Para Joanna Bourke, la guerra une el miedo, el dolor y el placer de matar
La historiadora participa en los debates de la exposición 'En guerra'
La guerra es un infierno, pero un infierno complejo. Los soldados experimentan miedo y también excitación y placer. Deshumanizar al enemigo puede ser perjudicial para la lucha, y los sádicos no son buenos combatientes. Todas estas paradojas y el fenómeno global de la guerra los ha estudiado la historiadora británica Joanna Bourke, autora de obras como An intimate history of killing (Granta, 1999) o La Segunda Guerra Mundial, una historia de las víctimas (Paidós, 2002). "No es inevitable que la guerra sea atroz", afirma.
Bourke, profesora de historia en el Birbick College de la Universidad de Londres, participa en los debates que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) ha organizado en torno a la extraordinaria exposición En guerra.
La estudiosa señala que los historiadores militares han tendido a ignorar el componente placentero que tiene para los combatientes el matar, concentrándose sólo en los aspectos traumáticos, mucho menos incómodos. "Pero en los diarios y cartas de los soldados, junto al miedo y el dolor está a menudo, muy claramente, el placer". El acto característico de los hombres en guerra es matar, pero matar no es fácil, dice Bourke. Hay que aprender a hacerlo y sobre todo hay que quebrar su tabú. "Es un tema del que los gobiernos y los mandos militares no quieren que se hable, pero tampoco hablan de ello los propios soldados. Hablan del combate en el frente pero no al regresar a casa. Lo silencian porque al reinsertarse en la vida civil perciben el haber matado como una experiencia humillante. El soldado además ve al enemigo como una persona, alguien como él, que pasa las mismas penalidades. Los mandos militares tratan de enseñar al soldado a deshumanizar al enemigo. Pero esa deshumanización es contraproducente a efectos militares, pues puede conducir a mitificarlo y valorarlo en exceso, lo que hace más difícil vencerlo. Este fenómeno se dio en la guerra de EE UU contra los japoneses".
Bourke indica algo muy impresionante en los diarios de soldados: todos tratan de humanizar a sus víctimas. Incluso los pilotos de bombarderos se preguntan cómo son las personas que están matando desde allá arriba, si tendrán los cabellos como su propia mujer o su hija. "Humanizar al enemigo y luego matarle te hace sentir culpable, pero este sentimiento es el que, al mismo tiempo, te hace sentir humano y te permite volver a la vida normal. La culpa es lo que te capacita para no enloquecer a resultas de la experiencia de matar".
Sobre el sadismo, la historiadora señala que los sádicos no son buenos para el ejército. "Son un elemento distorsionador de la unidad. Los actos de sadismo que se cometen durante las guerras no los cometen sádicos, sino gente corriente. Eso vale para My Lai y la prisión de Abu Ghraib". También hay soldados que se enfrentan a las atrocidades que perpetran sus compañeros. "Muy poquitos, algunos simplemente se retiran y mientras sus camaradas matan mujeres y niños ellos disparan a las gallinas. Lo que es muy poco frecuente es que se posicionen moralmente. Eso es a causa de la ambigüedad de la guerra: hacer lo correcto es a veces desobedecer. Por eso es más normal desviar la mirada. Además, oponerte a tus camaradas de armas es traumático. Muchos soldados escriben que lo peor es estar solo en el campo de batalla".
Ante la cuestión de si en Irak se están dando comportamientos nuevos, la historiadora dice: "Por supuesto, es un mundo completamente diferente. Una novedad es el uso de tropas estadounidenses muy poco entrenadas y combatientes privados. Y el tipo de atrocidad ha cambiado. Se ha producido una sexualización de los abusos. En Corea y Vietnam hubo violaciones pero aquí el asunto es más mórbido, hay más placer".
Bourke no considera inexplicable que, pese a todo su espanto y carnicería, la guerra siga siendo objeto de glorificación. "Es la admiración por el poder, por la emoción, por el placer de luchar, el afán de querer ser probado en lo que uno vale. Y está la exaltación del héroe individual. Incluso las películas antibelicistas, como
Salvar al soldado Ryan, incluyen un elemento muy fuerte de heroicidad". ¿Nunca se librará la humanidad de la guerra? "Aunque soy pacifista, no lo creo, pero hay alguna esperanza como prueban las grandes manifestaciones recientes. En todo caso la guerra puede limitarse y controlarse y se puede hacer que los que cometan atrocidades paguen por ello".
Babelia
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