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Reportaje:

Juegos de democracia

La petrolera Yukos y organizaciones de derechos cívicos experimentan con jóvenes modelos sociales en dos cursos vecinos

Pilar Bonet

Los campamentos de verano a los que acuden los niños y los adolescentes rusos 12 años después del desmoronamiento de la URSS son muy diferentes a los campamentos de pioneros del Komsomol (las juventudes comunistas) en los que fueron adoctrinados sus mayores. Los exploradores soviéticos, con su pañuelo rojo al cuello, desaparecieron, pero la formación político-social sigue teniendo un lugar en la organización del veraneo infantil en Rusia. EL PAÍS ha visitado dos campamentos modélicos y vecinos, La Isla 2003 y La Tierra Nueva 2003, junto al embalse de Istra, en la región de Moscú.

La Isla y Tierra Nueva son independientes entre sí, aunque comparten las instalaciones y los servicios de vigilancia, pertenecientes a la compañía petrolera Yukos. En ambos campamentos, estudiantes de los últimos cursos de secundaria se preparan para ser ciudadanos de una sociedad democrática y una economía de mercado. La tolerancia y el espíritu abierto son norma común en estos dos microcosmos, pero entre ellos hay diferencias de estilo.

En el referéndum de La Isla, los jóvenes optaron por una monarquía constitucional
En el territorio compartido, unos niños van de uniforme y otros con su propia ropa

La organización de defensa de derechos humanos Memorial y la Confederación de Organización de Consumidores de Rusia (Confop) son responsables conjuntos de la Isla, que alberga a 85 niños de edades entre 14 y 16. La mitad de ellos ganaron el concurso de investigaciones históricas organizado por Memorial, al que se presentaron 3.000 estudiantes. La otra mitad fueron premiados por sus conocimientos de los derechos del consumidor. Una docena de veteranos ayudan a mantener la continuidad del campamento, que se celebra por cuarta vez.

Tierra Nueva pertenece a Yukos. La habitan 150 miembros de los equipos ganadores de los festivales de la compañía, unas contiendas de tipo piramidal. La organización de una Asamblea de Naciones Unidas infantil y la elección de un secretario general es la culminación del torneo. Tierra Nueva de Istra es un eslabón en el ambicioso programa pedagógico que Yukos ha lanzado bajo la égida de la Nueva Civilización, una entidad con más de 200.000 afiliados. Este verano, la Nueva Civilización mantiene cerca de ochenta campamentos semejantes al de Istra. La eficacia, la disciplina de equipo y el descubrimiento de líderes son puntos fuertes de un entrenamiento encaminado al éxito, que responde a la filosofía de Mijaíl Jodorkovski, el presidente de la compañía. Su foto figura a la entrada del edificio administrativo del campamento.

Al frente de la Nueva Civilización está Anatoli Yermolin, que fue oficial en las unidades especiales de espionaje en el Comité de Seguridad del Estado de la URSS (KGB) y veterano de misiones especiales en Afganistán y en el Cáucaso. "Creer en Rusia, construir Rusia" es su lema.

Si Tierra Nueva constituye una pieza en un engranaje corporativo, la Isla es una entidad individual "que no se puede reproducir en serie", según Arseni Roginski, de Memorial. Sus responsables son antiguos disidentes, dispuestos a luchar contra la amnesia de la trágica historia rusa, e intelectuales comprometidos con los derechos humanos, que denuncian los abusos en Chechenia, el racismo y las vejaciones contra los emigrantes.

Lo primero que llama la atención al llegar a la zona compartida por Tierra Nueva y la Isla es que unos niños van de uniforme con un pañuelo verde y amarillo al cuello (los colores de Yukos), y otros llevan su propia ropa. Los de uniforme inician el día escuchando el himno nacional; los otros, no.

En la Isla, los niños confeccionaron su propia constitución, que establece un "Estado social" con pluralismo ideológico y partidista. En un referéndum se decantaron por una monarquía constitucional y rompieron con la tradición republicana del campamento. "Mijaíl I, monarca por la gracia de Dios", es, por sorteo, el supremo garante de la constitución en la Isla. Mijaíl, de San Petersburgo, es un veterano premiado por su investigación histórica en 2002. Su tema fueron los esclavos de los nazis, y su fuente, su bisabuela. Mijaíl se encarga de la política exterior, y el resto de la gestión pública corre a cargo de un primer ministro y cuatro ministros.

Tierra Nueva tiene cuatro facultades en el campamento (economía y derecho, políticas, dirección de cine y vida en la naturaleza). En el edificio administrativo, compartido por los dos campamentos, hay ordenadores e Internet. En el auditorio al aire libre, los niños se familiarizan en directo con el Estado real. Su interlocutor hoy es Yevgueni Gontmajer, responsable de programas sociales del Gobierno de Rusia.

Los habitantes de la Isla acuden después a seminarios. La exposición sobre España que le ha tocado como tema a esta corresponsal acaba convirtiéndose en un diálogo sobre la Historia, la represión estalinista y la relación de Rusia con Europa. ¿Qué puede dar Rusia a Europa? Daniil, de Penza, piensa que su país puede ayudar militarmente, como en los tiempos de Napoleón o de Hitler. Edik cree que Europa necesita el gas y el petróleo ruso, aunque reste importancia a su dependencia. Masha, de Astraján, dice que Rusia puede transmitir conocimientos, y Zhenia, de Nizhni Nóvgorod, cree que puede dar "cerebros" a Occidente.

Y Europa, ¿qué puede dar a Rusia? Las respuestas son variopintas, desde trabajo a los especialistas cualificados a experiencia sobre el uso racional de los recursos.

Antes de comer, Dimitri Yanin,de Confop, explica a los isleños los rudimentos de la fundación de una empresa. Después se organizan las subastas de privatización. A la venta sale el campo de fútbol, el de voleibol, el estadio, las instalaciones para organizar fogatas y la explotación de la discoteca. Por razones económicas, el gobierno de la Isla no ha decidido si debe privatizar o no la emisora.

El escándalo llega cuando los compradores advierten que han pagado al Estado más de lo que podrán obtener por sus compras, teniendo en cuenta la duración del campamento y el nivel de impuestos. El problema es especialmente grave para la compañía eléctrica. Con la mediación de Roginski, compradores y gobernantes inician conversaciones para llegar a un acuerdo más aceptable. Oficialmente, los adultos de los dos campos se limitan a ser "consejeros".

"Igual que en el mundo de los adultos, el Estado ha engañado a los ciudadanos. El año pasado incluso circuló dinero falso", comenta Roginski, refiriéndose a las subastas de privatización. El dinero de la Isla se llama io y tiene un diseño artesano comparado con el sofisticado rúdol, la divisa de Tierra Nueva, protegida con tramas de seguridad. A primera vista, el dinero se toma mucho más en serio en Tierra Nueva que en la Isla, donde los io se reparten generosamente.

La Isla destina un 25% de su presupuesto a la institución monárquica (10% para la Casa Real y 15% para programas sociales y otros gastos públicos a discreción del rey). Xenia, la jefa de Gobierno de Tierra Nueva, y Yegor, su ministro de Finanzas, son críticos con la organización económica de sus vecinos, que han eximido del pago fiscal a los poseedores de títulos nobiliarios. El rey Mijaíl ha nombrado dos guardaespaldas y les ha dado el título de conde, con lo cual cobran doble sueldo y no pagan impuestos. "El mantenimiento de la corte es muy gravoso", señalan los siberianos.

Buena vecindad y abolición de visados

Tierra Nueva tiene un sistema político presidencial. Este año, a diferencia de los anteriores, el presidente se elige el último día, lo cual exige mucho esfuerzo y resulta poco útil, según Xenia. La jefa del Gobierno y el ministro de Finanzas comparten conmigo un "secreto": quieren convocar un referéndum para "abolir el sistema presidencial por esta vez y crear una república parlamentaria". Son conscientes de que "puede haber muchos problemas porque hay mucha gente que quiere ser presidente".

"Siempre hay descontentos. Es inevitable. No sé si habrá manifestaciones este año. El anterior organizaron una huelga de hambre", señala Prutchenkov.

En el juego de los dos campamentos surgen sorpresas y procesos incontrolados que provocan estrés en los adultos. Entre cuchicheos, esta corresponsal se entera de que Dimitri, el ex jefe del Parlamento de Tierra Nueva, ha sondeado a las autoridades de la isla sobre la posibilidad de asilo político e incluso de intervención militar. A los defensores de los derechos cívicos que dirigen la isla se les ponen los pelos de punta, porque desean a toda costa conservar la armonía y la solidaridad con Yukos ahora que la primera empresa privada rusa sufre el acoso del Kremlin y necesita el apoyo de la sociedad civil.

Dimitri, el ex jefe del Parlamento, confirma los rumores. "Nuestro Gobierno y nuestro Parlamento desprecian la Constitución y no trabajan para los ciudadanos, sino para obtener el máximo dinero posible. Todo el campamento está en contra del Gobierno". Dimitri interrumpe bruscamente su confesión, como si temiera ser espiado.

¿Juego, broma o realidad? Me quedo en ascuas, y al día siguiente llamo desde Moscú para conocer el desenlace. Los responsables de Memorial aseguran que el conflicto ha sido solucionado con una nueva normativa, que permite los ciudadanos de Tierra Nueva visitar libremente cualquier acto organizado por la isla. Me dicen que el ex jefe del Parlamento ha renunciado a sus desestabilizadoras intenciones, pero el tema exigiría una investigación independiente. Varios días después, ambos países firman un acuerdo de buena vecindad que prevé la abolición de los visados. Ambos Estados deciden prestarse gratuitamente la discoteca y el muelle y establecer la convertibilidad de las monedas, al cambio de un io por dos rúdol.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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