La ONU fue atacada con material militar
EE UU sigue sin pistas sobre el atentado que dejó 24 muertos en la sede de Naciones Unidas
Los equipos de rescate siguen desescombrando en la sede de la ONU en Bagdad. En algunas zonas de los tres pisos del ala derruida por el atentado del martes ya se utiliza maquinaria pesada. No hay, pues, esperanza de encontrar supervivientes. Los expertos en explosivos del FBI rastrean pruebas que puedan identificar a los autores. Thomas Fuentes, jefe de ese equipo, asegura que la bomba empleada no era artesanal, sino que estaba compuesta de materiales militares de origen soviético y que podrían haber pertenecido al arsenal del Ejército de Sadam Husein. Un experto en seguridad de la Unión Europea reconocía ayer la realidad: "Sólo sabemos una cosa: no sabemos nada de quién puede estar detrás de estos atentados, pero para colocar un explosivo de esas características y llevarlo hasta el objetivo no son necesarias más de seis personas, incluidos los que recaban la información".
La presencia de obuses de artillería y granadas de mortero entre el material utilizado refuerza la tesis de que se trata de un atentado realizado por antiguos miembros del Ejército o agentes del Mujabarat (policía política del régimen), y no tanto por militantes islamistas como las autoridades norteamericanas apuntaban el martes por la noche citando a la omnipresente Al Qaeda y a un grupúsculo llamado Ansar al Islam.
El jefe del equipo del FBI aseguró que esta bomba no tiene similitud, por los estudios realizados hasta el momento, con la que explotó el 7 de agosto ante la embajada jornada y que causó la muerte de 17 personas. La de hace dos semanas contenía hasta 240 kilogramos de explosivo; la del martes alcanza los 400. Se han hallado restos humanos en el camión que sirvió para transportar el explosivo ante la sede de la ONU. Esos restos, que están siendo investigados, parecen confirmar que se trataba de un conductor suicida.
Un día después del mayor atentado sufrido por la ONU en toda su historia, la conmoción era grande en Irak. Los empleados supervivientes del alto organismo, así como los de las agencias humanitarias dependientes, se quedaron en sus casas en espera de órdenes. Desde el martes a las 16.40 (14.40, hora peninsular española) carecen incluso de oficina donde trabajar. Sólo han sido evacuados a Jordania 15 empleados que resultaron heridos y tres de los seis funcionaros de la oficina humanitaria de la Unión Europea (Echo) por motivos de seguridad.
Cuerpos recuperados
Las cifras de muertos son aún confusas, pero Naciones Unidas reconoce al menos 24, aunque teme que debajo de los escombros del ala afectada por el atentado terrorista haya muchos más. Cinco funcionarios del Banco Mundial se encuentran entre los desaparecidos. También un analista de un conocido instituto de Nueva York que tenía prevista una entrevista con el representante especial de la ONU en Irak, Sergio Vieira de Mello, quien resultó muerto en el ataque. De los cuerpos recuperados, siete están identificados, entre ellos los del capitán de navío español Manuel Martín-Oar y el del coordinador de Unicef en Irak, Chris Klein Beekman. Los heridos son 107, muchos de ellos con cortes en el rostro y las manos.
Ninguno de los 11 principales periódicos que se publican en Irak traía comentarios sobre el atentado en sus ediciones de ayer. La condena más importante ha llegado de la oficina de Alí al Sistaní, máximo líder religioso chií, cuyos seguidores en el mundo islámico superan los 200 millones. Es importante, porque el antiamericanismo es creciente en las últimas semanas en las zonas chiíes del país. El procónsul estadounidense, Paul Bremer, reconoce que desde hace dos semanas se enfrentan a una clara amenaza terrorista, pero rechazó que Irak esté cayendo en el caos.
La seguridad era visible ayer en las calles de Bagdad. En la zona del Palacio de la República, donde la Autoridad Civil Provisional (CPA) ha levantado una ciudad de funcionarios civiles y militares, los controles eran mucho más estrictos si cabe. Una fuente diplomática de la UE aseguró ayer que se temía un gran atentado desde hace cuatro días. "Se comentaba en las reuniones de seguridad y los soldados estadounidenses estaban muy nerviosos. Habían retirado los pases de la Oficina de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria
[de la época anterior a la CPA] y aún no han enviado los nuevos a nuestros chóferes iraquíes. Parece que los están investigando con lupa". Más de 9.000 personas tenían ese pase que permitía el acceso a las instalaciones fortificadas donde trabajan los funcionarios extranjeros. "Estaban obsesionados con los iraquíes, convencidos de que cualquiera de ellos podía cometer el atentado".
Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí y miembro del Consejo de Gobierno, señaló ayer que habían recibido información sobre un ataque "contra un objetivo que no eran las tropas de la ONU". En un confuso comunicado posterior, Chalabi fue desmentido por su propio partido.
Aunque el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, aseguró ayer que la presencia de la ONU va a mantenerse pese a lo ocurrido el martes, el portavoz de la misión en este país, Salim Lone, que sobrevivió milagrosamente al ataque, reconoce que el atentado va a tener un profundo impacto en el modo de trabajar del alto organismo internacional en Irak.
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