El Pentágono investiga si existe una conspiración de espionaje en Guantánamo
Los fiscales podrían solicitar la pena de muerte por cooperar con el enemigo
¿Ha habido una conspiración de espionaje en la base de Guantánamo, donde EE UU mantiene en un limbo legal a más de 660 detenidos talibanes y de Al Qaeda? El Pentágono no lo descarta y ha ordenado una amplia investigación. Además de un traductor militar acusado de ayudar al enemigo y de la detención del único capellán musulmán de la base por sospechar que espiaba para grupos radicales, hay al menos otros dos oficiales bajo investigación, confirmaron ayer fuentes militares. Es posible que los fiscales soliciten la pena de muerte por cooperar con el enemigo.
Al traductor de la fuerza aérea Ahmed al Halabi, de 24 años, le acusan, entre otras cosas, de haber dado información secreta a su país natal, Siria. Según el pliego de 32 cargos, Al Halabi envió correos electrónicos con 180 anotaciones recabadas en los interrogatorios a detenidos en los que él participaba como traductor. Las notas, aducen los fiscales militares, "están relacionadas con los métodos de inteligencia y la planificación estratégica de EE UU en la guerra contra el terrorismo". También pasó información sobre horarios de los vuelos que aterrizan y despegan en Guantánamo así como la logística del aeropuerto y la base en general. Y dentro del Campo Delta, "facilitó contactos no autorizados con los prisioneros a otros militares".
Contacto "no autorizado"
El encausamiento sostiene igualmente que Al Halabi ha mantenido contacto permanente "no autorizado" con la Embajada de Siria en EE UU, que ha viajado varias veces en los últimos dos años a Damasco y que llevaba un pasaje de avión a ese país cuando le detuvieron el 23 de julio en Florida. Transportaba además un ordenador portátil con información confidencial sobre los detenidos, fotos y mapas de la base y las huellas electrónicas de haber enviado varios correos a su contacto sirio, así como de haber intentado copiar información clasificada de un ordenador de Guantánamo. Su abogado y su familia han declarado a medios de comunicación americanos que para sus viajes a Siria hay una explicación inocente: allí tiene una novia con la que pensaba casarse. El billete de avión, afirman, era para su propia boda.
Dificílmente podrá casarse ahora, a menos que los 12 miembros del jurado de la corte marcial en la que será juzgado le declaren unánimente inocente. Hay grandes probabilidades de que los fiscales soliciten la pena de muerte por cooperar con el enemigo. Lo que el Pentágono no ha revelado, ni siquiera a su abogado, el comandante James E. Key, es la identidad de ese enemigo. El pliego de cargos no especifica si el destinatario de la información era el Gobierno de Siria o un ciudadano.
El traductor y el capellán Yee se conocían, pero los investigadores militares no han determinado si actuaban de forma coordinada en la supuesta operación de espionaje, ni si se habían conocido en Siria. El capitán Yee, de 34 años, nació en Nueva Jersey en el seno de una familia china y se fue a vivir a Siria después de convertirse del cristianismo al islam. Al Halabi creció en Michigan y entró voluntario a la fuerza aérea a finales de 1999. Ambos están en celdas de confinamiento solitario, Halabi en California y Yee en Carolina del Sur.
A Yee no le han formulado cargos. Al igual que a Al Halabi, lo detuvo la policía militar en la base de Jacksonville (Florida) al bajarse del avión de Guantánamo. No esta claro por qué esperaron a que ambos pisaran suelo norteamericano en vez de detenerles en la base de Cuba, toda vez que las leyes castrenses alcanzan a todas las bases de EE UU en el mundo. Washington, sin embargo, no considera Guantánamo terreno de EE UU a la hora de enjuiciar a los prisioneros talibanes, justificando así la detención indefinida, a pesar de las denuncias de la comunidad internacional.
Sólo seis de los más de 660 detenidos de 43 países van a ser juzgados por el momento, el resto está sometido a constantes interrogatorios. Este año, el nuevo jefe de Guantánamo, general Geoffrey Miller, instituyó un sistema de incentivos para los que cooperen, que incluye desde mejoras en la comida o el recreo al traslado a una celda comunal, en la que pueden jugar al fútbol o al ajedrez. Al menos 40 han sido liberados.
La investigación lanzada semanas atrás por el Pentágono alcanza a organizaciones encargadas de certificar a los capellanes musulmanes militares, Federación Musulmana Americana y Escuela de Graduación de Ciencias Sociales Musulmanas, por supuestas conexiones con grupos terroristas.
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