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Reportaje:

Integración desde el exterior

El ministerio ha convertido a Marruecos en el primer objetivo de la educación fuera de España

Marruecos ocupa el número uno en el ranking de la inversión educativa en centros españoles en el exterior. Más de 24 millones de euros destina el Gobierno cada año a este apartado; son 10 centros docentes (seis institutos y cuatro colegios de primaria) los que tiene la Administración española en el país magrebí; en ellos la enseñanza se imparte de acuerdo a la legislación y programación académica que rige en España. Cualquier alumno que supere la prueba de selectividad podrá acceder en su día a la Universidad pública española.

En el presente curso hay 4.208 estudiantes matriculados en los colegios e institutos españoles de Tánger, Tetuán, Alhucemas, Casablanca, Larache, Nador y Rabat; el 81% son marroquíes, y el 19% restante, hijos de españoles.

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El Estado español tiene en Marruecos a 293 profesores, de los que 217 son funcionarios desplazados que, tras superar un examen, ocupan la plaza por un periodo de tres años, con posibilidad de renovar por otros tres. El resto, hasta completar la plantilla, son profesores de árabe marroquíes contratados (35), o contratados españoles (4) para impartir religión. Además, cada año los centros completan sus plantillas con un número indeterminado de interinos; en el presente curso hay 27.

Pero, ¿por qué este esfuerzo educativo de España en Marruecos? La respuesta la da el consejero de Educación de la Embajada de España en Rabat, Javier Muñoz: "Intentamos contribuir a la formación de un cuerpo social que conozca mejor la cultura y la lengua españolas". "Siendo países vecinos, con importantes relaciones en todos los órdenes, creo que siempre será más fácil negociar y entenderse con aquellos marroquíes que nos conocen que con los que ignoran todo de España", explica.

Pero no sólo la proximidad geográfica, o el hecho de que España sea el segundo país inversor en Marruecos, después de Francia, justifican el esfuerzo educativo español en este país. A nadie se le escapa que Marruecos, con sus particularidades y connotaciones, es un Estado puente entre el mundo islámico y Europa. "En la medida en que nos conozcamos mejor", apunta Muñoz, "las relaciones podrán ser más fluidas, transparentes y de amistad...", insiste. La posibilidad de tener aquí una enseñanza europea, como la que España les ofrece, es, para el consejero de Educación en Rabat, un argumento "muy importante". La labor docente española está encaminada, pues, a conseguir que aquellos alumnos que asuman más tarde responsabilidades políticas, económicas y sociales en su país, comprendan mejor, no sólo a España, sino a Europa y lo que la Unión Europea significa.

Hay un perfil de alumnado que estudia español en Marruecos. "Nos interesa captar alumnos que procedan de lo que ahora se conoce como clase media emergente", resume Muñoz. ¿Y por qué? "Particularmente son siempre estos grupos sociales los verdaderos motores que impulsan los cambios, aquí, o en cualquier sociedad".

No debe irle mal al Estado español con este planteamiento; la demanda supera con mucho a la oferta. Por cada nueva plaza docente creada este año en Marruecos ha habido 10 solicitudes. Los padres marroquíes, asegura Muñoz, aprecian especialmente el sistema docente español por los valores que transmite y por las formas democráticas que rigen la actividad académica.

Las familias que dejan la formación de sus hijos en manos del profesorado español suelen ser clases medias; las élites sociales prefieren que los hijos estudien en un centro americano o en el Instituto Francés. Claro, que el precio también cuenta. Frente a los 640 euros que pagan de matrícula los alumnos en los colegios e institutos españoles del norte de el país, o los 900 euros abonados en Casablanca y Rabat, estudiar en un centro americano cuesta como mínimo 7.000, más la matrícula, y más de 4.000 euros en el Instituto Francés.

En cualquier caso, estas tasas no son significativas. El Ministerio de Educación español cifra el coste por alumno en Marruecos en torno a los 5.000 euros al año. Aún así, el Gobierno dice que el esfuerzo económico y académico compensa y que compensará en el futuro la política educativa que lleva a cabo España en el país vecino.

El consejero de Educación en Rabat dice que los datos del Instituto Nacional de Evaluación y Calidad del Sistema Educativo (INECSE), del Ministerio de Educación, reflejan "la excelente preparación que los alumnos marroquíes tienen respecto a los de España". El 98% de los que se presentan cada año a la selectividad la aprueban, y con nota media muy alta. En los tres últimos años, esta media ha sido de 7,5 puntos.

El Gobierno español da además una beca al 60% de las solicitudes que presentan los padres para que sus hijos estudien en España; un objetivo, éste, prioritario para todas las familias que llevan a sus hijos a un centro español. De paso, el Estado justifica así su objetivo: formar al máximo nivel a grupos sociales del país de origen, en este caso de Marruecos, para que luego regresen y se integren en su propio tejido social.

No existen datos, sin embargo, de cuántos de estos médicos, ingenieros o farmacéuticos marroquíes, por citar sólo algunas de las carreras que estudian, se quedan en España a la postre. En la Consejería de Educación de la Embajada de España en Rabat carecen de informes al respecto. "Por lo que sabemos, una gran mayoría regresa a Marruecos cuando acaba la carrera", asegura Muñoz.

Un grupo de alumnos del instituto español de enseñanza secundaria Severo Ochoa, de Tánger.
Un grupo de alumnos del instituto español de enseñanza secundaria Severo Ochoa, de Tánger.J. MAYORDOMO

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