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El Museo Marítimo Ría de Bilbao recupera la memoria portuaria e industrial

El recorrido sigue las actividades del puerto, y los diques exteriores acogen 11 embarcaciones

El Museo Marítimo Ría de Bilbao recibe a los visitantes desde el pasado viernes en los diques ocupados por los astilleros que, hasta la reconversión de los años ochenta, construían barcos en el corazón de la capital vizcaína. A orillas de la ría que le da nombre, el museo se ha sumado a la regeneración urbanística de la ciudad con un proyecto que recupera la memoria portuaria, industrial y marítima de Bilbao a través de un recorrido por los cambios económicos y sociales que han marcado su historia y una decena de embarcaciones en sus diques exteriores. El museo nace como "un tributo a la ría", y espera recibir 100.000 personas al año y contribuir a "acercar la sociedad al mar".

El Museo Marítimo Ría de Bilbao, un edificio de dos plantas diseñado por el arquitecto Juan Francisco Paz, con 7.000 metros cuadrados de superficie, se esconde bajo el puente Euskalduna, un vial de cuatro carriles con el que comparte su estructura. Las salas que evocan el casco de los buques y la estética naval recogen maquetas, grímpolas (distintivos de las navieras), mapas, bitácoras, brújulas e instrumentos de pesca y navegación, cartas náuticas, dibujos, fotografías, documentos y hasta motores de embarcaciones. Una lancha ballenera abre el paso hacia las pantallas en las que se proyectan audiovisuales que completan la información ofrecida por los objetos y los paneles.

El recorrido por el interior del museo está ordenado en torno a los ejes de las actividades portuarias a lo largo de la historia, la vida comercial que surgió en su entorno y la construcción naval, que abarca desde la mesa de carpintero donde se construían los cascos de madera hasta el diseño con procesos informáticos.

Pero la parte más atractiva del museo se encuentra al aire libre. Los diques exteriores muestran una colección de 11 embarcaciones de distinta tipología. La draga Titán (1923), que durante 30 años trabajó en la mejora del calado de la Ría de Bilbao para permitir la navegación de buques más grandes, y el gánguil Portu¸ un vapor de 38 metros de eslora que se utilizaba para evacuar y verter al mar las escorias de los altos hornos, están siendo restaurados a la vista del público. Junto a ellos se exhiben, cedidos por sus propietarios, un remolcador, una lancha de salvamento, varias embarcaciones pesqueras tradicionales y el velero BBK Euskadi-Europa 93, con el que el navegante José Luis Ugarte dio la vuelta al mundo en solitario durante la regata Vendée Globe.

La única pieza encargada por el museo es la réplica de una falúa, una embarcación movida a remo, que, entre otras utilidades, sirvió para trasladar en desfiles oficiales a las autoridades del Consulado de Bilbao, una institución fundada en el siglo XVI, a la vez casa de contratación y entidad de resolución de conflictos gremiales y pleitos mercantiles. Aunque el consulado fue suprimido en 1829, la falúa siguió presente en la vida pública hasta finales del siglo XIX. La base para realizar la réplica de la embarcación, de unos 14 metros de eslora, ha sido una pintura del siglo XVII.

Los diques exteriores muestran también las piezas que han sobrevivido del pasado industrial en su ubicación original, como la casa de bombas que achicaba el agua de los diques de los astilleros Euskalduna, construida en 1903, o la grúa Carola, la estructura metálica que servía para transportar elementos del casco y maquinaria de los buques a su destino final.

Buques singulares

La vida del museo se enriquecerá con la visita de buques singulares. Con motivo de la inauguración ha atracado a sus puertas el Oosterschelde, un bergantín-goleta de tres palos superviviente de la gran flota que navegó con bandera holandesa a principios del siglo XX. Su pasado de carguero quedó atrás, y actualmente cumple el papel de embajada flotante de la ciudad de Rotterdam y navega por el mundo para recaudar fondos que permitan su mantenimiento. A principios de diciembre se espera la llegada del Endeavour, réplica de un buque del siglo XVIII con el que el capitán James Cook realizó su primer viaje al Pacífico sur para realizar observaciones astronómicas y, posteriormente, navegar alrededor de Nueva Zelanda y por la costa oriental de Australia.

El museo marítimo ha requerido una inversión de 17 millones de euros. La iniciativa de crearlo fue impulsada por su actual presidente, Patricio de la Sota, cuando en 1996 presidía la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao. La idea fue apoyada por el Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación de Vizcaya y el Gobierno vasco, y en seis años ha conseguido además el apoyo de 61 empresas y de los fondos Feder de la Unión Europea. Con la Fundación Museo Ría de Bilbao ya en marcha se sumó al proyecto el Ministerio de Cultura, que aportó cerca del 30% del presupuesto total.

Vista del Museo Marítimo Ría de Bilbao.
Vista del Museo Marítimo Ría de Bilbao.SANTOS CIRILO

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