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David Delfín instala una pasarela en una galería y muestra los entresijos de su obra

El polémico diseñador malagueño lleva el mundo de la moda a Soledad Lorenzo

El diseñador David Delfín (Ronda, Málaga, 1970) presenta del 7 al 10 de enero en la galería Soledad Lorenzo de Madrid la exposición Extimidad, un hecho singular tanto en la moda española como en las ofertas ordinarias de las galerías de arte. La moda entra así de lleno en un ámbito que en principio le es ajeno y desdibuja con toda intención las fronteras entre el cuadro y el vestido, entre el arte y la moda. En esta galería, Delfín mostrará las tripas del trabajo creador y se ofertarán a la venta ediciones limitadas de algunas prendas concebidas ya como objetos de colección.

La carrera de David Delfín y de su firma Davidelfin no tiene, en su despegue y consolidación, precedentes en la moda española. La inesperada repercusión de su desfile compartido en la jornada de los noveles, en la Pasarela Cibeles de septiembre de 2002, donde la presentación de sus diseños con las modelos encapuchadas y con horcas al cuello, arrancó frases que iban desde la "subversión estética" a la "catarsis moral". El asunto era mucho más sencillo, o al menos así lo planteaba el autor, declarando que tenía sus referencias en el surrealismo y específicamente en René Magritte. El modista declaró que no se arrepentía de su propuesta y siguió trabajando en esa audaz combinación, donde pone de manifiesto su propia historia: danza, plástica, teatro, vídeo y ropa.

Los cuatro días en la galería Soledad Lorenzo, a las 20.00 (aunque podrá visitarse en horarios normales), y partiendo de un aforo no superior a las 100 personas, tendrán una actuación similar que comienza con un desfile en toda regla. Para ello se ha colocado en el habitualmente diáfano espacio de la galería una pasarela. La muestra estará dividida en cuatro partes: "El primer día es de experimentación y marcará la pauta para los tres siguientes. He transformado el espacio, con esa pasarela incrustada hasta que llega a formar parte orgánica de la galería. El primer espacio es ése, al que yo llamo Cuerpo extraño, que, por cierto, será el título de mi colección en el próximo Cibeles de febrero; el segundo es el de los vídeos, con cuatro audiovisuales, uno de ellos creado para esta ocasión (también se verá Opening night, título sacado del filme de John Cassavetes) y otros anteriores como el de una modelo en un garaje", explica David Delfín.

El tercer espacio es una especie de backstage en escaparate: "Allí estaremos desde las cinco de la tarde cada día preparando el desfile, trabajando con las modelos para estar listos a las ocho. Estaremos separados del visitante por una gran gasa negra. Es visualizar el otro lado con esa sutil separación transparente, y que el espectador vea las polaroids, las perchas, los vestidos inanimados, los espejos". Finalmente, el cuarto espacio es propiamente la obra que cuelga de las paredes, con bocetos, dibujos y collages y donde David Delfín hace varios homenajes y guiños: "Una galería me llevó a la moda y ahora la moda me devuelve a la galería". Allí estarán esos inquietantes dibujos hechos sobre las páginas polícromas de conocidos iconos y marcas de publicidad actual: "Esos dibujos los empecé haciendo para darlos como muestras orientativas a los maquilladores. Así surgió lo de las calaveras". Algo que remite a Basquiat, a una época primeriza de Keith Haring y a un trazo furioso e irreverente plasmado como máscaras sobre las chicas perfectas de Chanel, Dior o incluso a la sobria sensualidad de Jennifer López en la campaña de Louis Vuitton: "Espero que nadie se ofenda", comenta el diseñador, para quien la máscara ha estado siempre presente en su obra: "Es una de mis obsesiones. En mi segunda colección, Bauhaus, cuando la presenté por primera vez en La Fábrica [donde también se expusieron obras de David Delfín de gran formato, unos cuadros geometristas elaborados a base de patrones] al final las modelos salían con unas máscaras". En el espacio de Soledad Lorenzo estarán expuestos también unos trajes que, en ediciones limitadas, se pondrán a la venta, más con el concepto de pieza de coleccionista que como prenda de uso: "Algunos trajes serán de los más significativos de todos los que he hecho, como el de la horca. El que salió en el desfile de Cibeles era en color champán, el de ahora está elaborado en crèpe negro". Este vestido fue el más fotografiado y anatemizado aquella vez, cuando todas las portadas de todos los periódicos recogieron el desfile de Delfín y la polvareda que levantó. Ahora Delfín diseñará también los trajes del personal de Arco 2004.

<i>Olaia, 2003,</i> imagen incluida en el proyecto <i>Extimidad,</i> de David Delfín, en la galería Soledad Lorenzo.
Olaia, 2003, imagen incluida en el proyecto Extimidad, de David Delfín, en la galería Soledad Lorenzo.GORKA POSTIGO

De Beuys a la mano izquierda

David Delfín, que nació un 2 de noviembre (Día de los Difuntos: lleva una calavera tatuada en su brazo), está en vías de conseguir lo más difícil en el sector que trabaja: un estilo propio e identificable, unos signos de referencia particulares u originales en tanto informan de su obra. En ello ha influido decisivamente su atípica trayectoria, desde las performances con Dani Pannullo (donde vestía sus propios diseños, bailaba y recitaba) hasta la voracidad de implicarse en toda expresión vanguardista. Todo empezó con su mano izquierda y una peculiar caligrafía que se inventó y que constituyó el principal motivo gráfico de sus primeras series de prendas titulada Sans titre

: camisetas desgarradas, tejido negro y militar, cruces de fieltro rojo del que colgaban los sobrantes de hilo del proceso de aplicación, textos inconclusos y a veces incomprensibles. En todo ello estaba latente un homenaje al artista alemán Joseph Beuys (Kenfeld, 1921-Düsseldorf, 1986), y esas singulares prendas, ya actualmente piezas de culto, que se vieron primero en locales alternativos (del Espacio Fourquet al Star Café, que programaron sus vídeos con los monitores colocados en cruz y colgaron sus camisetas en marcos acristalados), hoy ocupan en su cuidada reedición por el propio Delfín un lujoso escaparate de moda puntera (Eks, Velázquez 28, Madrid), donde de nuevo la pleitesía a Beuys se hace más evidente y reverencial.

David Delfín tiene en su obra, cristalizada en apenas cuatro colecciones y unos cuantos años de deambulación estética, una vertical vocación por las artes visuales que acaso lo aleja de la moda, pero que exitosamento lo singulariza. Con inútil afán laudatorio y justificativo, a Delfín se le ha comparado equivocadamente con el estilista Martin Margiela y con otros nombres consagrados del sector, cuando en realidad su quehacer y su proyección, puestos a nombrar, está mucho más cerca conceptualmente de Miyake, otro gran modista reclamado por galerías y museos.

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