa presenta unos índices macroeconómicos excelentes. Por eso, los motivos de las turbulencias hay que buscarlos en el trasfondo político, sin el cual no se pueden entender los problemas que aquejan a Yukos, la primera petrolera del país por producción y exportación.

Privatización truculenta

Mijaíl Jodorkovski, el fundador de Yukos, se aprovechó de la privatización truculenta de los bienes del Estado en los años noventa al igual que otros grandes empresarios rusos, que siguen codeándose con el presidente Putin en el Kremlin y ejerciendo cargos políticos, como el gobernador de Chukotka, Román Abramóvich.

En vez de revisar los resultados de la privatización (como propusieron los comunistas), o de amnistiar a los participantes (como proponen los liberales), las autoridades rusas actúan de manera selectiva y se ceban en el ejecutivo de 41 años y en Yukos, mientras hacen la vista gorda respecto a otras petroleras, cuyos dirigentes se pliegan a la política del Kremlin,

En febrero 2003, Jodorkovski cometió el error de indicar al presidente de Rusia que consideraba llegada la hora de cambiar las reglas de juego y hacer borrón y cuenta nueva con el pasado. Ante los dirigentes de la Unión de Industriales y Empresarios, Putin acusó entonces a Jodorkovski de tener problemas con el fisco. En primavera, se produjeron las primeras detenciones de dirigentes de Yukos. Hoy, los principales accionistas de Menatep (la empresa que tiene el paquete de control de Yukos) han huido de Rusia, excepto Vasili Shajnovski, el ex vicealcalde de Moscú, que coopera con las autoridades tras pagar los impuestos que le reclamaban, y Jodorkovski y Platón Lébedev, que están encarcelados y deben comparecer mañana lunes de nuevo ante los tribunales. Se les acusa de estafa y fraude, entre otros delitos relacionados con la privatización de una empresa de fosfatos en la península de Kola.

Esta semana, los agentes judiciales han intentado cobrar a Yukos una factura de 2.800 millones de euros, que corresponde supuestamente a impuestos atrasados y multas por el año 2000, y le presentaron otra de una cantidad similar correspondiente a 2001. Sin embargo, en un documento facilitado por la petrolera, la inspección interregional de impuestos de Rusia a cargo de los principales contribuyentes, aseguraba el uno de noviembre pasado que Yukos no tenía deudas con el fisco.

A la altura del viernes, la intervención del Estado en Yukos parecía una solución más probable que la bancarrota, a juzgar por del nombramiento de Mujamed Tsikánov, un ex viceministro de Desarrollo Económico, como gerente de la compañía y vicepresidente de su filial en Moscú, según el diario Kommersant. El acuerdo de los propietarios de Yukos para que se nombre a un representante del Gobierno en la compañía indica que el Kremlin se ha tomado en serio la propuesta de Mijaíl Jodorkovski de someter a la empresa a la dirección del Estado. Según el periódico, Tsikánov coordinará la venta de los activos de los actuales propietarios para saldar deudas. Jodorkovski había propuesto a los miembros de la junta directiva de Yukos que entregaran sus paquetes de acciones y se mostró dispuesto a dar las suyas. Serguéi Stepashin, el jefe de la cámara contable de Rusia, ha asegurado esta semana en Bakú que Yukos no se arruinará, pero seguramente cambiará de propietario. Ígor Sechin, un alto funcionario de la administración presidencial procedente como Putin de los servicios de seguridad, es uno de los implicados en la búsqueda de nuevas fórmulas.

Empresario encarcelado

Pese a sus inversiones en proyectos sociales y sus esfuerzos por mejorar su imagen y la de Yukos, Jodorkovski nunca ha sido popular en Rusia. El pasado abril publicó en la prensa rusa un texto autocrítico en el que se mostraba muy duro con los abusos cometidos durante la privatización, reconocía que el pueblo había sido engañado, vituperaba a los liberales y se alineaba con Putin. El mea culpa no ha ayudado al empresario encarcelado sino que incluso parece haber privado a la comunidad internacional de argumentos para defenderle.

Los políticos británicos y norteamericanos todavía exponen a sus interlocutores rusos su preocupación por la suerte de Yukos, entre cuyos accionistas hay fondos de inversión de aquellos países. Menos preocupados parecen los alemanes, a juzgar por la visita del canciller Gerhard Schröder esta semana a Moscú. El canciller, que en público no mencionó la situación de Yukos, dijo que Putin ha "restablecido la confianza de los inversores extranjeros en Rusia". Durante la visita, el consorcio aleman EON y el monopolio del gas ruso, Gazprom, firmaron un memorándum por el que planean cooperar en la extracción de gas, producción de energía eléctrica y construcción de un gaseoducto por el mar Báltico así como en la ampliación de la infraestructura para la venta de gas en Alemania y en Europa.

EON se plantea llegar a extraer entre el 15% y el 20% del total de gas que recibe Alemania de Rusia. Según el presidente de Gazprom, Alexéi Miller (uno de los muchos peterburgueses que han hecho carrera con Putin), el documento lleva la cooperación de los dos países en el campo del gas a un nuevo nivel cualitativo. Schröder dijo que la economía alemana está interesada en Rusia en cualquier circunstancia, como lo demostró su permanencia en el país durante la crisis de fines de los noventa.

Una estación de abastecimiento perteneciente a la compañía petrolera Yukos.
Una estación de abastecimiento perteneciente a la compañía petrolera Yukos.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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