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LA POSGUERRA DE IRAK | La escalada de la violencia

Atacada con varias granadas de mortero la base de las tropas polacas en el sur de Irak

La agresión, que no causó víctimas, es similar a la sufrida por los españoles en Diwaniya

Ángeles Espinosa

La cita era meramente protocolaria. Un contingente búlgaro relevaba ayer a las tropas estadounidenses en Kerbala. Sin embargo, los oficiales polacos, bajo cuyo mando se despliegan los búlgaros, llegaron ojerosos. En la madrugada anterior, varias granadas de mortero habían alcanzado su base logística en esa ciudad santa chií situada 90 kilómetros al sur de Bagdad. No hubo víctimas ni daños materiales, pero no es el primer aviso que reciben los polacos. Estados Unidos, por su parte, perdió otro soldado por fuego enemigo.

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Un oficial polaco confirmó el ataque contra su base a los periodistas desplazados a cubrir el relevo de las tropas. "Según nos dijo, se produjo entre las dos y las tres de la madrugada, y los proyectiles cayeron en la periferia de la instalación", relató un colega búlgaro a esta enviada. La fuente no precisó el número de granadas, pero, según el diario polaco Rzeczpospolita, fueron "entre cinco y siete".

Es la segunda vez que las fuerzas polacas son objeto de una agresión similar, y la tercera que se usan morteros contra bases de la coalición en la que a partir del próximo 3 de septiembre será la zona bajo su responsabilidad. A finales del pasado julio, varios obuses alcanzaron, también sin consecuencias, otra base polaca en Hilla, la capital de la vecina provincia de Babilonia. El miércoles pasado fue Base España, en Diwaniya, un poco más al sur, la que recibió una andanada de 19 granadas, según el Ministerio de Defensa español. Las tropas españolas, como las búlgaras, están bajo mando polaco.

"Da la impresión de que los atacantes de los españoles son los mismos que actuaron contra los polacos en Hilla", señaló entonces un observador local. "Han utilizado la misma técnica", añadió. Los artificieros de la brigada española encontraron después en los alrededores cinco tubos de 81 mílimetros de diámetro, tres granadas sin explotar y restos de metralla de las otras. Sólo una de las dos que cayeron dentro del perímetro de la base llegó a estallar.

En cualquier caso, estos incidentes parecen menos graves que las advertencias del máximo responsable civil de Faluya, Taha Badiui, a las tropas turcas. Tras una conferencia de dirigentes políticos y religiosos celebrada anteanoche, Badiui transmitió ayer el acuerdo de los asistentes de convertir su ciudad "en un infierno" para los turcos. Un comunicado difundido tras la reunión aseguraba que los habitantes de Faluya están "consternados" ante la perspectiva del anunciado despliegue militar turco en la provincia de Al Anbar, de la que depende ese feudo suní.

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La decisión de enviar 10.000 soldados, que Ankara ha retrasado hasta octubre, parece olvidar que Irak estuvo bajo ocupación otomana durante casi cuatro siglos, hasta 1914. Además, esa cifra supera con mucho los contingentes simbólicos que han enviado otros países (1.200 soldados España o 500 los búlgaros). Las fuerzas vivas de Faluya piden a los responsables militares estadounidenses que "reconsideren su decisión para evitar una situación difícil tanto a los iraquíes como a los extranjeros".

Emboscada a un convoy

Mientras prosiguen los preparativos para el progresivo relevo de las tropas norteamericanas por soldados de otras nacionalidades (España tiene previsto tomar el mando en Diwaniya mañana, jueves), Estados Unidos perdió ayer a otro hombre. El incidente se produjo en la localidad de Al Ameriya, a unos 60 kilómetros al oeste de Bagdad, dentro del llamado triángulo suní, cuando un artefacto explosivo estalló al paso de un convoy militar. Un soldado murió y dos resultaron heridos.

Se eleva así a 62 el número de militares muertos por fuego enemigo desde el fin oficial de las hostilidades el pasado 1 de mayo y, según algunos cálculos, el total desde esa fecha llega a 139, con lo que superaría los 138 muertos durante las tres semanas de guerra (entre el 20 de marzo y el 9 de abril).

Sin tiempo para prestar atención a los números, las fuerzas estadounidenses prosiguieron sus operaciones de caza y captura de guerrilleros y criminales en el triángulo imaginario comprendido entre Bagdad, Ramadi y Takrit. En una acción de madrugada, un espectacular despliegue de cerca de 3.000 soldados de la 4ª División de Infantería tomaron posiciones en la localidad de Jalis, unos 50 kilómetros al norte de la capital, y registraron numerosos domicilios en busca de sospechosos.

De acuerdo con la comandante Josslyn Aberle, portavoz de esa división, la incursión tenía por objetivo "localizar a una banda acusada de cometer numerosos crímenes en la zona".

La detención de 22 personas anunciada por Aberle resulta comparativamente pequeña para la envergadura del despliegue. Este tipo de operaciones vienen siendo relativamente frecuentes en lo que constituye el corazón suní de Irak, una región con especiales simpatías hacia el régimen depuesto y de la que es originario Sadam Husein, a cuyos seguidores se responsabiliza de los ataques antiestadounidenses.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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