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El Corán y la sanguijuela

Javier Sampedro

La doctrina católica establece que el embrión es un ser humano desde el momento de la concepción, es decir, desde la mismísima fusión del óvulo con el espermatozoide. Pero la religión islámica no lo considera así, y esta diferencia ha podido ser esencial en la actitud de los países islámicos ante la clonación reproductiva. El Corán contiene un curioso pasaje sobre embriología en su sura 23: "Y, ciertamente, nosotros creamos al hombre de un extracto de arcilla, y luego le hicimos una pequeña semilla en una estancia firme, y luego hicimos de la semilla una sanguijuela; de la sanguijuela, un trozo de carne; luego le pusimos huesos, vestimos los huesos con carne y después le hicimos crecer hasta ser otra criatura".

El texto, que es una de las primeras descripciones conocidas del desarrollo gradual de un embrión en el útero, sugiere que la esencia humana no surge en el momento de la concepción, sino que va desarrollándose progresivamente. Y, de hecho, la mayor parte de los musulmanes cree que el alma no se inserta en el embrión hasta los 40 días de desarrollo, o incluso después, a los 120 días. Ambos plazos son suficientes para permitir la clonación terapéutica, que sólo requiere generar un embrión de una o dos semanas.

Según la Unesco, los juristas islámicos proscriben la modificación de las células germinales (las células que producen óvulos y espermatozoides), y prohíben cualquier acción que, como la clonación reproductiva, contradiga la noción de que el ser humano es una creación divina. Pero el islam, al igual que la biología, no parece considerar un ser humano a un blastocisto de dos semanas.

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