Irak recupera su soberanía
La ceremonia del traspaso de poder se produce con dos días de antelación por miedo a los atentados
"Ustedes nos han dicho que están listos para la soberanía y estamos de acuerdo. Dejaré Irak seguro de su futuro", declaró Paul Bremer, el hasta ayer administrador civil de Irak, al entregar la autoridad al Gobierno de transición. Dos días antes de lo previsto, en una ceremonia discreta, casi clandestina, Irak recuperó su soberanía. La formalidad, un trámite en el que Bremer entregó un documento al jefe del Tribunal Supremo en presencia del presidente y del primer ministro, distaba mucho de la celebración que hubieran deseado las nuevas autoridades.
"Cuando volvamos a tener seguridad y trabajo, entonces lo celebraremos", dice un iraquí
"Existía un fuerte temor entre los responsables de la coalición a que los terroristas pudieran haber infiltrado algún operativo entre los funcionarios del nuevo Gobierno", explicó un embajador árabe al que la noticia de la transferencia cogió por sorpresa en su despacho. Una llamada del propio Bremer para cancelar el almuerzo que tenían previsto le confirmó el rumor llegado desde Estambul. Allí, el ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Hoshiar Zebari, había revelado que el traspaso de soberanía se iba a producir antes de lo previsto. Poco después de que se hiciera pública la ceremonia, el primer ministro, Ayad Alaui, tomó posesión y fijó sus prioridades en un discurso televisado: la seguridad del país, la lucha contra los combatientes extranjeros y la recuperación económica.
Eran poco más de las diez de la mañana, hora de Bagdad (dos horas menos en la España peninsular), y la ceremonia estaba a punto de comenzar.
Sin fanfarria, ante apenas un puñado de testigos, el hombre que durante el último año ha simbolizado la ocupación hizo entrega de la carta que reconoce la plena soberanía de Irak al jefe del Tribunal Supremo, Mithal al Mahmud.
De inmediato, el juez se la pasó al presidente, Gazi al Yauar. También estaba presente el primer ministro y verdadero hombre fuerte del país, Ayad Alaui. Sólo una vez concluida la ceremonia se anunció oficialmente. Las cámaras de la televisión local, convocadas para una conferencia de prensa con el administrador Bremer, habían recogido el momento histórico y todas las cadenas empezaron a transmitir las imágenes, ante la sorpresa de los iraquíes.
"Éste es un día histórico, un día verdaderamente alegre, un día que todos los iraquíes han estado esperando", declaró el presidente Al Yauar que, como es habitual en él, vestía las tradicionales túnica y capa árabes. No hubo, sin embargo, celebraciones de alegría en las calles de Bagdad.
No se escucharon los disparos con los que los iraquíes celebran desde el triunfo de su equipo favorito hasta la captura de Sadam Husein o la muerte de sus hijos. La satisfacción de los iraquíes se ve contenida por las difíciles circunstancias que atraviesa el país.
"Cuando volvamos a tener seguridad y trabajo, entonces lo celebraremos", explicó a esta enviada Demiye al Hiyazi, un padre de familia de 34 años que sobrevive a base de hacer chapuzas. "Cuando pueda volver a salir a pasear con mi familia por las noches, entonces lo celebraremos", insistía. Para Demiye, como para la mayoría de los iraquíes, la seguridad es la principal preocupación y el mejor termómetro de un eventual cambio. El de ayer fue un gesto político del que se sentían acreedores. Nadie en Irak lamenta que Bremer haya cogido el avión de vuelta a casa, si acaso que no se haya llevado consigo al resto de sus compatriotas.
Las reacciones de la calle variaban según cómo cada cual hubiera vivido la intervención norteamericana y la posterior ocupación. Para quienes aplaudieron la ayuda para derribar a Sadam, la toma de posesión del nuevo Gobierno es el primer paso hacia la vuelta a la normalidad.
Los más críticos con la presencia militar estadounidense se muestran más escépticos. "Sus soldados van a seguir patrullando nuestras calles mañana; nada ha cambiado", repiten. Para este sector, la soberanía recibida ayer no es una soberanía plena, como establece la resolución 1546 de la ONU, sino muy recortada por las limitaciones que impone la permanencia en el país de 165.000 soldados extranjeros.
"Es injusto calificar la situación de soberanía limitada", criticaba, sin embargo, un embajador árabe en Bagdad. "La soberanía no es el cumplimiento de una lista de criterios ni se obtiene en porcentajes, es una cuestión de reconocimiento. Cuando 140 países reconocieron el Estado palestino por primera vez, ni siquiera tenía un territorio", explicaba, convencido de que otros intereses intentan desprestigiar el proceso de reintegración de Irak en la comunidad internacional.
Muchos iraquíes tienen una sensación parecida. "Estoy indignado", confía Abu Husam después de escuchar las noticias, "todos esos portavoces árabes que están opinando sobre nuestra situación no se preguntan por la legitimidad de sus gobiernos". "¿Quién ha elegido al presidente sirio, al egipcio o todos los demás? A la mayoría, o les ha puesto o les apoya Estados Unidos, ¿de qué democracia habla Amro Musa [el secretario general de la Liga Árabe]? ¿Acaso algún político árabe sabe lo que eso significa?".
En medio de las críticas procedentes de los países árabes, destacaba el significativo silencio de Irán, un país denostado por la actual Administración norteamericana, pero que ha mantenido una actitud constructiva desde el inicio de la crisis de Irak.
Bremer abandonó el país ayer mismo. Poco antes de su partida, una llamada telefónica del Ministerio de Asuntos Exteriores convocó al Cuerpo Diplomático al acto en el que los miembros del nuevo Gobierno prestaron juramento.
Hace unos días, el presidente de Estados UNidos, George W. Bush, había enviado una carta a Al Yauar solicitándole el restablecimiento de relaciones diplomáticas. Una portavoz norteamericana anunció anoche que ya se han restablecido las relaciones diplomáticas entre los dos países. El embajador John Negroponte llegó ayer a Bagdad para hacerse cargo de la que va a ser la mayor embajada de Estados Unidos en el mundo y ahora espera recibir el plácet de las autoridades iraquíes en breve.
En medios diplomáticos europeos se expresaba la voluntad de todos los Gobiernos de apoyar política y económicamente a las nuevas autoridades. Aun con toda la ayuda del mundo, los responsables iraquíes saben que se enfrentan a una tarea hercúlea.
"Tenemos ante nosotros un reto y una carga, y pedimos a Dios todopoderoso que nos dé paciencia y nos guíe para gobernar este país, cuyo pueblo merece todas las bondades. ¡Que Dios proteja a Irak y a sus ciudadanos!", manifestó cauto el nuevo presidente.
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