Un mural de Siqueiros agita el mercado internacional del arte
El mural erótico Ejercicio plástico, pintado en 1933 por el mexicano David Alfaro Siqueiros en el sótano de una mansión de Buenos Aires, es el centro de un affaire artístico-judicial que ha hecho correr ríos de tinta y que, además de involucrar a funcionarios y empresarios y hasta a dos Estados, agita el mercado internacional del arte. La obra podría alcanzar los 20 millones de dólares, pese a lo cual yace desde hace 11 años desmontada en paneles y metida en contenedores en las afueras de la capital argentina.
La estancia en Buenos Aires de David Alfaro Siqueiros (1896- 1974) sólo duró unos meses de 1933, pero bastó para sacudir con todo tipo de provocaciones a la sofisticada élite cultural argentina. Invitado a exponer en la galería Amigos del Arte, Siqueiros convirtió la inauguración en un mitin izquierdista. Le cerraron la muestra y le confiscaron los cuadros. Siqueiros quería pintar un mural en Buenos Aires, pero el único que se lo encargó fue Natalio Botana, rico editor de un diario vespertino que quitó las botellas de la bodega de su casa en Don Torcuato (suburbio de Buenos Aires) y le ofreció a Siqueiros ese espacio: 200 metros cuadrados que el mexicano cubrió enteramente, aprovechando para experimentar con nuevos materiales. En Ejercicio plástico colaboraron Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino. Blanca Luz Brum, la esposa de Siqueiros, se enamoró de Botana, por quien dejó al pintor. Justamente, Ejercicio plástico, que olvida la temática social preferida por Siqueiros, es una celebración del cuerpo de mujer. En la fiesta de inauguración del mural en Don Torcuato participaron Pablo Neruda y Federico García Lorca.
Muerto Botana en 1942, su casa y el mural se olvidaron. Don Torcuato pasó de mano en mano hasta que en 1989 Héctor Mendizábal, un coleccionista de coches antiguos, decidió restaurar el mural, montándolo sobre paneles y convirtiéndolo en itinerante. Los muralistas se habían convertido en una gran atracción turística de México, que abrió un museo dedicado a Siqueiros, y el valor de sus obras no hacía sino crecer. Mendizábal conformó una sociedad y contrató a un estudio de ingeniería y al restaurador Manuel Serrano.
Tras muchos meses de trabajo, consiguieron desmontar el mural, pero el consorcio de hecho -nunca se documentó- estalló en querellas intestinas y Mendizábal quebró. Para salvar su inversión, que según afirma lo ha arruinado, vendió el mural en 820.000 dólares a otra empresa (cuyos integrantes, amparados en el anonimato de las sociedades, no se conocen). Entre los inversores figurarían políticos y empresarios. Los acreedores de Mendizábal sostienen que el precio fue falso (la obra vale mucho más), y la venta, un fraude en contra de sus legítimos derechos, por lo cual desde 1992 bloquearon la disponibilidad del mural con medidas precautorias.
El pleito acumula ya miles de folios. Una ley que declaraba al mural patrimonio histórico fue vetada por el presidente Eduardo Duhalde en 2002. Un juez acaba de rechazar la petición del Gobierno argentino de rearmar los paneles y mostrarlos en una sala oficial mientras se dilucida su propiedad.
Lo peor es que Ejercicio plástico podría perderse para siempre, como han alertado los ingenieros que lo desmontaron, si no se adoptan medidas urgentes de protección.
Babelia
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