Kertész: "Falta el bajo continuo"
En vísperas de los atentados de Madrid, el 9 y 10 de marzo, Imre Kertész, premio Nobel de Literatura, presentaba en España su última novela, Liquidación. El escritor húngaro de origen judío, superviviente del nazismo y el estalinismo, destacó los graves problemas de la sociedad europea, consecuencia de los dos totalitarismos del siglo XX. Al día siguiente, con las terribles noticias, sus palabras, bajo la nueva luz, o más bien la nueva tiniebla, parecían una profecía del horror.
Kertész se interesa por los destinos individuales en la tragedia colectiva; habla del ser humano perseguido por una misteriosa infamia, surgida de un lugar desconocido, que persigue al individuo por delitos que no cometió y no cesa de acosarle durante toda la vida. Y Kertész nos conduce hasta el alma de los totalitarismos, cuya naturaleza sitúa a las personas ante elecciones absurdas y las lleva a realizar actos perversos en los que no se reconoce. "Cuando uno es incapaz de contestar si es la víctima o parte de la absurda tragedia colectiva, cuando no reconoce la responsabilidad de los propios actos, su identidad se disuelve", explicó.
En su literatura, Kertész ha inventado el lenguaje atonal. Lo que caracteriza la música atonal es la ausencia del bajo continuo. Dijo en Barcelona: "En la Europa contemporánea falta una escala de valores compartida; no hay suelo ni fundamento: falta el bajo continuo. Eso mismo ocurrió en los campos de concentración, donde todos los sistemas de valores saltaron hechos pedazos. La actual falta de valores, en Europa y en el mundo, es la triste herencia que nos ha dejado Auschwitz".
Monika Zgustova es escritora.
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