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TRASPASO DE PODER EN IRAK | La marcha del gobernador

Negroponte deberá mostrar que la soberanía iraquí es real

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El nuevo embajador estadounidense en Irak, John Negroponte, llegó anoche a Bagdad para enfrentarse con el mayor reto de su larga carrera diplomática: demostrar que la transferencia de soberanía al Gobierno provisional iraquí, realizada ayer en Bagdad por el procónsul Paul Bremer, es real y no un cambio de papeles que haga más presentable la abrumadora presencia militar de EE UU en el país. De momento, para ilustrar la diferencia de funciones con Bremer, el veterano diplomático ha permanecido en Wahington mientras se celebraba en Bagdad la transferencia de poderes.

Negroponte se hará cargo de la Embajada estadounidense más numerosa del mundo con un personal cercano al millar de funcionarios. Pero, además, tendrá que convertirse en canal de comunicación entre los mandos militares de las fuerzas norteamericanas y de otros países destacados en Irak y el nuevo Gobierno, que, teóricamente, debe aprobar las operaciones de las tropas de la coalición, rebautizadas como fuerzas multinacionales.

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Irak recupera su soberanía

Como él mismo describió en la jura de su cargo el miércoles, la nueva Embajada debe "trabajar en máxima colaboración con la fuerza multinacional, las organizaciones internacionales, las representaciones de los países de la coalición, el sector privado, las ONG y, sobre todo, con el pueblo soberano y democrático de Irak". Su misión, añadió, es clara: "Ofrecer apoyo y asistencia al pueblo y Gobierno iraquíes para que reafirmen su soberanía".

El éxito de la misión de Negroponte dependerá en gran medida de los avances de los diversos programas de reconstrucción en Irak, seriamente amenazados por la falta de seguridad. De los más de 18.000 millones de dólares aprobados por el Congreso de Washington en noviembre sólo se han gastado unos 3.600, un 20% del total. ¿La razón? El abandono de las obras comprometidas ante los atentados a las instalaciones que intentaban reconstruir.

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