La Agenda 21 de la Cultura propone políticas contra la exclusión social
El Foro de Autoridades Locales reclama acabar con las periferias
El Foro de Autoridades Locales (FAL) de Porto Alegre aprobó ayer en asamblea la Agenda 21 de la Cultura, por la que los representantes municipales presentes en la reunión se comprometieron a luchar por la inclusión social de los ciudadanos a través del acceso a la cultura. El documento, que pretende implicar a todas las instancias gubernamentales, se acompaña de la Declaración de Barcelona, en la que se resalta el papel que pueden asumir las ciudades "como mediadoras de conflictos y transmisoras de una cultura de la paz".
La elaboración de una Agenda 21 para la Cultura era, en opinión de los 120 alcaldes y los más de 1.000 representantes del mundo local presentes en el FAL, el paso lógico que se seguía después de que multitud de corporaciones de todo el mundo hayan asumido una guía similar para el medio ambiente. El propósito de ambas es rescatar "bienes comunes de la humanidad", de los que millones de ciudadanos han quedado excluidos a causa de los "desequilibrios" que ha originado la globalización económica.
El texto reconoce como patrimonio de la humanidad la diversidad cultural, en peligro por "una mundialización estandarizadora y excluyente", y considera necesario que las políticas culturales encuentren un "punto de equilibrio entre los intereses público y privado".
Para lograrlo, los firmantes del documento se comprometen a garantizar la financiación pública de la cultura. A propuesta de un representante italiano, además, el documento acabó por incorporar la preferencia de las autoridades por la gestión local de los servicios a causa "de la agresividad con la que se quiere invadir el bien común".
Pero el acceso de las "ciudades periféricas" -con mayores índices de marginalidad- a la cultura requiere de la actuación de todas las esferas públicas. La Agenda 21 reclama a los gobiernos centrales que asignen, como mínimo, el 1% del presupuesto nacional a la cultura; a organizaciones continentales, a la Unión Europea, que la cultura constituya un pilar más de su integración, y a organismos intergubernamentales como la Organización Mundial del Comercio que excluya este tipo de"bienes y servicios de sus rondas de negociación".
Las redes de cooperación, de las que ya existen varias experiencias, continuarán siendo los instrumentos de trabajo de los entes locales. La Declaración de Barcelona crea otra red para la inclusión social que empezará a gestarse en los próximos meses. "Elaboraremos propuestas para iniciar un proceso de constitución que se concretará en la FAL de 2005", anunció el alcalde de Porto Alegre, João Verle.
El miedo de los pequeños
El mundo local espera que su voz tenga más fuerza ahora que se ha creado la organización de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, en cuyo seno se defienden los intereses de la mitad de la población mundial. Una representación suficiente para que su presidenta, Marta Suplicy, se sienta legitimada para establecer "relaciones directas" con organismos como la ONU y el Fondo Monetario Internacional. Pero varios representantes de ciudades medias y pequeñas afirmaron que temen que su voz acabe ahogada al lado de la de quienes provienen de grandes urbes como París o São Paulo. "No tienen por qué sufrir. Hay asociaciones de municipios que las representan bien", les tranquilizó Suplicy.
Babelia
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