El guerrero varado
El barco símbolo de Greenpeace permanece inmovilizado por el Gobierno desde el 13 de junio
El Rainbow Warrior está varado. El símbolo de Greenpeace lleva desde el 13 de junio pasado inmovilizado en el muelle Turia del puerto de Valencia con 20 tripulantes a bordo. La acción protesta que la madrugada de aquel día pretendía evitar la descarga de madera del barco Honour, procedente de Camerún, porque en ella se encontraban troncos exportados por empresas que Greenpeace denuncia como responsables de la tala ilegal a gran escala, se ha saldado con un doble contencioso: penal y administrativo. Seis activistas de Greenpeace fueron juzgados por una falta contra el orden público de desobediencia por el abordaje al Honour. El total de la multa fue de 630 euros.
Pero el conflicto administrativo ha tenido mayores complicaciones. El Ministerio de Fomento comunicó a la organización ecologista el 16 de junio pasado la apertura de un expediente sancionador contra la sociedad holandesa armadora del buque Rainbow Warrior, Marine Services, y el capitán del mismo, Joel Stewart, de nacionalidad estadounidense, por desobedecer las órdenes del capitán marítimo cuando, según el ministerio, pidió reiteradas veces que depusiera su actitud y permitiera el desarrollo normal de la maniobra de atraque del Honour.
El 'Rainbow Warrior' ha perdido un mes en la campaña por los bosques primarios
El director general de la Marina Mercante, José Luis López, impuso una fianza de 300.500 euros para poder sacar el barco del puerto de Valencia. La cantidad colocó a Greenpeace contra las cuerdas. La organización activó al tiempo dos mecanismos: trasladar oportunamente las alegaciones a esa decisión y orquestar una campaña internacional de solidaridad.
El pulso con Fomento
Fomento mantenía mutismo sobre los hechos mientras las manifestaciones de apoyo a Greenpeace y de crítica a su actuación se sucedían. Pero el pasado jueves por la tarde remitió un escueto escrito que en esencia argumentaba que "la fianza o garantía cubre las eventuales responsabilidades que se deriven del expediente administrativo-sancionador por supuesto incumplimiento de las órdenes dadas por el capitán marítimo en el ámbito de sus competencias al haberse puesto en riesgo la seguridad".
Fomento agregaba en el documento que "la fianza se impone para garantizar que el día que se resuelva el expediente éste se cumpla" y que "se hace siempre así en aquellos casos de barcos de armador extranjero, ya que la Administración española tiene que garantizar la eficacia de la resolución de manera que el interés general no se vea privado de la eficacia de la resolución". Y añadía: "No es necesario desembolsar los 300.500 euros, basta con presentar un aval". Fuentes de Fomento precisaron que una eventual respuesta a esas alegaciones no se preveía en breve, "porque aún hay que estudiarlas, no hay negociaciones". La inexistencia de diálogo fue confirmada también por Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España. "No hemos tenido más contactos, expusimos nuestra visión del asunto, pero no la compartieron", afirmó.
A las 13.30 del viernes pasado hubo sorpresa. El ministerio rebajó la fianza de los 300.500 euros a 6.000. Lo hizo reconociendo en un escrito que "se considera suficiente una cuantía inferior", que "los hechos que han dado lugar a la iniciación del expediente no han tendido a la obtención de interés o provecho personal alguno, descartándose por tanto la existencia de un fin mercantil o de ánimo de lucro", y que, aunque el expediente se ha abierto contra el armador y el capitán, ambos extranjeros, "Greenpeace asume que responderá de cualquier responsabilidad que pudiera derivarse del procedimiento sancionador". La fianza ahora exigida por Fomento será efectiva mañana, lunes, y, según Greenpeace, posiblemente el martes el Rainbow Warrior dejará de estar varado.
Más de una docena de ONG expresaron su apoyo al Rainbow Warrior. Activistas de Greenpeace protestaron ante el Ministerio de Fomento en Madrid, se descolgaron en L'Umbracle de Valencia y se manifestaron ante al menos seis embajadas españolas. El grupo británico The Pretenders se adhirió a la causa incorporando una pancarta en el escenario de un concierto en Valencia el pasado lunes y visitando el barco inmovilizado al día siguiente para, como explicó su cantante, Chrissie Hynde, "pedir al Gobierno español que suspenda la fianza. Es injusto, deberían estar orgulloso de tener gente así".
Campaña afectada
Pero con ello Greenpeace no conseguía el dinero para la fianza inicial, y entretanto la campaña Salvar los bosques primarios se ha visto seriamente afectada. El Rainbow Warrior debía haber recorrido ya parte de la costa de Italia e iniciado singladura hacia el canal de Suez para después alcanzar Filipinas y surcar el Pacífico. No ha sido así. Ninguno de los otros dos barcos de la organización, el Esperanza, que está camino de Alaska, y el Artic Sunrise ha podido coger el testigo.
El Rainbow Warrior ha permanecido inmovilizado por Fomento 22 días, hasta el pasado viernes, aunque no podrá zarpar como muy pronto hasta el próximo martes. Durante ese tiempo, Greenpeace ha denunciado la entrada en Valencia de cinco buques con madera cargada por empresas que, sobre todo en Camerún, han sido denunciadas por la tala ilegal a gran escala. Sin embargo, en sus inspecciones no ha detectado irregularidad alguna, ya que, como precisó Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques, "las empresas consiguen los permisos necesarios para la exportación e importación".
Mito y leyenda de los indios cree
Cuenta la leyenda que el hombre blanco destrozará mares y bosques, y que cuando haya convertido en sombra la naturaleza, unos guerreros venidos del arco iris lucharán contra él y rescatarán las aguas y los árboles. En nombre de esa historia de los indios norteamericanos de la tribu cree se bautizó como Rainbow Warrior (guerrero del arco iris) al buque insignia de Greenpeace.
Greenpeace nació hace casi 32 años. El primer buque que paseó por el mundo sus denuncias y campañas fue un Rainbow Warrior. Tuvo apresamientos varios, entre ellos uno en el puerto de Ferrol, en 1979, por parte de la Armada española cuando denunciaba la caza de ballenas y los vertidos radiactivos. El 10 de julio de 1985, en aguas del puerto de Auckland, en Nueva Zelanda, dos bombas hundieron el buque. Murió el fotógrafo portugués Fernando Pereira. Aquel Rainbow Warrior estaba denunciando las pruebas nucleares del Gobierno francés de Mitterrand en Mururoa, en el atolón del archipiélago Tuamoto. Poco después del siniestro se supo que los responsables del hundimiento fueron los servicios secretos franceses. Greenpeace recibió algo más de seis millones de euros (1.000 millones de pesetas) de indemnización. Y cuatro años después, en 1989 volvió al mar un barco con el mismo nombre, un arrastrero que en Hamburgo fue preparado para navegar a vela. A la botadura del Rainbow Warrior II se unió un lema: "Nunca podrás hundir un arco iris". Ha sido el símbolo, entre otras, de campañas como la de Noruega en contra del transporte de plutonio, de la cumbre de Río de 1992, de los sucesivos recorridos por el Mediterráneo en contra de los vertidos tóxicos, de las denuncias contra las pruebas nucleares francesas en los años 1995 y 1996, de nuevo en Mururoa (donde el barco estuvo detenido en varias ocasiones por la Armada gala), de la defensa de un comercio justo y responsable en la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Qatar, de la protesta por la tragedia del Prestige en A Coruña.
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