La ofensiva de Castro contra la UE somete a Cuba a un completo aislamiento internacional
Las consecuencias de la reciente crisis pueden ir más allá de las sanciones económicas
Hasta los más amigos de Fidel Castro lo admiten en privado. El encarcelamiento de 75 disidentes y el reciente fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros en la isla han ahondado el aislamiento internacional de la revolución cubana, y quizás de modo irreversible. No se trata sólo del desencuentro con la Unión Europea, ni del frenazo de las iniciativas para flexibilizar el embargo dentro del Congreso de Estados Unidos, ni tampoco del ácido enfrentamiento de La Habana con España e Italia, principales inversores y emisores de turismo hacia la isla.
Castro reacciona ante la presión con un enroque numantino que puede llevar a la autarquía
Los sucesos de los últimos meses, además, han agrandado la brecha entre el Gobierno de Fidel Castro y numerosos intelectuales y artistas de izquierda que hasta ahora habían antepuesto la solidaridad a las críticas. "Y lo que es peor, ha exacerbado la psicología de plaza sitiada, que desde hace 40 años lastra la toma de decisiones políticas y económicas en Cuba", afirma un incondicional.
Estos días, varios periodistas han preguntado a Castro si midió las consecuencias. Invariablemente, el líder cubano ha contestado que sí. Pero, ha dicho, las razones para tomar esas duras medidas "fueron de fuerza mayor", ante la posibilidad de que Estados Unidos estuviese preparando una agresión militar contra la isla.
El jueves pasado, al hablar en La Habana ante 700 intelectuales y artistas del Tercer Mundo, el presidente cubano pareció admitir que el golpe ha sido duro: "Estamos acostumbrados a estar solos", vino a decir. Pero las cuentas que saca el líder comunista, que en agosto cumplirá 78 años, son diferentes a las que hacen en Europa o en Washington.
"Durante cuatro décadas Cuba ha resistido las agresiones y el bloqueo norteamericano. También ha aguantado el doble bloqueo impuesto por la desintegración de la Unión Soviética, con quien realizábamos el 70% de nuestros intercambios comerciales. Mayor soledad y aislamiento ya no puede haber", argumenta un funcionario cubano.
Sin embargo, otro fiel de la revolución reconoce que la actual crisis en torno a Cuba "sólo es equiparable" al rechazo y al aluvión de críticas que produjo la bendición de La Habana a la invasión soviética de Checoslovaquia o el fusilamiento del general Ochoa y de otros tres militares cubanos, acusados de narcotráfico, en 1989. Según este analista, ni siquiera el éxodo de 125.000 cubanos por el puerto del Mariel en 1980, o el derribo de dos avionetas de la organización del exilio Hermanos al Rescate, en 1996, le han "costado tanto" a Castro en términos de imagen.
Las consecuencias concretas de lo ocurrido en las últimas semanas son varias: la entrada de Cuba al acuerdo de Cotonu, entre la Unión Europea y los países ACP (África, Caribe y Pacífico), que concede importantes ventajas económicas a sus miembros, ha salido de la agenda; también, como represalia a los fusilamiento y al encarcelamiento de disidentes, la UE ha adoptado una serie de sanciones políticas; Italia ha congelado seis programas de cooperación con la isla valorados en 40 millones de euros; y Fidel Castro ha respondido de forma airada a los jefes de Gobierno de España e Italia, José María Aznar y Silvio Berlusconi, a quienes considera responsables del endurecimiento de la política europea.
Según La Habana, los programas de cooperación entre la UE y la isla representaban menos de 20 millones de euros anuales. Los de España están evaluados en unos siete millones de euros, pero la mitad de estos fondos son concedidos por las autonomías. Y si bien es cierto que España e Italia son, junto con Canadá, los principales inversores extranjeros en Cuba, y que los turistas de ambos países representan casi el 20% de los visitantes que recibe la isla anualmente, las autoridades cubanas consideran que esta crisis no afectará ni al turismo ni a las empresas mixtas.
"Económicamente, las consecuencias pueden no ser tan graves, pues lo que verdaderamente aísla a Cuba es estar fuera del circuito de los créditos internacionales del FMI y el Banco Mundial, y, por supuesto, la ineficiencia y el autoestrangulamiento de su propia economía", opina un investigador cubano. Éste considera que, políticamente, en cambio, lo ocurrido es un "desastre", pues ante la presión y el aislamiento de toda la vida, Fidel Castro reacciona con un enroque numantino. "Es como si en Europa y en La Habana los relojes funcionaran al revés", dice este interlocutor. "Mientras en Bruselas se piensa que cada minuto que pasa es uno menos que le queda al Gobierno de Fidel Castro, aquí la lectura es diferente: un nuevo amanecer significa en sí mismo un triunfo, es haber resistido un día más". "Lo terrible", afirma, "es que de ahí a la tentación de la autarquía sólo va un paso".
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