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Reportaje:EL DEBATE SOBRE LA GUERRA DE IRAK

Aznar y sus armas de 'ciencia-ficción'

El presidente del Gobierno aborta cualquier debate sobre las razones que le llevaron a apoyar la guerra

"José María Aznar tuvo bastante más que la convicción, en el último trimestre de 2002, de que la orientación de George W. Bush hacia el derrocamiento de Sadam era irreversible. Y decidió que le apoyaría políticamente hasta el final", estima un ex ministro del Gobierno que prefiere mantenerse en la sombra. El pasado miércoles 4 de febrero la relación de Aznar con la Administración Bush llegó al clímax con ocasión del discurso pronunciado ante el Congreso de EE UU, circunstancia en la sólo ha sido precedido por un español: el rey Juan Carlos, en 1976.

El 13 de febrero de 2003, en plena campaña a favor de la guerra de Irak, Aznar aseguró al periodista y entonces consejero delegado de Antena 3 Televisión Ernesto Sáenz de Buruaga que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva -"Puede estar usted seguro y pueden estar seguras todas las personas que nos ven que les estoy diciendo la verdad: el régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva, tiene vínculos con grupos terroristas..."-. Más tarde, a lo largo de casi un año, predijo que esas armas terminarían por aparecer.

El presidente ve con horror que se investigue a la CIA y al espionaje británico
Aznar se mantuvo en el terreno de la información dada por Bush, no por la ONU
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El pasado miércoles, día 4, en el mismo Congreso norteamericano en el que David Kay, un simpatizante de Bush que en calidad de gran inspector chequeó centenares de posibles escondrijos en Irak durante ocho meses, acabó reconociendo que no existían los depósitos de armas químicas, biológicas y nucleares que habían motivado la guerra, Aznar decidió salir al quite. Ante sus ojos se estaba formando una bola de nieve: la crisis de las armas de destrucción masiva o el proceso por el cual, tras las declaraciones de Kay y del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, el jueves 5, Bush pretende desviar el tema de las responsabilidades hacia una investigación ad calendas grecas sobre presuntos fallos en los servicios de inteligencia.

"Cerrar los ojos ante esta realidad [la proliferación en general de las armas], equivocarnos en el verdadero debate, en las auténticas prioridades sería una grave irresponsabilidad que acabaríamos pagando caro en nuestra seguridad y nuestra libertad", explicó Aznar. Fuentes gubernamentales dijeron que Aznar ve con horror la espiral hacia la que parecen deslizarse los servicios de inteligencia de EE UU y del Reino Unido, donde el primer ministro, Tony Blair, ha ordenado una comisión de investigación sobre los presuntos fallos a la hora de describir las armas de destrucción masiva en poder de Sadam.

Aznar siempre sostuvo que su política se basó en la aplicación de las resoluciones de la ONU, aunque admitió, al menos el 2 de febrero de 2003, tener información propia. "Todos los Gobiernos tienen información de carácter reservado y el Gobierno español tiene información, evidentemente, de que el regimen de Sadam Husein, en función del armamento que tiene (químico y biológico), de sus vinculaciones con grupos terroristas, supone efectivamente una amenaza para la paz y para la seguridad del mundo y también una amenaza para España". Todos los expertos consultados coinciden: no se debe referir al Centro Nacional de Inteligencia (CNI). ¿Por qué? Muy sencillo: los tres informes elaborados por los agentes españoles dicen que no existía constancia sobre las armas de destrucción masiva, y tampoco sobre las relaciones entre Irak y grupos terroristas como el de Osama Bin Laden.

- El doctor Blix. La calle Runeberg está situada en un barrio de clase media de Estocolmo, la capital de Suecia. En uno de sus edificios, en un apartamento cómodo pero bastante modesto, un hombre de 75 años está corrigiendo las galeradas de un libro que no debería sobrepasar las 280 páginas. Apenas suena el teléfono en el salón salta el contestador, que invita a dejar un mensaje o enviar un fax. Cuando el periodista se identifica, sobre las cinco de la tarde del pasado viernes, Hans Blix, el ex presidente ejecutivo de la Comisión de la ONU de Vigilancia, Verificación e Inspección (UNMOVIC), descuelga el auricular.

-Hola, no atiendo directamente porque estoy muy ocupado estos días. Prácticamente tengo listo mi libro Desarmando a Irak.

-Doctor Blix, habrá visto usted lo que dice el inspector David Kay y lo que ha dicho el director de la CIA, George Tenet, sobre la inexistencia de depósitos de armas de destrucción masiva...

-Sí, claro. Hasta ahora, nosotros no nos equivocamos. Siempre fuimos muy cuidadosos. Nunca afirmamos que esos remanentes de armas seguían existiendo. Las pistas que nos pasaron los servicios de inteligencia de EE UU fueron investigadas. Y en la mayoría de los casos el resultado fue negativo. Por eso, aprovechando la presión militar, comenzamos a obtener avances y solicitamos más tiempo.

-¿Se puede afirmar que el apoyo a la guerra a mediados de marzo de 2003 se basó en lo que decía la ONU o en los informes de los inspectores que dirigía usted?

-Nuestra posición fue muy prudente, pero no menos clara. La presión militar servía para resolver pacíficamente el problema. La mayoría del Consejo de Seguridad de la ONU consideró que merecía la pena hacer este intento. David Kay ha dicho que casi todos estuvieron equivocados en relación con los depósitos de armas químicas, biológicas y nucleares. Nosotros, hasta ahora, no. Kay era muy conservador y siempre fue partidario de la guerra. Recuerdo que ya en septiembre de 2002 advirtió de que las inspecciones eran inútiles y en enero y febrero de 2003 insistió en la existencia de los laboratorios móviles. De modo que al volver de Irak con las manos vacías no ha tenido alternativa más que admitir la realidad. ¿Que opción tenía? Ahora bien, las cosas que dice pretenden ayudar a la Administración Bush...

-Un portavoz gubernamental ha hablado por primera vez en España de que el Gobierno español pudo haberse equivocado...

-Eso sería muy honesto...

- Zaplana se explaya. Mientras Blix seguía corrigiendo la tarde del pasado viernes las galeradas de su libro que, según anticipa, tendrá mucha información sobre la trastienda -lo que pasaba detrás de los bastidores de la ONU entre septiembre de 2002 y marzo de 2003-, en Madrid el ministro Eduardo Zaplana, al término de la reunión del Consejo de Ministros se explayaba sobre Irak. "Nos podemos haber equivocado, como se puede equivocar cualquiera, pero se ha actuado con gran coherencia y desde luego defendiendo los intereses de nuestro país".

En su explicación, Zaplana introdujo las versiones que los medios de comunicación habían dado estos días de la comparecencia del inspector contratado por la CIA, David Kay, quien sostuvo en el Senado norteamericano que los servicios de inteligencia de EE UU y de los principales países cometieron errores al vaticinar que Sadam poseía depósitos de armas químicas, biológicas y nucleares.

"No voy a hacer lo mismo que hacen algunos. Si yo leyera frases literales sacadas fuera de contexto quedaría clarísimamente acreditado que hay armas de destrucción masiva. Porque algunas no dejan lugar a dudas. Dice literalmente Kay que Sadam 'tenía la ambición de desarrollar y utilizar armas de destrucción masiva y que de seguir hoy en el poder, lo haría'. Con esa afirmación se justifica la decisión de algunos países de una intervención militar. Y estoy citando literalmente al señor Kay. Si ahora mismo tuviera [Sadam] armas de destrucción masiva las utilizaría. Lógicamente, se ha hecho muy bien al tomar esa decisión [guerra]", razonó Zaplana.

La Administración de Bush sostenía, sabiendo que era falso, que Sadam estaba en camino de fabricar armas nucleares. Las pruebas: Irak, anunció Bush el 7 de octubre de 2002, había comprado tubos de aluminio. El propósito: centrifugar uranio. Y, segundo, Irak, también informó Bush el 28 de enero de 2003, había buscado importantes cantidades de uranio en África.

Mohammed El Baradei, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), investigó la primera pista. El 27 de enero de 2003, El Baradei ya tenía respuesta: "Todo indica que los tubos de aluminio corresponde a lo declarado por Irak, y no son aptos para construir centrifugadoras".

- Programa de armas nucleares. Aznar, en lugar de creer a El Baradei, cambió el 5 de marzo de 2003 ante las Cortes el contenido de las resoluciones de la ONU. "Respecto al programa de armas nucleares, Irak ha intentado reiteradamente en los últimos años hacerse con tubos de aluminio de alta calidad, aptos para enriquecer uranio. Además ha intentado hacerse regularmente con stocks de este mineral". Aznar se mantuvo, pues, en el terreno de la información de Bush, no en el de la ONU.

La OIEA recibió de EE UU a primeros de marzo contratos y documentos sobre una presunta compra de uranio enriquecido de Irak en Níger. El 7 de marzo de 2003, tanto Blix como El Baradei presentaron sus informes ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Ambos citaban ejemplos de progresos en las inspecciones. El Baradei reiteró que no existían pruebas de que Irak estuviera utilizando tubos de aluminio para producir armas nucleares. Y añadió: "LA OIEA ha progresado en su investigación sobre los informes según los cuales Irak habría intentado comprar uranio a Níger. La investigación se ha centrado en documentos aportados por varios países en los que se apunta un acuerdo entre Níger e Irak entre 1999 y 2001. Basándose en un profundo análisis, la OIEA ha concluido, con la ayuda de expertos independientes, que estos documentos no son auténticos. Por tanto, la organización ha concluido que las acusaciones son infundadas".

Ana Palacio, presente en la sesión del Consejo, intervino. "Los progresos concretos de los inspectores en su encomiable labor nos están desviando del objetivo: el desarme total del régimen", subrayó. Y agregó: "¿Qué mensaje estamos dando? He escuchado a quienes asumen que las decisiones que puede adoptar este Consejo van a provocar la pérdida de un gran número de vidas humanas y grandes daños en Irak y lo censuran y lo responsabilizan. No es así".

Era difícil entender por qué los "progresos concretos" podían desviar a la ONU del objetivo, el desarme total. La impaciencia de EE UU y del Reino Unido, según declaró Blix a este periódico, se hizo evidente cuando Irak empezó, a finales de enero de 2003, a colaborar activamente con los inspectores. Palacio, pues, veía que los inspectores se estaban "desviando"del camino hacia la guerra.

El vicepresidente Dick Chenney, que tenía pruebas del montaje de Níger, compareció en televisión el día de la cumbre de las Azores que reunía a Bush, Blair y Aznar. "Si se miran los antecedentes de la OIEA, creo que el señor El Baradei, francamente, está equivocado; especialmente en lo que concierne a Irak. Siempre han subestimado o ignorado lo que Sadam Husein estaba haciendo. No tengo ninguna razón para creer que lo que dicen ahora es más válido de lo que dijeron. Creemos que Sadam ha reconstituido su programa de armas nucleares". En las Azores, los tres patrocinadores de la guerra acusaron a Irak entre otras cosas "de no cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad, que exigían el desarme de su capacidad nuclear"

Y Aznar ¿se basó en la ONU al referirse otra vez al tema nuclear? Habló del asunto el 18 de marzo de 2003 en el Congreso. Veinticuatro horas antes del ataque de EE UU a Bagdad, al polemizar con el líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, Aznar dijo: "Las armas de destrucción masiva existen y las verá. Créame que Sadam Husein y el régimen iraquí no tienen las armas de destrucción masiva para hacer colección, las tienen para poder usarlas, y no ha tenido contacto con grupos terroristas por tener más o menos amigos sino porque está dispuesto a utilizar el terrorismo". Aznar, pues, secundaba a Cheney y hacía caso omiso de la falsedad denunciada por El Baradei, es decir por la OIEA.

La política de Aznar no se basó en el diagnóstico de los inspectores de la ONU. Tampoco en los informes del CNI, que coincidían con la prudente aproximación de Blix y sus colaboradores. En cambio, tuvo como referencia maestra los bulos, rumores y exageraciones con los que Bush y Blair, con el aval de sus servicios de inteligencia, intoxicaron a todo el planeta.

Aznar durante su comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos.
Aznar durante su comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos.REUTERS
José María Aznar, con Ernesto Sáenz de Buruaga en Antena 3.
José María Aznar, con Ernesto Sáenz de Buruaga en Antena 3.EFE

Zaplana o el 'síndrome Powell'

El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, fue cogido con el pie cambiado el pasado martes día 3. The Washington Post le preguntó si habría recomendado invadir Irak sabiendo que no había armas de destrucción masiva y contestó: "No lo sé.... La ausencia de arsenales cambia el análisis político. Cambia la solución e incluso la fórmula".

La Casa Blanca le llamó a capítulo. Al día siguiente, Colin Powell se prestó a contestar preguntas de la prensa. Surgió la misma duda. ¿Qué hubiera hecho en caso de saber que no había armas? "Lo que sé ahora es que teníamos un régimen despótico cuya intención era desarrollar armas de destrucción masiva y usarlas. Lo único que está en discusión, incluso ahora, se refiere a un aspecto: ¿qué arsenales tenían? Pero lo fundamental es esto: el presidente Bush adoptó la decisión correcta". El ministro Eduardo Zaplana, al término de la reunión del Consejo de Ministros del pasado viernes, dijo por su parte: "Nos podemos haber equivocado, como se puede equivocar cualquiera, pero se ha actuado con gran coherencia, defendiendo los intereses de nuestro país".

Poco antes de las seis de la tarde del viernes, el secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timermans, explicó por su parte que Zaplana no se refería a las armas de destrucción masiva sino al apoyo del Gobierno español a Estados Unidos. "Irak incumplió las resoluciones de la ONU, por eso apoyamos a Estados Unidos. Eso es lo esencial", explicó Timermans. Minutos después, los servicios de Zaplana aclaraban que el ministro se había expresado mal en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

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