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Rebeldes cristianos causan una matanza de civiles en un campo de refugiados de Uganda

El Ejército de Liberación del Señor asesina y quema vivas a 200 personas al norte del país

La matanza sucedió el sábado en el norte de Uganda. Un grupo de guerrilleros del Ejército de Liberación del Señor (LRA, en sus siglas en inglés) -una brutal secta cristiana que combate al Gobierno de Ioweri Museveni desde hace 18 años-, asaltó el campo de desplazados de Barlonya, próximo a Lira. Según fuentes misioneras, al menos 173 civiles perdieron la vida, aunque otras fuentes hablan de 200.Los rebeldes utilizaron fusiles, ametralladoras y machetes en el ataque. Tras rodear el campamento, obligaron a sus moradores a meterse en chozas y una vez dentro de ellas, las incendiaron. Aunque muchos lograron escapar y esconderse en los bosques cercanos, otros perecieron calcinados.

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"Vengo de allí y he podido ver a 173 personas muertas. De ellas 57 ya habían sido enterradas, mientras que otras ardían aún en el interior de sus casas", explicó Sebat Ayala, un misionero católico de Lira, localidad situada a 220 kilómetros al noreste de Kampala, la capital ugandesa. "Vi una cabaña con siete miembros de una misma familia ardiendo. En la siguiente, otros tres murieron quemados", dijo.

La incursión, que duró alrededor de tres horas, fue confirmada por el Ejército ugandés, que redujo la cifra de muertos a 86. "Puedo confirmar que ha habido una matanza en un campo de desplazados y que la gente ha muerto quemada en sus casas", dijo un portavoz militar. El Ejército ugandés aseguró, además, que habían acabado con la vida de 25 rebeldes en otra zona del país. La incursión del sábado se produjo tres semanas después de que un ataque similar se cobrara 50 vidas.

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El LRA tiene bases secretas en el sur de Sudán, donde reciben apoyo logístico y cobertura política de otros grupos cristianos y animistas. Desde allí lanza constantes incursiones sobre el norte de Uganda. Alzados en armas en 1986, poco después de que el presidente Museveni llegara al poder, carecen de un programa político definido. Su difuso objetivo es el de crear un régimen basado en el cumplimiento estricto de los Diez Mandamientos. Se trata de un grupo brutal, que ha secuestrado más de 20.000 niños y niñas en estos años para convertirlos en soldados y esclavas sexuales. Su núcleo duro apenas lo componen unos centenares de guerrilleros karamajong, cazadores de montaña, que no ocultan su odio hacia los miembros de la tribu acholi del norte ugandés.

Los métodos del LRA son similares a otros grupos guerrilleros en Sierra Leona, Liberia o Congo: fuerte adoctrinamiento, empleo de drogas y la ruptura de todo vínculo de los niños con sus familias. Les obligan a asesinar a sus padres o a cometer atrocidades en sus aldeas para impedir su regreso. Según Human Rights Watch, en el último año han capturado a unos 5.000 niños.

El fiscal de la Corte Penal Internacional de La Haya, Luis Moreno Ocampo, anunció el 29 de enero en Londres que su oficina iniciaba una investigación sobre los crímenes del LRA a petición del Gobierno de Museveni. Este caso y el de las matanzas en la República Democrática de Congo podrían convertirse en los primeros de la nueva corte internacional. En el caso congolés se investiga además la actuación de empresas occidentales y a Gobierno de países limítrofes como Ruanda y Uganda.

El conflicto civil ugandés entre el Ejército, al que se acusa de numerosos abusos, y el LRA ha causado la muerte a unas 100.000 personas en estos 18 años y el desplazamiento de unos 1,5 millones de civiles, que viven hacinados en campamentos y dependen de la ayuda internacional para sobrevivir.

El Ejército de Museveni ha sido incapaz de derrotar al LRA y esto le ha granjeado numerosas críticas internas y es uno de los factores de su caída de popularidad. La esperanza de Kampala es que fructifiquen las negociaciones de paz en Sudán y el LRA pierda sus apoyos.

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