Fraga y Toques

La facundia casticista de Manuel Fraga sería un pintoresco resto del pasado si no constituyera una ofensa para muchos españoles. Para el presidente de la Xunta y fundador del PP, el que un alcalde de su partido haya sido condenado por abusos sexuales a una menor es "una menudencia". Condenado por ello, el alcalde de Toques, Jesús Ares, sólo tiene la alternativa de la dimisión, a la que siguió negándose ayer, en un pleno en el que sus partidarios agredieron a los periodistas.

Durante días, Fraga intentó restar trascendencia al asunto y sólo el lunes aceptó sumarse a la tardía reacción de su partido, siempre tan diligente a la hora de pedir dimisiones de sus adversarios y tan renuentes a admitir responsabilidades en las filas propias. Pero Fraga dejó claro que no lo hacía por la gravedad de los hechos, sino tan sólo para frenar "las manipulaciones que la oposición está haciendo del caso". Es un comentario lamentable. Los socialistas gallegos ofrecieron al PP el voto de su único concejal en Toques para desplazar al alcalde mediante una moción de censura y sustituirlo por otro edil popular.

Varias ONG han iniciado una campaña para solicitar la dimisión de Fraga por considerar que ha alentado el machismo y ha amparado a un cargo público condenado por violencia sexista. Ciertamente, el presidente gallego ha bordeado la apología de estos comportamientos. Días atrás tildó de "hipócritas" a los partidos de izquierda y las feministas por condenar los abusos sexuales al tiempo que defienden "el aborto, el amor libre y las parejas de hecho". Resulta increíble tener que recordarle a este veterano jurista que los comportamientos que cita son precisamente eso: libres, fruto de la acción soberana de adultos. Por el contrario, el alcalde de Toques ha sido condenado por un acto de violencia contra el ser humano más incapacitado para defenderse: una menor.