Mohamed VI visita durante 10 minutos el campamento de damnificados por el seísmo
3.000 personas se alojan en tiendas de campaña en Imzuren por miedo a las réplicas
Las 320 tiendas de campaña instaladas en una explanada de Imzuren constituyen un campamento de damnificados de lujo comparado con otros muchos erigidos en zonas de conflicto. Aún así, la víspera de la visita del rey Mohamed VI los pasillos que separan las hileras de tiendas donadas por el Ejército marroquí y Protección Civil y los alrededores del recinto fueron limpiados y arreglados.
Conduciendo él mismo un vehículo todoterreno, el monarca se desplazó ayer al campamento, bautizado con el nombre de su abuelo, Mohamed V, de Imzuren, la pequeña ciudad de unos 15.000 habitantes más castigada por el terremoto del pasado martes, que, según un último balance, causó 572 muertos y 427 heridos.
El rey visitó primero el hospital militar, con capacidad para 50 camas, caminó entre las tiendas y, al cabo de 10 minutos, se marchó. Antes, el soberano había hecho una parada en el camino para ver de cerca algunas casas derruidas y otras agrietadas. Hoy acudirá a Ait Kamra, donde está situado el epicentro del temblor. El resto de la estancia real transcurre bajo una gran jaima, plantada en un parque de eucaliptos, que domina Alhucemas. Un grupo electrógeno le proporciona luz.
En las 320 tiendas del campamento Mohamed V se alojan, según Protección Civil, 552 familias, unas 3.000 personas. Otras se hospedan en otro campamento adyacente montado por Cruz Roja y hay también muchas tiendas esparcidas por el pueblo. Hay gente, además, que duerme en sus coches. Algunas familias han perdido sus casas, otras las tienen lo suficientemente dañadas para temer que las réplicas del seísmo -ayer se produjo una de 3,1 grados en la escala de Richter- acaben derribándolas, pero las viviendas de un tercer grupo están intactas.
¿Por qué en Imzuren o Alhucemas no regresan a sus hogares todos aquellos cuyas casas no sufrieron daños? Samia, que estudia en el instituto español Jovellanos y vive desde el martes en una tienda plantada frente al Nuevo Colegio, muy cerca de donde se ha instalado el rey, afirma "tener miedo". "Mientras haya sacudidas nos quedamos aquí aunque sea incómodo, porque no dormimos bien, apenas podemos lavarnos y comemos bocadillos".
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