'El oficio de vivir', de Cesare Pavese
EL PAÍS publica el diario de uno de los escritores italianos más influyentes del pasado siglo
Cesare Pavese (1908-1950), traductor, poeta y novelista italiano, fue uno de los fundadores de la prestigiosa editorial Einaudi, en la que permaneció como editor hasta su suicidio, en 1950. Ardoroso antifascista, sus artículos en la revista La Cultura lo condujeron hasta la cárcel, en la que escribió parte de su obra. Tradujo a Hesiodo, Melville, Joyce, Dickens y Faulkner, entre otros. Dos años después de su muerte se publicó su diario con el título El oficio de vivir, texto que podrá comprar mañana, sábado, por 2,95 euros quien compre un ejemplar de EL PAÍS. Los expertos consideran que en estas lúcidas y desgarradoras reflexiones en torno a la literatura, la vida, la historia y el sexo se encuentran algunas de las mejores y más conmovedoras páginas de Pavese, además de haber sido uno de los libros de mayor influencia y de resonancia más duradera en la Europa de la segunda mitad del pasado siglo. En 1990 se publicó una edición más completa de dichos diarios basada en el manuscrito autógrafo que se conserva en la Universidad de Turín y del que había sido eliminada una serie de pasajes considerados escabrosos. La presente edición corresponde a la edición española de la versión completa, traducida por el ensayista y poeta español Ángel Crespo.
Procacidad simbólica
La primera edición de El oficio de vivir, preparada por Natalia Ginzburg e Italo Calvino a partir de los diarios manuscritos de Pavese, estaba punteada por "unos pocos cortes" que "se imponían allí donde su contenido era de carácter demasiado íntimo y sensible, y donde se trata de asuntos privados de personas vivas", según explicaron los editores. En 1990, Marziano Guglielminetti y Laura Nay publicaron una edición íntegra que incluía todas las palabras previamente consideradas obscenas, así como las alusiones del autor a sus posibles problemas sexuales. Lo cierto es que Pavese mostraba en algunos de aquellos párrafos su habilidad para enmascarar la procacidad más gruesa con oportunos símbolos. "Que en amor un clavo saque a otro clavo será verdad para las mujeres, para las que el problema es precisamente cómo encontrar otro clavo que clavarse en la cavidad, pero para los hombres, que sólo tienen un clavo, es menos verdad", había escrito el 12 de octubre de 1937.
Babelia
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