España y otros 5 países exigen a la UE un Pacto de Estabilidad igual para todos
Los seis presidentes firman una carta poco antes de que se reúnan Schröder, Chirac y Blair
Cuatro primeros ministros de la UE (España, Italia, Holanda y Portugal) y otros dos de países de la ampliación (Polonia y Estonia) han enviado una carta a Bertie Ahern, actual presidente de la UE, en la que hacen un canto sin fisuras al vilipendiado Pacto de Estabilidad y afirman que "sus reglas deben aplicarse de forma consistente y no discriminatoria". La carta, con fecha de ayer, se difundió 48 horas antes de la minicumbre entre los líderes de Alemania, Francia y Reino Unido, impulsores del acuerdo que en noviembre dejó "en suspenso" las sanciones contra los incumplidores del Pacto.
La misiva va firmada en primer lugar por el presidente español, José María Aznar, que en su envío al presidente irlandés, Bertie Ahern, dice que lo hace "de común acuerdo" con los máximos dirigentes de los citados países. De entrada, la carta supone un gesto unilateral más, otro botón de muestra de las divergencias que existen en el seno de la UE debido a tres hechos clave: la guerra de Irak, el fracaso en la cumbre de diciembre para pactar la Constitución europea y la decisión franco-alemana de dejar en suspenso la aplicación del Pacto de Estabilidad para eludir las sanciones a París y Berlín.
Frente al actual triunvirato que marca el paso en la UE (el canciller alemán, Gerhard Schröder; el francés Jacques Chirac, y el británico Tony Blair), la carta de ayer se suma a las protestas de los máximos líderes de Italia, España, Portugal y Polonia contra toda hipótesis de un directorio en la UE o contra la Europa de dos velocidades.
El contenido de la misiva, enviada con el supuesto argumento de preparar la próxima cumbre europea del 25 y 26 de marzo, concreta algunos aspectos sensibles que motivan la confrontación interna. El principal es el Pacto de Estabilidad. "Nuestro compromiso con políticas de estabilidad presupuestaria no debe ser cuestionado", dicen los seis. "El Pacto es un elemento esencial del gobierno económico de la Unión Económica y Monetaria y una condición necesaria para garantizar un crecimiento económico sostenido. Sus reglas deben aplicarse de forma consistente y no discriminatoria. La prudencia en políticas económicas es vital también a largo plazo".
La crítica de ese párrafo es válida para Berlín y París, pero también para Londres, que les apoyó en la votación del Consejo de Finanzas (Ecofin) de noviembre. También Roma, ahora firmante de la carta, votó a favor del eje franco-alemán, pero Italia es hoy el único gran país fundador de la UE excluido del directorio europeo y no ahorra críticas contra el eje franco-alemán.
En la carta hay más dardos contra el mismo núcleo directivo de la Unión. Los seis firmantes exigen que los Estados cumplan sus compromisos de trasladar las normas comunitarias a sus legislaciones. A España sólo le falta trasponer el 0,9% de la normativa comunitaria, pero el porcentaje hay que multiplicarlo por cuatro en el caso de Alemania y Francia, precisamente los dos países que amenazan con avanzar más rápido en la construcción europea.
Más críticas, en este caso sobre todo a Alemania: dice la carta que, para aprovechar "la reciente recuperación" de la economía europea, deben hacerse más reformas estructurales. "La UE", precisa, "necesita unos mercados de trabajo más flexibles".
En síntesis, los seis firmantes recuerdan que en la cumbre de Lisboa (2000) Europa se marcó el objetivo de ser la economía más competitiva del mundo en 2010. Para lograrlo, la Unión debe centrar sus esfuerzos en estas cinco prioridades: "Creación de más y mejor empleo", "promoción de la innovación y el desarrollo tecnológico", combinar de forma más equilibrada la regulación y la competitividad, promover más reformas estructurales y "respetar el principio de la estabilidad macroeconómica [Pacto]".
Inquietud ante la reforma
Además de la buscada coincidencia por adelantarse a la minicumbre del triunvirato, la difusión del mensaje de los seis se produce sólo unas horas antes de que, también mañana, la Comisión Europea lance el debate para actualizar o reformar la aplicación del Pacto de Estabilidad, una hipótesis que ha puesto nerviosos a los países cumplidores, empezando por España.
Los firmantes de la misiva parecen configurar el frente de países opuestos al triunvirato. No es casual que España se alíe con Polonia y Estonia (socios de Madrid en el debate constitucional europeo), Holanda (votó con Madrid en contra de aguar el Pacto en noviembre) e Italia precisamente cuando el tradicional aliado de Aznar en los últimos dos años (Blair) ha optado por entenderse con el eje franco-alemán. Pese a todo, portavoces del Gobierno irlandés señalaron ayer que la actual presidencia de la UE no ve motivo de inquietud ni en la carta ni en la minicumbre de mañana en Berlín.
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