Nacida libre
Y un broche de oro para esta última intromisión en su hermoso rostro. Nunca Katharine Hepburn hizo monólogos. Su instinto necesitaba réplica, y la ejerció. Se acopló, siendo dueña de velocidades de configuración superiores a las de sus oponentes, a los tiempos de éstos, y compuso sus tres prodigios cara a cara con Bogart, Tracy y Grant en plena y emocionante interacción. Había en sus enormes ojos líquidos inundados de luz una forma de inteligencia que nunca en su trabajo se desgajó de la busca de un otro. La generosidad era en esta singular mujer la otra cara de la libertad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.