El oro azul de Irak
Los caudales del Tigris y del Éufrates permiten a Bagdad contar con las segundas reservas de agua de Oriente Próximo
Las riquezas iraquíes no sólo se encuentran bajo tierra, como el petróleo. También están en la superficie. En Oriente Próximo, la región con menos agua por habitante del mundo, Irak tiene un tesoro: los cauces de los ríos Éufrates y Tigris. "Los recursos de agua técnica y cualitativamente explotable son inmensos: sólo el Éufrates y el Tigris suman más de 40.000 millones de metros cúbicos al año", afirma Habib Ayeb, profesor de la Universidad de París y especialista en estudios hidráulicos en la región. El río Jordán, principal cuenca entre Israel y Jordania, es en comparación un verdadero hilo de agua de unos 1.300 millones de metros cúbicos anuales, según las estimaciones, siempre complejas por razones estratégicas.
El Gobierno israelí, junto con empresas privadas, ha explorado la importación de agua
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido en 1.000 metros cúbicos de agua por persona y por año la cantidad mínima imprescindible. Sin embargo, en Oriente Próximo, la mayoría de los países están por debajo de esa cifra. Israel, que ha realizado importantes obras para aprovechar al máximo sus escasos recursos hídricos, sólo tiene unos 276 metros cúbicos anuales por persona, según el Aquastat 2002 de la FAO. Irak cuenta con un potencial, ahora severamente dañado por la guerra, que -con 3.287 metros cúbicos- supera holgadamente las recomendaciones de la OMS.
Irak posee las segundas reservas de agua de Oriente Próximo tras Turquía. La media luna fértil formada por el Éufrates y el Tigris ha sido un imán para las poblaciones de la región desde hace más de 7.000 años y en la actualidad casi la totalidad de los 24 millones de iraquíes se asientan sobre sus riberas. La mayor parte de estos ríos, que nacen en Turquía, transcurre por el territorio iraquí, aunque su potencial se reduce por el aumento de la salinidad a medida que se acercan al golfo Pérsico. Irak, además del Éufrates y el Tigris, cuenta con otros importantes afluentes como el Gran y el Pequeño Zab, hasta alcanzar unos 106.000 millones de metros cúbicos anuales de aguas de superficie, según Ayeb.
Sin embargo, la capacidad de producción de agua de Irak se encuentra seriamente dañada después del embargo y de tres guerras en 20 años. La destrucción de diques y plantas potabilizadoras frenó el desarrollo de ambiciosos proyectos de canalización e interconexión del Éufrates y el Tigris. También redujo la capacidad de abastecimiento a un nivel muy por debajo del mínimo establecido por la OMS. "Irak cuenta ahora con unos 500 o 600 metros cúbicos por año y por persona", explica Habib Ayeb, "pero con un Gobierno proamericano se podrían realizar importantes inversiones que aprovechen su potencial".
Con un consumo mundial que se duplica cada 20 años, el agua se está convirtiendo en uno de los principales temas de la agenda internacional. Para los gobiernos de Oriente Próximo es un recurso estratégico de vital importancia. En los últimos años el aumento del consumo urbano en la región ha puesto al borde del colapso las reservas y las proyecciones, marcadas por el crecimiento de la población, auguran un problema de grandes dimensiones en el corto plazo.
Israel, que ya explota al máximo sus recursos, con un 67% de su agua proveniente de fuera de sus fronteras de 1948 -básicamente de Cisjordania y los altos del Golán-, según un informe de la ONU, se encuentra en estado de emergencia. El Gobierno ha declarado el año pasado un período de ahorro por lo menos hasta 2005. La desalinización de agua de mar es una alternativa, pero su elevado coste ha impedido su uso generalizado. Desde 1989, el Gobierno israelí junto con empresas privadas, ha explorado la posibilidad de importar agua de Turquía, según reconoce un reciente informe del Parlamento. Pero la oposición de algunas naciones árabes y el temor de sectores israelíes a la dependencia de un país de mayoría musulmana frenaron el proyecto en reiteradas ocasiones. Sin embargo, la idea de importar agua persiste, dadas las crecientes necesidades.
La eventual exportación del agua iraquí requerirá de importantes inversiones que permitan recuperar las infraestructuras dañadas y construir otras nuevas. "El coste económico no tiene importancia en comparación con las ventajas políticas", afirma Ayeb. También serán necesarios acuerdos regionales con Siria y Turquía, países por donde pasan el Éufrates y el Tigris antes de llegar a Irak. "El papel de Siria en la utilización del agua iraquí es fundamental y su oposición podría abrir un nuevo conflicto en la región. Siria está por primera vez aislada. Hasta el momento Israel no había pensado públicamente en el agua de Irak, pero ahora todo ha cambiado", afirma.
El potencial del agua iraquí es conocido por EE UU. "Se nos recuerda constantemente que Irak quizás tenga las [segundas] mayores reservas de petróleo del mundo. Pero, en un sentido regional y geopolítico, quizás sea más importante que tiene el más extendido sistema de ríos en Oriente Próximo", afirmó en enero en un artículo en The New York Times Stephen C. Pelletier, ex analista político de la CIA sobre Irak durante la guerra con Irán entre 1980 y 1988.
Los planes hidrológicos para la región no han logrado, hasta el momento, salvar las diferencias políticas. "En los noventa se discutió sobre la construcción del llamado acueducto de la paz, que llevaría agua del Tigris y el Éufrates hasta los países del Golfo y, por extensión, a Israel. No hubo acuerdo, en gran parte por la intransigencia iraquí". La caída de Sadam puede ahora abrir el potencial de la media luna fértil mesopotámica de extender el verde sobre el desierto y, sobre todo, de desbloquear una de las fuentes de conflicto regional.
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