Sola entre los países mediterráneos

Las negociaciones para la reforma de las Organizaciones comunes de Mercado (OCM) de algodón, aceite de oliva y tabaco, fueron una herencia envenadada para el actual Gobierno. Desde septiembre, las cosas se han ido dilatando, principalmente porque el PP, metido ya en campaña electoral y a sabiendas del impacto negativo, trató de dilatarlo hasta después de los comicios. Esperaba negociarlo después, pero ganó el PSOE y le dejó la patata caliente al nuevo Ejecutivo.

España fue el único país mediterráneo que votó en contra. La razón radica en que, mientras otros países mediterráneos lograban parcial o totalmente sus objetivos, España no conseguía ninguna de sus peticiones. En aceite de oliva, se opuso a la reforma al no lograr el reconocimiento presupuestario a su producción real, cantidad cifrada en al menos 190 millones de euros. El sobre complementario se valoraba en un mínimo de 40 millones, petición que sólo se concretó en la oferta de 20 millones.

Frente al tratamiento dado a España, Italia se daba por satisfecha de que no se hubiera puesto en cuestión el supuesto fraude entre su producción real y la producción muy superior por la que cobra ayuda. Nadie, ni la propia Comisión, se cree -aunque acepta- las cifras italianas. Portugal tenía pendiente el reconocimiento de 30.000 hectáreas de nuevas plantaciones posteriores a 1998, que suponen ayudas por 19 millones y otro millón que recibirá Francia para 3.000 hectáreas.

En algodón, los griegos son el primer país productor. Por su tipo de explotaciones pequeñas y la demanda de cultivo, Atenas estaba de acuerdo con la propuesta comunitaria. Además de ello, lograron un incremento de superficie de 340.000 a 370.000 hectáreas. Grecia no tiene miedo a que el desacoplamiento (desvincular las ayudas de la producción) suponga abandonos de cultivos.

En tabaco, la propuesta aprobada era aceptada por el conjunto de los países mediterráneos al suponer una mejora sensible sobre los planteamientos iniciales.