Ryszard Kapuscinski anuncia tiempos duros, difíciles, complejos e imprevisibles
El periodista recibirá el viernes el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
"Nos espera un tiempo duro, de tensiones y de guerra, aunque también habrá aspectos positivos", vaticinó ayer en Oviedo sobre el siglo que acabamos de emprender el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, de 70 años, que el viernes recibirá el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, que compartirá con el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez. Kapuscinski sostiene que "el mundo vive en la actualidad una situación de tensión, de ajuste, en el que todos los países y todas las culturas están buscando su nuevo lugar".
"El futuro es imprevisible. Nadie puede prever lo que ocurrirá. Lo único que podemos hacer es analizar lo que está pasando en el presente y tratar de sacar algunas conclusiones, aunque sin posibilidad de obtener certezas sobre el futuro". Risueño, distendido y cercano, la tímidez que le atribuyen a Kapuscinski quienes le conocen no le limita para establecer una relación afable y cordial con el público, como el que ayer, en la capital asturiana, le interrogó por los entresijos del periodismo y por los resortes del poder y de la política internacional. Con una dilatada y sobresaliente ejecutoria de reporterismo clarividente, ejercido al pie de los acontecimientos en algunos de los conflictos más enconados que vivió el planeta en el último medio siglo, la incertidumbre de los tiempos que corren parece hacer más necesaria que nunca la tarea -"dura, peligrosa y a veces trágica", en su opinión- de los corresponsales de guerra y de los enviados especiales. "En un mundo con tanta ficción la gente quiere y siente la necesidad de lo auténtico", afirmó.
Kapuscinski se ratificó en su máxima de que "para entender a dónde vamos es necesario fijarse en el arte". "Por la profundidad de su expresión, el arte explica el mundo de una manera más verosímil y profunda que algunos políticos, porque en la política las opiniones son cambiantes y no hay nada fijo, salvo el interés de cada día. El mundo político no nos suscita mucha confianza. Pero el arte y la literatura nos desvela lo profundo", señaló. "Gracias a Guerra y paz, de Tolstoi, hoy sabemos más de aquella época que por lo que decían los zares".
Los libros de Kapuscinski y sus fotografías -como las que se exhiben en el Centro Cultural Cajastur, de Oviedo, realizadas en África entre 1962 y 2000- constituyen su gran aportación a la comprensión del mundo, pero también son la expresión, como dice el fallo del jurado que le otorgó la distinción, de su "preocupación por los sectores más desfavorecidos" y de "su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje".
Porque, además de los disparos, las inclemencias y los riesgos propios de su oficio, el reportero sabe que también existen en la retaguardia otras circunstancias con las que debe de luchar. "La información", afirmó ayer, "es objeto, cada vez más, de mercantilización. Éste es el problema ético más profundo que tenemos planteado, cuando la lógica de los beneficios y el mercado trata de imponer sus propias reglas".
Babelia
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