Bruselas vigila la pesca vasca

Las autoridades comunitarias han estrechado su vigilancia en los últimos meses sobre el País Vasco ante la continua actividad diplomática del Ejecutivo autonómico en materia de pesca. Primero fue con Mauritania, después con Brasil y más tarde con Chile. En Bruselas consideran que los convenios pesqueros firmados con estos países vulneran la normativa europea, que impide a los países miembros y a las comunidades autónomas establecer acuerdos bilaterales de pesca.

El más controvertido de los tres fue el acta suscrita en septiembre pasado con el país africano, que fue declarado nulo por la UE porque invadía la competencia exclusiva comunitaria para concluir acuerdos internacionales con derechos de pesca. El Gobierno vasco ha tratado de justificar sus actuaciones aduciendo que los acuerdos no contemplaban cuotas de pesca. El Departamento de Agricultura y Pesca los engloba en su política de propiciar "intercambios profesionales" y favorecer la "investigación" y la "cooperación pesquera" con otros países.

En el fondo, subyace el deseo de llevar a cabo una actuación soberana en materia de pesca. Sin embargo, todos los intentos por desmarcarse de Madrid terminan chocando con Bruselas. Esa estrategia de acuerdos internacionales también esconde la pretensión de reforzar la presencia de la flota vasca en otros caladeros.

El sector pesquero vasco agrupa a casi 27.000 personas, según un estudio realizado el año pasado por la Fundación Azti. Ese colectivo incluye todo el personal embarcado, la actividad de comercialización y transformación del pescado, los astilleros y los servicios auxiliares (construcción de redes, cajas, envases, ingenierías...), aunque de todos ellos el sector extractivo (la pesca) es el de mayor peso, con un nivel de empleo de unas 8.000 personas. Aproximadamente la mitad, 4.402 personas, forman las tripulaciones de las diferentes flotas.

En Euskadi hay censadas 419 embarcaciones, según el Eustat. La media de edad de los barcos ronda los 20 años, aunque un gran número se ha acogido a las ayudas del Gobierno vasco para su renovación. La mayoría de la flota (326 buques) es de bajura; el resto la forman 54 unidades de altura, 27 atuneros congeladores, ocho bacaladeros y cuatro arrastreros congeladores.

Las capturas totales de las flotas vascas superan las 100.000 toneladas anuales, que se destinan exclusivamente para el consumo humano, apunta Azti. En 1999, este volumen de pesca alcanzó en el mercado un valor de 250 millones de euros. La principal aportación económica proviene de la actividad de los atuneros (132,1 millones), seguido de los barcos de bajura (60,1 millones).

La flota vasca constituye el 15% de la española y se sitúa en la cabeza de las regiones pesqueras europeas, por detrás de Galicia, Escocia y Bretaña.

Durante los últimos años, la actividad pesquera se ha visto reducida por las limitaciones de acceso a las pesquerías, consecuencia de la ampliación de las aguas territoriales a las 200 millas, la entrada en la UE en 1986 y, más recientemente, por la disminución de los efectivos disponibles para la pesca. Todos estos factores obligaron a redimensionar la flota vasca mediante la retirada y renovación de numerosas embarcaciones a cambio de incentivos económicos. Entre 1985 y 2001, el número de barcos se redujo en un 44%. Esta merma ha producido también un recorte del número de empleos directos en Euskadi, que supone la mitad de los existentes en el momento de incorporarse a la UE.