_
_
_
_

De la negación del VIH al elogio del ajo

El Gobierno surafricano ha tardado casi cinco años en admitir el papel de los antivirales. La semana pasada aún sugería que iba a interrumpir el suministro de nevirapina (que impide la transmisión madre-hijo) a las embarazadas seropositivas.

En 1997 Suráfrica intentó fabricar genéricos del AZT. Las multinacionales farmacéuticas le llevaron a los tribunales por violar las patentes. Grupos antisida como TAC y ONG como Oxfam (en España, Intermón Oxfam) y Médicos Sin Fronteras apoyaron la iniciativa del Gobierno.

En 1999 el presidente Thabo Mbeki acusó al AZT de efectos tóxicos, y se canceló por no prioritario un plan gubernamental previsto contra la transmisión madre-hijo. En abril de 2000 Mbeki envió una carta a Bill Clinton y al secretario general de la ONU, Kofi Annan, para comunicarles que el sida no lo causa el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), sino la extrema pobreza. En la carta, Mbeki (quien dijo que había recogido la información de Internet) reclamó una "solución africana a una catástrofe africana". Mantuvo su opinión al inaugurar en julio de ese año la Conferencia Internacional del Sida en Durban.

Victoria legal

En abril de 2001 los grandes laboratorios, ante la presión mundial, retiraron su demanda contra Suráfrica. El júbilo popular fue inmenso y se confiaba en que el Gobierno produjera y distribuyera antivirales genéricos. Pero Mbeki negó que el sida fuese una de las principales causas de mortalidad en Suráfrica, y planteó la correlación entre pobreza y violencia como el problema clave.

A finales de 2001 el Tribunal Supremo falló a favor de una denuncia de TAC contra el Gobierno por no facilitar antivirales. Éste apeló, y según la ministra de Sanidad, Manto Tshabalala-Msimang, lo hizo porque sentía que era un error que el sistema judicial dictase las políticas. En julio de 2002, el Tribunal Constitucional ordenó que se dispensara nevirapina. Se instalaron 18 puestos piloto, pero el Gobierno anunció que seguiría la lucha.

En 2003 el ministro de Finanzas, Trevor Manual, manifestó que Suráfrica no buscaba ayuda del Fondo de la ONU contra el Sida porque el problema no era el dinero, sino la falta de infraestructura para el tratamiento. Hubo acusaciones del arzobispo anglicano Njongonkulu Ndungane, contra el "pecado" del Gobierno. Nelson Mandela urgió: "Esto es una guerra. No debemos seguir debatiendo ni arguyendo mientras la gente muere". Todavía la pasada semana Thsabalala-Misimang recomendó combatir el sida con medicamentos tradicionales: ajo, cebolla, aceite de oliva y batata.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_