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LA POSGUERRA DE IRAK | La política de EE UU

Las bajas de EE UU en la posguerra de Irak superan a las de la campaña militar

Bush interrumpe sus vacaciones para pedir "paciencia y perseverancia" en la ocupación iraquí

Enric González

La ocupación de Irak ya ha costado más vidas estadounidenses que la guerra. Desde el 1 de mayo, cuando George W. Bush proclamó el fin de los combates ante una gran pancarta con el lema "misión cumplida", han muerto 139 soldados de Estados Unidos. Entre el 20 de marzo, inicio de la invasión, y el 1 de mayo, las bajas mortales fueron 138. Bush pidió ayer "perseverancia, paciencia y voluntad", y prometió que, pese a la violencia y las "indudables dificultades", nunca ordenaría "una retirada" de territorio iraquí antes de obtener "una victoria completa".

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De los 139 muertos desde el 1 de mayo, la mayoría, 77, fallecieron en accidentes o por otras razones ajenas a los combates. Los caídos por ataques guerrilleros o atentados fueron 62, y en su gran mayoría se encontraban en Bagdad o en el llamado triángulo suníen torno a la capital.

En un discurso pronunciado ante veteranos de guerra en San Luis (Misuri), el presidente Bush admitió que las tropas estadounidenses, a las que calificó de "ejército de liberación", se enfrentaban a grandes dificultades en Irak. "Sabemos, desde las experiencias de Alemania y Japón tras la II Guerra Mundial, que la transición de la dictadura a la democracia no es fácil, puede costar años, no meses", dijo.

El presidente indicó que la campaña de Irak era decisiva en su guerra contra el terrorismo, porque un Gobierno democrático en Bagdad supondría "un ejemplo" para "Irán y otros países de Oriente Próximo que suspiran por la libertad". Y prometió que, por muchas que fueran las bajas estadounidenses, cumpliría su promesa de transformar Irak: "Nunca habrá retirada", "la única opción es la victoria completa".

La opinión pública estadounidense siente una creciente desconfianza ante la situación iraquí y las últimas encuestas reflejan el desacuerdo de la mayoría con la gestión de la ocupación, cara en vidas y en dinero: unos mil millones de dólares semanales. Bush, con una popularidad decreciente a causa de la incertidumbre económica y de la turbulencia en Irak, intentó ayer transmitir el mensaje de que sus planes eran correctos y de que la posguerra acabaría, como la invasión, con un éxito de Estados Unidos.

Las críticas más severas contra la estrategia de la Casa Blanca apuntaban al número de efectivos en Irak. Senadores como el republicano John McCain reclaman "más soldados y más, mucho más dinero" para reconducir la situación. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, afirmó el lunes que los 140.000 soldados desplegados en territorio iraquí constituían "una fuerza adecuada" y desvió toda responsabilidad hacia los mandos militares. Rumsfeld declaró que el general John Abizaid, sucesor de Tommy Franks como jefe de todas las tropas de EE UU en Oriente Próximo y Asia Central, se sentía "satisfecho" con sus actuales recursos. "Si ese no fuera el caso, ni el general Richard Myers, jefe del Estado Mayor, ni yo mismo, dudaríamos un minuto en recomendar al presidente los incrementos adecuados", señaló.

El Gobierno, sin embargo, había reconocido días atrás la necesidad de más soldados en Irak. La semana pasada, el propio presidente Bush y el secretario de Estado, Colin Powell, pidieron a los aliados de EE UU que contribuyeran de forma urgente, con tropas y con dinero, a la estabilización y reconstrucción del país. Powell se entrevistó con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para reclamar una participación más activa de la "comunidad internacional" representada por Naciones Unidas. Annan respondió, al igual que gobiernos como los de Francia, Rusia e India, que esa ayuda sólo sería posible si EE UU concediera a la ONU algún tipo de poder en la gestión de Irak.

Callejón sin salida

La posición de la ONU pareció colocar en un callejón sin salida a la diplomacia estadounidense. Washington constataba que la tarea emprendida en Irak podía ser superior a sus propias fuerzas, pero, por otro lado, ni Bush ni Rumsfeld se mostraban dispuestos a considerar siquiera la posibilidad de que EE UU compartiera con otros países o con el Consejo de Seguridad de la ONU el poder político en Bagdad, aún manteniendo la jefatura de la estructura militar de ocupación. En medios diplomáticos se consideraba ayer improbable que Powell presentase un nuevo proyecto de resolución ante el Consejo, para alterar el statu quovigente desde la caída del régimen de Sadam Husein.

La asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, declaró por su parte que la estrategia para Oriente Próximo era a veces "mal entendida" y requería "muchos años y mucha presión política, pero no necesariamente muchos soldados". "No creo que necesitemos mantener una presencia militar en Irak, como fue el caso en Europa", dijo. "Cuando los estadounidenses comenzamos una causa noble, la concluimos. Sólo hace 117 días que concluyeron las grandes operaciones militares, y eso no supone demasiado tiempo", añadió.

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